Se trata de un tramo de diez metros de longitud, perteneciente a un viaje que posiblemente nacía en las Fuentes de San Pedro, cerca de Puerta Cerrada, para luego dirigirse a la Cava Baja hasta llegar a la Plaza de los Carros, donde recibía las aguas de San Andrés.
Continuaba después por la Calle de Don Pedro para descender por la Cuesta de los Caños Viejos, junto a uno de los estribos del viaducto, en dirección a la Calle de Segovia.
Los vestigios encontrados consisten en un canal de sección rectangular, con un andén lateral o codo de 43 centímetros de ancho y un lecho de piedras en el fondo. Está construido en pendiente, salvando el pronunciado barranco que había en la zona, en dirección este-oeste.
Cuenta con un murete intermedio que, a modo de presilla, llega a la altura del andén. La función de este elemento era depurar el agua que conducía el viaje, actuando como un pequeño pozo donde se depositaban los residuos sólidos arrastrados por la corriente.
Fuente: Manuel Retuerce Velasco.
Para Manuel Retuerce, no hay ninguna duda de que el viaje fue hecho durante el periodo omeya, "en un momento bastante anterior a la conquista castellana de 1085". Tal afirmación se basa en el estudio de los escombros vertidos, que se presentan en varias capas, todas ellas con cerámicas musulmanas.
Además, existe una tradición oral y escrita que alude a la existencia de viajes de agua árabes. Es el caso del arquitecto Teodoro de Ardemans (1661-1726), quien alertó sobre las "minas antiguas de Madrid, hechas en tiempo que ocuparon los moros", ya que provocaban hundimientos en las calles.
Fuente: Manuel Retuerce Velasco.
A pesar de ello, el hecho de que no se hayan descubierto restos similares impide ser categóricos a la hora de establecer una cronología islámica, como previene el gran investigador José Manuel Castellanos.
Incluso algunos autores sostienen que pudo ser construido en época cristiana, pero no por los cristianos -los vencedores-, sino por los árabes -los vencidos-.
Esta última hipótesis se basa en la idea de que una ciudad tan pequeña como el primitivo Mayrit no precisaba de viajes de agua, sino que se abastecía mediante pozos y otros sistemas hidráulicos, de menor complejidad que aquellos.
Y sólo cuando se produjo un cierto desarrollo demográfico -esto es, a partir de los siglos XI y XII-, los viajes se hicieron necesarios.
El viaje de agua de la Plaza de los Carros no fue destruido tras su excavación. Tampoco fue sepultado, sino que yace en el subsuelo, dentro de una oquedad, esperemos que por mucho tiempo.
Fuentes consultadas
- Testimonios materiales del Madrid andalusí, de Manuel Retuerce Velasco (2004)
- Los viajes de agua de Madrid, de Emilio Guerra Chavarino (2006)
- Vestigios del Madrid islámico: silos y pozos, de José Manuel Castellanos Oñate (2012)
- Mayrit fundación musulmana: evidencias materiales, de José Luis Garrot Garrot (2012)
- Foro del Viejo Madrid