Fue uno de los primeros 'puentes de altura estricta' realizados en España, una tipología desarrollada por el citado ingeniero, que estuvo vigente en nuestro país en el segundo tercio del siglo XX, claramente entroncada con el racionalismo arquitectónico, imperante en la época.
Lamentablemente, ya no queda nada de este puente. Lo que no deja de ser curioso, porque, en las casi cuatro décadas que se mantuvo en pie, nunca se abrió al tráfico, más allá de determinados usos de carácter privado.
Archivo de Carlos Fernández Casado.
Historia
El puente se proyectó en el contexto de construcción de una nueva carretera, con la que se pretendía conectar la capital con la sierra, a través del Monte de El Pardo, buscando una alternativa más directa a las actuales autovías de La Coruña y Colmenar Viejo.
Todo ello a partir de una iniciativa del Gabinete Técnico de Accesos y Extrarradio de Madrid, dependiente del Ministerio de Obras Públicas, en tiempos de la Segunda República.
Tras la Guerra Civil, Franco decidió inutilizar la nueva vía, al considerar, tal vez por cuestiones de seguridad, que pasaba demasiado cerca del Palacio de El Pardo, donde había establecido su residencia.
El puente quedó abandonado, a merced de las corrientes del río, que terminaron por descubrir sus pilotes.
Fue demolido a finales de los años sesenta, coincidiendo con las obras de la Presa de El Pardo, ya que obstaculizaba el llenado de este embalse, el único existente en el término municipal madrileño, con el que se regula la canalización del Manzanares, a su paso por el casco urbano.
'Puentes de altura estricta'
Los 'puentes de altura estricta' de Carlos Fernández Casado surgieron como una alternativa a las convencionales estructuras soportadas en arcos.
Planteaban una solución estandarizada a "los pasos de cauces en caminos vecinales y carreteras secundarias" y tenían como objeto "salvar las luces prácticas más corrientes con la mínima pérdida de altura", en palabras del propio autor.
Haciendo suyo el principio de "menos es más", pronunciado por el célebre arquitecto alemán Mies va der Rohe (1886-1969), Fernández Casado propuso minimizar los elementos constructivos hasta lo 'estrictamente' necesario, con la intención de no modificar el medio natural.
"Que se arranque lo menos posible de mineral en la mina, que la menor cantidad de piedra y arena se desvíen de su proceso evolutivo, que se consuma el mínimo de combustible y se introduzcan las menos ideas nuevas en el paisaje".
En su empeño por llegar hasta la esencia del puente, el prestigioso ingeniero proponía eliminar todo lo accesorio, no sólo en referencia a a las piezas ornamentales, sino también a aquellos elementos estructurales que, como consecuencia del empleo de arcos, obligaban a elevar la altura de la construcción.
Archivo de Carlos Fernández Casado.
Se ttrataba de evitar las elevaciones de rasante que provocaban los tradicionales puentes de arcos o, dicho de otro modo, asegurar la continuidad del perfil de la carretera, prescindiendo de las obras de acompañamiento que, como las rampas, los terraplenes o las variantes de acceso, incrementaban sensiblemente los costes.
Pero la idea de lo estricto iba mucho más allá de esta dimensión económica que se acaba de señalar. El objetivo final no era tanto abaratar los trabajos, como lograr el menor impacto medioambiental posible, en lo que constituye todo un alegato ecologista, que se anticipa varias décadas a los actuales movimientos de defensa de la naturaleza.
"La aspiración de economizar, que, por un lado, apunta hacia una meta de lucro, es decir, de lo ventajoso materialmente, en lo más profundo consiste en causar la mínima alteración de las condiciones de las cosas".
"Al imaginar el puente, estamos en una relación amorosa con el mundo físico, reforzada ahora por la tendencia a economizar en todas direcciones".
"Éste es el gran aliciente del ingeniero: salvar la distancia que separa al hombre actual de la naturaleza".
Los 'puentes de altura estricta' significaron un esfuerzo de normalización, tanto formal como estructural, del puente de tramo recto, sin precedentes en España.
Fernández Casado elaboró diez series de esta tipología, formadas por cinco modelos en losa y cinco modelos de viga, todos ellos en hormigón armado.
Esta colección tuvo una rápida propagación por toda España, con más de cincuenta realizaciones, llevadas a cabo tanto por su autor como por otros ingenieros. Pervivió hasta los años sesenta, cuando la generalización del hormigón pretensado la dejó obsoleta.
Archivo de Carlos Fernández Casado.
Descripción
El desaparecido Puente de El Pardo es un compendio de los grandes principios teóricos de su creador: sentido de lo estricto, rigor geométrico, claro predominio del plano y de la línea recta, sencillez y sobriedad en la composición, ausencia de ornamentación y preciso ajuste entre funcionalidad y resistencia.
Estaba situado a unos dos kilómetros del casco urbano de El Pardo, en terrenos actualmente anegados por las aguas del embalse homónimo. Constaba de cinco vanos, con 20 metros de luz en el caso de los tres centrales y 15 metros en los dos laterales.
