lunes, 31 de enero de 2011

La iglesia románico mudéjar de Nuestra Señora de la Nava, en Manzanares el Real

Llegamos hasta Manzanares el Real, en busca de restos románicos y mudéjares. Y los encontramos en la parte trasera del Castillo de los Mendoza, la soberbia fortificación gótico-isabelina que el primer Duque del Infantado, Diego Hurtado de Mendoza, mandó levantar en el año 1475.
















Esta fortaleza se edificó sobre la primitiva Iglesia de Nuestra Señora de la Nava, del siglo XIII, que no sólo quedó integrada dentro de su estructura, sino que fue ampliada y remodelada para ser utilizada como la capilla del castillo.

Los elementos originales que se conservan son la cabecera, consistente en un ábside de tambor de gran altura, y el arco apuntado del presbiterio, hecho en ladrillo, con el que arrancaba la bóveda de cañón que cubría la nave central.
















Todo ello en un inconfundible estilo románico mudéjar, como ponen de manifiesto los encintados de ladrillo que se alternan con la piedra, apreciables sobre todo en la parte baja de los muros, o los ventanucos en forma de aspilleras que se abren en la cabecera.

Ésta se encuentra orientada al este, como es preceptivo en la arquitectura religiosa medieval.



Con respecto al cuerpo principal del templo, éste carece de cubiertas, al haberse desplomado. Se trata de la única estancia del castillo cerrada al público, ya que no se ha procedido a su restauración. Pese a ello, es posible divisar la práctica totalidad de su planta desde el adarve superior.

Desde este punto, pueden verse las arquerías góticas y los muros laterales añadidos durante la construcción del castillo, así como el arco presbiterial de la primitiva fábrica románico mudéjar. Menos visible resulta la bóveda de horno del ábside, realizada en ladrillo, correspondiente también a este periodo constructivo.


Fotografía de António Passaporte, realizada entre 1927 y 1936.

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lunes, 24 de enero de 2011

La Real Fábrica de Platería Martínez

La Real Fábrica de Platería Martínez fue uno de los establecimientos industriales más importantes del Madrid de la Ilustración, responsable de la mejor orfebrería que se haya hecho en España en los siglos XVIII y XIX.

Estuvo ubicada en el Salón del Prado, en un notable edificio de estilo neoclásico, levantado en el año 1792, que, siguiendo esa costumbre tan madrileña de los derribos, desapareció en 1920, víctima de la piqueta.

Sobre una parte de su solar se extiende en la actualidad una pequeña plaza, bautizada con su nombre, allá donde se encuentran las calles de Moratín y de las Huertas.


Dibujo de 1920, en el que se recrea el aspecto primitivo de la platería justo el año en que fue demolida.

Fue creada en 1778 por el platero aragonés Antonio Martínez, con el nombre de Escuela de Platería y Máquinas. Desde el primer momento, contó con el apoyo de Carlos III, como avala el hecho de que su fundador viajara a Londres y a París con el patrocinio del monarca, para completar su formación.

Muy pronto fue designada Real Fábrica, en el contexto de la época de impulsar el desarrollo de manufacturas y factorías vinculadas con las artes decorativas, caso de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara o de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro.

Después de pasar por sucesivas dependencias, en las calles de Alcalá y de Infantas, la sede definitiva quedó establecida en el Salón del Prado, en un edificio de nueva construcción que recientes investigaciones atribuyen a Carlos Vargas Machuca.

Su elemento más destacado era, sin duda, la elegante fachada neoclásica. Constaba de un peristilo de orden dórico y estaba rematada por un ático, en el que descansaba un grupo escultórico de Minerva premiando a las artes. La coronación estaba profusamente decorada con jarrones y adornos diversos.

Tradicionalmente se ha pensado que su autor era Francisco Rivas, por la existencia de un proyecto, firmado por este arquitecto en 1792, en el que se depuran las líneas maestras definidas por aquel.


La platería a principios del siglo XX, sin adornos en la parte superior.

