Esta moda se propagó rápidamente por toda Europa. En España alcanzó su momento más álgido en el siglo XIX, al compás del desarrollo de la litografía, que hizo posible la reproducción a gran escala de las obras gráficas, incluidas, por supuesto, las 'vedute'.
La creación en 1825 del Real Establecimiento Litográfico, con el pintor José del Madrazo como primer director, atrajo hacia Madrid a un buen número de vedutistas, que vieron en esta industria una clara oportunidad de trabajo.
Es el caso del ilustrador francés Pharamond Blanchard (1805-1873) y de los pintores italianos Fernando Brambilla (1763-1834) y Giuseppe Canella (1788-1847), quienes estuvieron activos en Madrid en el primer tercio del siglo XIX, durante el reinado de Fernando VII.
'Retrato del pintor Giuseppe Canella', de Friedrich von Amerling (1838). Galleria d'Arte moderna di Milano.
Nos detenemos en este último, quizá uno de los vedutistas menos conocidos en nuestro país, a pesar de su notable y prolija producción, con decenas de vistas dedicadas a Madrid, además de a otros enclaves.
Canella nació en Verona, hijo de un distinguido arquitecto, del que quizá heredó sus buenas dotes para la perspectiva y la organización espacial. Después de trasladarse a Venecia, donde descubrió la obra de los grandes vedutistas del XVIII, decidió hacerse paisajista y conocer mundo. España, Holanda y Francia fueron sus principales destinos.
Un denominador común en sus cuadros es la presencia de personajes, convertidos en los verdaderos protagonistas de la composición, por encima incluso del elemento urbano que se está representando. Así ocurre en esta vista de la parte final del Salón del Prado, donde podemos apreciar la primitiva Fuente de la Alcachofa (hoy día en el Retiro) y la desaparecida Puerta de Atocha.
Los citados monumentos vuelven a distinguirse en esta otra imagen, aunque desde un ángulo diferente. Ahora estamos viendo la Calle de Atocha en su confluencia con la actual Glorieta del Emperador Carlos V. De nuevo la prioridad es para los personajes, que se destacan cromáticamente sobre los fondos blanquecinos y grisáceos de las casas.
Los citados monumentos vuelven a distinguirse en esta otra imagen, aunque desde un ángulo diferente. Ahora estamos viendo la Calle de Atocha en su confluencia con la actual Glorieta del Emperador Carlos V. De nuevo la prioridad es para los personajes, que se destacan cromáticamente sobre los fondos blanquecinos y grisáceos de las casas.
Continuamos en el mismo entorno, con la que consideramos que es una de las mejores 'vedute' que se hayan hecho del Museo del Prado. El edificio ideado por Juan de Villanueva aparece en toda su dimensión, desde la perspectiva de la Puerta de Murillo. En el otro extremo se eleva una de las Cuatro Fuentes proyectadas por Ventura Rodríguez para el Salón del Prado.
En todo repertorio de panorámicas madrileñas que se precie, no podía faltar una representación de la célebre silueta oriental de la ciudad. La primera vez que Giuseppe Canella abordó este tema fue con esta pintura fechada en 1820, el año que llegó a España. Se conserva en el Museo de Historia.
En esta otra vista de la cornisa, correspondiente a un periodo muy posterior, el autor ha evolucionado hacia un estilo más depurado y limpio. La reducción del número de detalles, caso de los árboles que veíamos en el cuadro anterior, le permite poner el foco de atención directamente sobre los personajes y el fondo urbano.
Y terminamos con una vista del Paseo de Recoletos, creemos que no demasiado conocida. Al fondo se levanta el antiguo Convento de los Agustinos Recoletos, que fue construido en el siglo XVII sobre terrenos cedidos por la Princesa de Ascoli y demolido poco después de 1837, tras ser desamortizado.