Su estructura era de tramo recto continuo, obtenida por la combinación de dos de los diez modelos que integraban la colección de 'puentes de altura estricta' de su autor, en concreto, el de pórtico sencillo y el dintel de tres vanos. Fue, en su momento, uno de los tramos continuos más largos de España.
El tablero medía 12 metros de anchura. Sus puntos de apoyo estaban formados por sencillos tabiques de hormigón armado, de unos 70 centímetros de espesor, terminados en tajamares triangulares.
En lo que respecta a la cimentación, toda la estructura se sostenía sobre un total de 250 pilotes hincados, con una profundidad media de 9 metros.
Archivo de Carlos Fernández Casado.
En la Comunidad de Madrid, se conservan diferentes obras de Carlos Fernández Casado, entre las que cabe destacar varios pasos en la A-6 y el Puente de Puerta de Hierro (1934), que salva el río Manzanares cerca del monumento del mismo nombre.
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Hola. ¿Esa carretera de la que se habla en el artículo es la que llega hasta Torrelodones?. Lo digo porque, en este pueblo, parte un acceso que va hasta El Pardo, pero que lleva cortado toda la vida. Gracias por la información.
ResponderEliminarNo, la carretera del artículo se llamaba "directa a la Sierra" y tenía que llegar hasta Cerceda, subiendo por la orilla derecha del Manzanares. Sólo llegó a terminarse antes de la guerra el tramo que atraviesa el monte de El Pardo, aunque por fuera del mismo hay hechas muchas explanaciones, alcantarillas, etc.
ResponderEliminarHola Anónimo y Miguel. No conocía la respuesta, así que muchas gracias, Miguel, por los detalles aportados.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Jesús
Muy interesante el post Jesús, del que nos traes dos de tus habituales artículos: Los puentes y las obras desaparecidas en un sensacional collage de sabiduría.
ResponderEliminarPor cierto, un puente muy sobrio.
Hola, Bélok. Me has 'pillao' con lo de los puentes y los monumentos desaparecidos, jeje (son mi debilidad).
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras y un abrazo, Jesús
Me ha gustado lo de "recuperar lo desaparecido". Tu post me hace recuperar parte de mi infancia cuando iba de canijo con mi padre al Pardo. Mientras él lavaba el coche en la orilla(sí, ya lo sé, pero antes se hacía)yo desde encima del puente pescaba. Sí, el agua era clara, había barbos, bogas y hasta cangrejos. Y me bañaba, tragaba agua y no te morías.
ResponderEliminarNo sigas Jesús, "recuperando", que al final cuento mi vida por fascículos.
Por cierto, creo recordar que había hasta nutrias.
Estupenda remembranza de este puente, Jesús.
Felicidades y gracias.
Ya lo creo que es interesante, gracias Jesús por estas "recuperaciones", son fantásticas.
ResponderEliminarCreo haber visto una expo sobre este ingeniero hace un tiempo, y en su momento haber leído algo, pero no recuerdo mucho, no es muy conocido, así que gracias también por recuperar esta figura y explicarlo tan bien.
Hola Manuel.
ResponderEliminarMe parece fascinante todo lo que cuentas. La pesca, bañarse en el río, las nutrias, el agua clara... y lo diferente que es todo ahora. Pero, por lo menos, se ha conseguido conservar el Monte de El Pardo, aunque a costa de estar terminantemente prohibido el acceso en la mayor parte de su territorio. Y es que ya somos muchos...
Un abrazo, Jesús
Hola Mercedes! Muchas gracias!! A Fernández Casado lo he descubierto hace poco. Me resultan fascinantes sus escritos, ya que no piensa como un ingeniero convencional, sino como un auténtico humanista. Fue, además, un auténtico revolucionario y amante de la naturaleza.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, Jesús
Muy interesante el concepto del puente.
ResponderEliminarLas coordenadas geográficas del puente son 40.54192, -3.78991 y se puede ver en los fotoplanos de 1961 y anteriores en el nomecalles de madrid.org.
Si lo desmontaron me llama la atención porque lo normal era dejarlos sumergidos bajo el agua del pantano.
Lo de que "Franco inutilizó la vía por cuestiones de seguridad" me parece fantasioso. Yo creo que una explicación más probable es que con las penurias de la posguerra no se considerara esa vía de suficiente prioridad. De hecho no se llegó a desarrollar con posterioridad y mirando el mapa tampoco se aprecia una gran necesidad. Como suele suceder, y como vemos bien en 2014, se hacen muchas obras públicas en previsión de necesidades futuras que luego no se materializan.
El diseño del puente se parece al puente sobre el río Guadarrama en Villaviciosa de Odón (1954) que, curiosamente, por extracción de arena del fondo fallaron los soportes y cayó el tablero pero se pudo levantar con gatos y reparar el soporte. http://www.cehopu.cedex.es/cfc/pict/I-FC030-006.htm
El puente de la carretera de la Coruña sobre el Manzanares es de Carlos Fernández Casado? Vaya, yo estaba con la idea de que era de Torroja como los demás de esos años en esa zona.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alfonso, por tus brillantes aportaciones. Sin duda, enriquecen y mejoran el artículo.
ResponderEliminarAbrazos, Jesús