Tras la muerte de Antonio Martínez en 1798, su yerno, Pablo Cabrero, tomó su relevo al frente del negocio. De su mano, la platería vivió otro momento de esplendor, vinculada nuevamente a la Corona.

En 1811, después de varios años cerrada como consecuencia de la invasión napoleónica, fue reconocida por Fernando VII con el título de Platería de la Real Casa y Cámara de Sus Majestades.

Las instalaciones fueron ampliadas en 1836, abriéndose una nueva ala en la Calle de la Alameda, paralela al Paseo del Prado, que empezó a ser conocida con el nombre del Diorama. Las obras fueron realizadas por Juan José Sánchez Pescador.


Grabado de 1876.

La Real Fábrica fue clausurada en 1865, si bien su sede logró sobrevivir hasta 1920. Hasta su demolición, fue utilizada como Delegación de Hacienda, Junta de Pensiones Civiles y sala de exposiciones, entre otros usos. 

En 2001 se inauguró una fuente conmemorativa de aire clasicista, que, en cierta medida, emula a pequeña escala la fachada diseñada por Vargas Machuca. 

Dos años después, fue instalada en el suelo una placa de bronce, que señala el lugar de la cimentación, si bien ésta llegaba hasta el antiguo Hotel Savoy, hoy día habilitado para viviendas.

La Plaza de la Platería Martínez, durante la Guerra Civil (1936-39).


La plaza en enero de 2011, con la fuente conmemorativa en primer plano.

jueves, 20 de enero de 2011

El monasterio cisterciense de Valdeiglesias (2): descripción artística

El Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias, situado en el término municipal de Pelayos de la Presa, es uno de los conjuntos medievales más importantes de la Comunidad de Madrid.


Este complejo cisterciense nos ofrece una completa lección de arquitectura, ya que, dentro de sus muros, se dan cita varios estilos artísticos, que abarcan un largo periodo de tiempo, que va desde el siglo XII hasta el XVII. 

Después de haber analizado su historia y su situación actual en el anterior post, recorremos a continuación sus principales estancias, por orden cronológico de construcción.

Plano del monasterio, realizado por Mariano García Benito.

Capilla mozárabe

Se trata de la primitiva Ermita de Santa Cruz, que dio origen a la fundación monástica. Su estructura mozárabe no sólo no fue derribada cuando se edificó el monasterio, sino que fue incorporada al mismo como capilla independiente. Está ubicada entre el claustro y la iglesia.

En su interior hay dispuestos varios nichos, rematados con arcos de medio punto, bajo los cuales se extiende un banco perimetral, aspecto que parece informar de una posible función asamblearia, además de la estrictamente religiosa.

Presenta planta cuadrangular y se cubre con bóveda octogonal. Los materiales empleados en la fábrica son el ladrillo y la mampostería rústica.

Iglesia

La iglesia fue la primera dependencia que empezó a construirse cuando el monasterio pasó a manos del Císter, en el último tercio del siglo XII. 

De aquella época únicamente se conserva la imponente cabecera románica, que consta de un ábside central de semitambor, con bóveda de cuarto de esfera y cinco largos ventanales de medio punto, y dos cuerpos laterales, de forma cúbica al exterior y semicircular al interior.

Siguiendo los preceptos de austeridad de la orden cisterciense, no hay apenas decoración, más allá de unos sobrios canecillos de proa de barco, colocados debajo del alero. Todo ello está realizado en sillería de granito.



















En la parte interna del ábside, se observan nervaduras bajo la cubierta, que parecen anticipar el gótico. Este estilo también se insinúa en el tramo presbiterial, que se une al cuerpo principal de la iglesia mediante una bóveda de cañón apuntada.

La iglesia fue proyectada con tres naves, pero un devastador incendio, acaecido en 1258, obligó a cambiar los planes y a buscar soluciones más económicas. Finalmente sólo pudo levantarse una única nave, adoptándose el estilo gótico que, en aquellos momentos, ya estaba plenamente vigente.

Ello no impidió incorporar en los muros elementos románico-mudéjares, como canecillos escalonados o frisos, con el ladrillo como material más recurrente.

