
El mausoleo fue mandado construir por el abogado, político y fotógrafo Luis Federico Guirao (1848-1941), como lugar de enterramiento de su esposa, Luisa Sancho Mota, fallecida el 8 de julio de 1907. En 1908 se hizo el encargo y en 1911 fue terminado.
Se trata de un trabajo póstumo del escultor tarraconense Agustín Querol Subirats (1860-1909), a quien los madrileños debemos obras tan relevantes como La Gloria y los Pegasos, el frontón de la Biblioteca Nacional o el Monumento funerario de Cánovas del Castillo.
Querol contó con la colaboración del arquitecto Ignacio de Aldama Elorz, autor de la cripta, y de Francisco Torras Codina, cuyo taller se responsabilizó de los trabajos de forja, consistentes en una puerta de hierro y una verja, tristemente desaparecida, con la que se rodeaba el recinto.
Pese a su desconocimiento, estamos ante una pieza fundamental dentro del modernismo español, que, según el investigador Óscar da Rocha, es "comparable con cualquiera otra de similares características realizada en Europa por aquellos años".
El conjunto está integrado por un doble basamento, sobre el que descansa un sarcófago. La horizontalidad de este planteamiento queda rota en la cabecera, gracias a una cruz de grandes dimensiones y a los cipreses centenarios que custodian el recinto, que parecen formar parte del proyecto escultórico.
Alrededor de la cruz se distribuyen catorce figuras, que llevan a cabo una escenografía de desbordante dinamismo y plasticidad. Las estatuas quedan amalgamadas dentro de la misma masa pétrea, al compás de un imparable movimiento ascendente, que les envuelve sin posibilidad de escapatoria.
Su ritmo agitado parece poner el acento en lo fugaz y efímero de la vida. Esta concepción contrasta con el hieratismo y la solemnidad que tradicionalmente han acompañado al arte funerario, como símbolos de la paz y descanso eternos.
Uno de los grupos escultóricos más importantes se encuentra a los pies de la cruz. En esta parte puede verse un ángel con las alas desplegadas, dando consuelo a un hombre, a una mujer con su hijo y a una mujer postrada de rodillas.
También hay representaciones alegóricas de las virtudes que Luisa Sancho intentó practicar en vida. La Caridad, el Perdón, la Compasión o la Limosna aparecen en los niveles inferiores del monumento, mezcladas con seres terrenales.
Con respecto a la cripta, está situada bajo el basamento. Es de planta circular y se cubre con una bóveda semiesférica. Su acceso se realiza mediante una hermosa puerta de hierro, forjada con motivos vegetales silvestres, tales como cardos, que se van entrelazando, al más puro estilo modernista.
El sentido escenográfico de la composición queda remarcado por una ubicación privilegiada, al final del eje central del Patio de la Concepción (uno de los sectores en los que se divide el Cementerio de San Isidro), a modo de hito arquitectónico.
Lamentablemente, el Panteón Guirao fue labrado en caliza, un material muy endeble que ha acelerado el deterioro de la piedra y que ha provocado el desprendimiento de numerosos trozos.