Nuestro primer destino es la Basílica de la Concepción de Nuestra Señora, en la Calle de Goya, la primera parroquia con la que contó el Barrio de Salamanca, aunque, en sus orígenes, estuvo ubicada en otro enclave.
La iglesia actual es de estilo neogótico y fue construida entre 1912 y 1914 por el arquitecto Eugenio Jiménez Corera, sustituido, tras su muerte, por Jesús Carrasco. Si bien la mayor parte de los elementos que decoran su interior fueron elaborados en el primer tercio del siglo XX, guarda piezas artísticas de épocas anteriores.
Entre ellas sobresale el llamado Cristo de la Salud, un calvario de procedencia desconocida, que se encuentra en una pequeña capilla, en una de las naves laterales. Se corresponde con una etapa primitiva del gótico, que podría datarse en la primera mitad del siglo XIII.
El calvario está integrado por tres imágenes policromadas (Jesucristo, la Virgen María y San Juan Evangelista), que, a pesar de mantener una posición rígida, propia del románico, dejan entrever un suave movimiento y una cierta actitud dialogante, conseguida por medio de las expresiones que se dibujan en los rostros.
Los citados rasgos vuelven a observarse, todavía con mayor rotundidad, en el calvario de la Iglesia de Santo Domingo de Silos, en Prádena del Rincón. Se trata de uno de los templos románicos más singulares que tenemos en la Comunidad de Madrid, posiblemente del siglo XII, como tuvimos ocasión de comprobar cuando lo visitamos en 2010.
Este grupo escultórico, del que solo han sobrevivido las tallas de la Virgen y San Juan, se exhibe en estos momentos en la exposición El triunfo de la imagen, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que se muestran obras religiosas restauradas en los últimos tiempos por la Comunidad de Madrid.
Las figuras fueron descubiertas en muy mal estado en el año 2011. Se hallaban dentro de un nicho horadado en el atrio norte de la iglesia, junto a restos humanos, como si hubiesen recibido sepultura. A modo de hipótesis, cabría pensar que la parroquia adquirió unas nuevas imágenes y que, dada la prohibición medieval de vender o destruir los objetos religiosos, optó por enterrar ritualmente las antiguas.
Al igual que el calvario anterior, el de Prádena del Rincón es gótico, aunque dentro de una fase más avanzada. Podría ser de la primera mitad del siglo XIV, como se desprende de su mayor sentido del movimiento o del tratamiento de los ropajes. No obstante, se observan ciertos toques arcaizantes, sobre todo en las facciones.
En los dos grupos escultóricos se repiten las mismas posturas. María aparece ataviada con túnica, cruzando las manos sobre su pecho, como símbolo de asociación al sacrificio de su hijo. Por su parte, Juan se lleva la mano derecha al rostro, mientras que con la izquierda sostiene un libro (desaparecido en el caso de Prádena), en clara referencia a su Evangelio.
Este grupo escultórico, del que solo han sobrevivido las tallas de la Virgen y San Juan, se exhibe en estos momentos en la exposición El triunfo de la imagen, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que se muestran obras religiosas restauradas en los últimos tiempos por la Comunidad de Madrid.
Las figuras fueron descubiertas en muy mal estado en el año 2011. Se hallaban dentro de un nicho horadado en el atrio norte de la iglesia, junto a restos humanos, como si hubiesen recibido sepultura. A modo de hipótesis, cabría pensar que la parroquia adquirió unas nuevas imágenes y que, dada la prohibición medieval de vender o destruir los objetos religiosos, optó por enterrar ritualmente las antiguas.
Al igual que el calvario anterior, el de Prádena del Rincón es gótico, aunque dentro de una fase más avanzada. Podría ser de la primera mitad del siglo XIV, como se desprende de su mayor sentido del movimiento o del tratamiento de los ropajes. No obstante, se observan ciertos toques arcaizantes, sobre todo en las facciones.
En los dos grupos escultóricos se repiten las mismas posturas. María aparece ataviada con túnica, cruzando las manos sobre su pecho, como símbolo de asociación al sacrificio de su hijo. Por su parte, Juan se lleva la mano derecha al rostro, mientras que con la izquierda sostiene un libro (desaparecido en el caso de Prádena), en clara referencia a su Evangelio.