Este último estilo está igualmente presente en la capilla circular situada al norte del crucero, recorrida por varios arcos de herradura, aunque en convivencia con el gótico, visible en la bóveda de crucería que cubre la estancia.

Como suele suceder en la inmensa mayoría de los templos medievales, la iglesia tiene orientada su cabecera al este y la fachada principal al oeste. Ésta es probablemente manierista, de la segunda mitad del siglo XVI.















Claustro y otros vestigios góticos

A pesar de que no se conserva completo, el claustro gótico es de gran belleza. Sus obras dieron comienzo en el siglo XIII y se extendieron hasta el XVI, con la conclusión de la parte superior, que ha desaparecido por completo.

La sala capitular, la sacristía, el refectorio y el campanario también fueron realizados durante esta etapa constructiva, marcada por el dominio del gótico.


Vista del claustro (archivo fotográfico de Mariano García Benito).

El campanario, en concreto, se levantaba sobre la cabecera de la iglesia y consistía en un pequeño templete, formado por cuatro arcos apuntados, que se apoyaban sobre columnas hexagonales. Se hundió en el año 1658.

Dependencias de los monjes y otros restos















Las dependencias de los monjes fueron construidas en el siglo XVI, siguiendo modelos renacentistas.

En este periodo también se hicieron las fachadas principales, de inspiración herreriana, así como la torre y la portada del recinto, de la que no queda nada. De época posterior es la bodega subterránea, que está fechada en el siglo XVII.

En referencia a la decoración y mobiliario interior, se conservan diferentes piezas originales. Es el caso de la sillería del coro (1567-1571), obra del tallista Rafael de León, que se encuentra instalada en la Catedral de Murcia.

Del mismo modo, en el Museo del Prado se exhiben siete tablas correspondientes al retablo que el pintor renacentista Juan Correa de Vivar realizó entre 1550 y 1555, aproximadamente.

Sillería renacentista del monasterio, actualmente en la Catedral de Murcia (archivo fotográfico de Región de Murcia Digital).


La tabla 'Aparición de la Virgen a San Bernardo', de Juan Correa de Vivar, formaba parte del retablo del monasterio. Se conserva en el Museo del Prado.

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La serie "En busca del románico y del mudéjar" consta de estos otros reportajes:

lunes, 17 de enero de 2011

El monasterio cisterciense de Valdeiglesias (1): historia y situación actual

Pelayos de la Presa es un pequeño municipio del vértice suroccidental de la Comunidad de Madrid, situado en el Valle del Alberche, en las primeras estribaciones de la Sierra de Gredos. Aquí se encuentra el famoso Pantano de San Juan, alrededor del cual se ha articulado una de las zonas de baño más concurridas de la región.

Pero muy pocos conocen que, muy cerca de la cabecera de este embalse, se levantan las ruinas de Santa María la Real de Valdeiglesias, un monasterio fundado a mediados del siglo XII, que, pese a su delicado estado, constituye una de las principales muestras de arquitectura medieval de la provincia.

Hasta allí nos dirigimos, aún a sabiendas de que el recinto no puede visitarse, en busca de alguna panorámica que podamos captar desde el exterior, a través de los muros y vallas que protegen el monumento.















Historia

El entorno del monasterio fue un importante centro eremítico durante el periodo visigodo. Según la tradición, el noble Teodomiro se retiró a este enclave para abrazar la vida religiosa, en tiempos de Witiza, rey de Toledo entre los años 702 y 710.

En la Baja Edad Media, las tierras actualmente comprendidas dentro de los términos municipales de San Martín de Valdeiglesias y Pelayos de la Presa eran conocidas como el Valle de las Iglesias, por la existencia de doce ermitas, regentadas por una comunidad de frailes benedictinos.

En el siglo XII, Alfonso VII de León y Castilla (r. 1126-1157) decidió agrupar estos doce eremitorios en un uno solo, con el fin de consolidar la repoblación de la comarca por parte de los cristianos.

El 30 de noviembre de 1150 el monarca otorgó un Privilegio Real, firmado en Toledo, por el que se creaba el Monasterio de Valdeiglesias, bajo la Regla de San Benito.

El lugar escogido para la fundación fue la Ermita de Santa Cruz, ubicada a los pies a un pequeño arroyo, cerca del río Alberche, cuya primitiva estructura mozárabe todavía se conserva, integrada dentro del edificio que ha llegado hasta nosotros.

Con la llegada al trono de Alfonso VIII de Castilla (r. 1158-1214), el conjunto fue incorporado al Císter, como filial del Monasterio de la Santa Espina, en la provincia de Valladolid, que, a su vez, era dependiente del Monasterio de Claraval, en Francia.

En 1177 llegaron los primeros monjes cistercienses, procedentes de la Santa Espina, y en 1180 comenzó la construcción de un nuevo complejo, con la piedra como principal material de fábrica.

Fue en estos momentos cuando se impuso la advocación de Santa María de la Asunción, en virtud de la devoción mariana exigida por San Bernardo de Claraval (1090-1153), a quien se debió la expansión del Císter por todo el continente europeo.

A lo largo de la historia, el monasterio ha recibido numerosos Privilegios Reales, que le han valido el sobrenombre de Santa María la Real.

En la lista de monarcas benefactores figuran nombres como Fernando III, Alfonso X, Sancho IV, los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II, Felipe III y Felipe IV, además de los ya citados Alfonso VII y Alfonso VIII.
















Situación actual

En el año 1836, con la Desamortización de Mendizábal, las instalaciones quedaron abandonadas. Fue el principio de un lento proceso de deterioro que, afortunadamente, se consiguió detener en los años setenta del siglo XX, gracias al intenso trabajo del arquitecto madrileño Mariano García Benito.

García Benito se hizo con la propiedad de la finca en 1974. Utilizando sus propios medios, llevó a cabo la consolidación de los restos que aún permanecían en pie y restauró la torre, la cerca y diferentes fachadas. Al mismo tiempo, realizó una ingente labor historiográfica y documental.

En 2003, hizo donación del monasterio al Ayuntamiento de Pelayos de la Presa, en busca de apoyos públicos. También creó una fundación, que, en colaboración con el consistorio, ha conseguido que la Comunidad de Madrid tome cartas en el asunto.

La Consejería de Cultura y Deportes anunció en el año 2010 que procederá a la restauración del conjunto de forma inmediata. Está prevista la construcción de un hotel en una parte del recinto.

El Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias fue declarado Monumento Histórico Artístico de carácter nacional en 1984. En la actualidad, este reconocimiento equivale a Bien de Interés Cultural, una vez transferidas las competencias sobre patrimonio a las comunidades autónomas.



Véase también

- El monasterio cisterciense de Valdeiglesias (2): descripción artística

jueves, 13 de enero de 2011

El arroyo de Trofa

Nuestro pequeño Manzanares se nutre de las nieves del Ventisquero de la Condesa, donde nace, a los pies de la Bola del Mundo, pero también de un elevado número de riachuelos, que le aportan sus humildes aguas.

Ya hablamos en su momento del Samburiel, conocido en su curso alto como río Navacerrada, y ahora le toca el turno al arroyo de Trofa, la segunda corriente fluvial más importante del Monte de El Pardo, después del propio Manzanares.


El arroyo, a su paso por Torrelodones.

El origen de este arroyo se encuentra en la Sierra del Hoyo, una formación montañosa perteneciente a la Sierra de Guadarrama, aunque aislada de ésta, dentro del municipio de Hoyo de Manzanares. Su altitud es relativamente baja, con cotas que oscilan entre los 1.000 y los 1.400 metros.

La nieve tiene una presencia muy ocasional en estas cumbres, lo que determina que el arroyo tenga un régimen muy variable, casi torrencial. Con todo, éste consigue llevar agua todos los meses del año, pero, eso sí, con un fortísimo estiaje.

Después de surcar el término de Hoyo de Manzanares, se adentra en el de Torrelodones, a través de la urbanización Los Peñascales, donde se rodea de viviendas residenciales, tanto chalets independientes como adosados.

Aquí realiza el mayor logro de todo su recorrido, ya que llena el Embalse de Gabriel Enríquez de la Orden, una vieja presa que, en su momento, abasteció de agua a los vecinos de la zona.


Embalse de Gabriel Enríquez de la Orden.

Se dirige posteriormente al Monte de El Pardo, que, como sabemos, está comprendido en su totalidad dentro del término municipal de Madrid. Su entorno lo forman ahora centenares de encinas, aunque el arroyo también es capaz de generar su propia vegetación de ribera.

En su tramo final, discurre por una amplia dehesa, próxima al ferrocarril Madrid-Ávila-Segovia, que corta Monte de El Pardo en dos mitades.

Desde el tren, si uno se fija mucho, es posible divisar su desembocadura en el Manzanares, al que tributa por su margen derecha, cerca del enorme viaducto ferroviario que cruza el río.


El arroyo, retenido en Los Peñascales.

Se trata de uno de los afluentes más relevantes de nuestro 'aprendiz de río', no tanto por la magnitud de su corriente, más bien escasa, sino por la función de corredor biológico que cumple, al comunicar los espacios protegidos del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, donde se integra la Sierra del Hoyo, y del Monte de El Pardo.

De él se benefician las especies animales que habitan en ambos enclaves, facilitando su desplazamiento hasta los mismos límites de la ciudad de Madrid.

Fotografías de J. J. Guerra Esetena, algunas de ellas también publicadas en Wikipedia.

lunes, 10 de enero de 2011

La iglesia tardomedieval de Cerceda

Llegamos hasta Cerceda, una localidad perteneciente al municipio de El Boalo, bañada por el pequeño río Samburiel, en plena Sierra de Guadarrama. Aquí visitamos la iglesia tardomedieval de Santa María la Blanca, una de las escasas muestras de arquitectura gótica que se conservan en la Comunidad de Madrid.

















Fue fundada en tiempos de los Reyes Católicos, a principios del siglo XVI, cuando el gótico se encontraba en una fase muy avanzada. De ahí que este estilo no aparezca en estado puro, sino conviviendo con modelos renacentistas.

Las mezcolanzas son visibles sobre todo en el exterior, donde se advierten rasgos típicamente isabelinos, como las bolas pétreas que decoran las cornisas, e incluso herrerianos, caso de las dos portadas de medio punto que facilitan el acceso desde las fachadas occidental y meridional.

El edificio está orientado al oriente, como era preceptivo en los templos medievales. En esta parte queda la cabecera, que es de forma poligonal, mientras que, al oeste, se sitúa la torre, que presenta cuatro cuerpos, aunque inicialmente sólo había tres. En el último de ellos se abren dos troneras, en las que se aloja el campanario.



La planta es rectangular, con una única nave, que se cubre con una bóveda de crucería, resuelta internamente por medio de nervios terceletes.




















La sujeción se consigue gracias a la acción de doce sólidos contrafuertes, levantados en todos los flancos de la estructura: tres al norte, tres al sur, dos al oeste (a los pies) y cuatro al este (en el ábside), estos últimos a modo de esquinales.



El proyecto original contemplaba la construcción de varias capillas laterales, pero finalmente éstas no pudieron ejecutarse. Este extremo se comprueba en el muro de la epístola, donde pueden verse unos arranques de nervios inconclusos.

















El espacio interior se divide en dos grandes áreas, el altar mayor y el cuerpo principal, que quedan separadas por un arco apuntado de carácter triunfal. Al fondo se sitúa el coro y, debajo de éste, el baptisterio, que se integra dentro de la base de la torre.



El acceso a esta última estancia se realiza a través de un arco de medio punto, adornado con bolas y canaladuras, donde había colocada una reja barroca de madera, que lamentablemente ha desaparecido. En esta dependencia se custodia una interesante pila bautismal del siglo XVI, de estilo renacentista puro.

De origen posterior es el retablo mayor, en el que se advierte una notable influencia herreriana. Es de madera policromada y consta de tres calles y dos cuerpos, que se configuran a partir de los órdenes clásicos. Fue realizado por el escultor toledano Alonso Román, quien contó con la ayuda del artista flamenco Isaac de Helle y, secundariamente, de Miguel Pérez.



El conjunto se ilumina por medio de tres vanos, constituidos por arcos de medio punto. Con respecto a la fábrica, se emplea el sillarejo en la mayor parte de la construcción. Únicamente en las bóvedas, así como en las piezas que tienen un origen más reciente, caso del último cuerpo de la torre y de la sacristía, se recurre a la sillería regular.

La iglesia fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1982, reconocimiento que, en la actualidad, con la legislación sobre protección del patrimonio transferida a las comunidades autónomas, equivale a Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.

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lunes, 3 de enero de 2011

'Pasión por Madrid' cumple un año

Este 6 de enero celebramos nuestro primer aniversario. Por esta razón, nos quitamos el sombrero ante todos vosotros, lectores ocasionales, seguidores habituales y simples curiosos, que hacéis posible esta aventura que llamamos Pasión por Madrid. Vuestra presencia no sólo da sentido a estas páginas, sino que constituye un auténtico estímulo. Sólo esperamos estar a la altura.

Gracias también, y de todo corazón, a esa gran familia de la 'Madroñosfera', a la que tanto debemos y de la que tanto tenemos que aprender. Desde el primer momento fuimos acogidos como un miembro más y, con su ayuda, hemos ido creciendo poco a poco. Ojalá algún día lleguemos a parecernos a esos fabulosos blogs que diariamente nos descubren cosas nuevas sobre Madrid.

Las entradas más visitadas

Aprovechamos este momento de celebración para destacar los diez reportajes que, en este primer año de vida de Pasión por Madrid, han tenido un mayor seguimiento.

Las casas rústicas de los jardines románticos. Las casas rústicas se pusieron de moda en los siglos XVIII y XIX, como elementos ornamentales y recreativos de los jardines palaciegos. Aún se conservan algunas de ellas.

La Playa de Madrid. La primera playa artificial de España se construyó en Madrid en 1932. Se trataba de un embalse, arrebatado al río Manzanares, alrededor del cual se articuló un gran complejo deportivo.

Desde el mirador del Templo de Debod. La vista que se contempla desde este enclave del Parque del Oeste es una de las más hermosas de nuestra ciudad y, curiosamente, una de las más desconocidas.

Museo de Colecciones Reales, ¿otra panorámica rota? La polémica construcción de este museo puede poner en peligro la panorámica del Palacio Real, la Plaza de la Armería y la Catedral de la Almudena, con el Campo del Moro a sus pies.
Proyecto Madrid Río, una mirada crítica. La polémica ha acompañado a algunas de las actuaciones de este proyecto: la Puerta del Rey, el Túnel de Bonaparte o el encajonamiento del Manzanares son algunas de ellas.

La Romería de San Isidro en ocho imágenes históricas y artísticas. Realizamos un recorrido histórico por una de las tradiciones más populares de Madrid, con imágenes de los siglos XVIII, XIX y XX.

Una isla en el Manzanares. El 'aprendiz de río' tuvo sus islas y, en una de ellas, situada muy cerca del Puente del Rey, fue construida una piscina privada de estilo racionalista. Con la última canalización del Manzanares, todo desapareció.

Bañarse en el Manzanares. Hasta los años setenta del siglo XX los madrileños se bañaban alegremente en el Manzanares, que no siempre fue el río contaminado y sucio que conocemos. 
Nuevo Baztán (2): palacio-iglesia y conjunto urbanístico. Este pueblo del sudeste madrileño alberga uno de los conjuntos histórico-artísticos más fascinantes de la región, sin duda alguna, la obra maestra de Churriguera.

El Puente de Fuentidueña de Tajo. La construcción de este puente de hierro en 1868 resolvió el problema del paso del Tajo, en el camino histórico de Castellón. La arquitectura de hierro es una de las grandes desconocidas de la región.