La Calle de Santa Engracia alberga una de las estructuras de uso industrial más bellas de España. Se trata del primer depósito elevado del Canal de Isabel II, que se construyó entre 1908 y 1911, para que el agua llegara sin dificultades a las zonas más altas de Madrid.
Este problema se evidenció a finales del siglo XIX y principios del XX, coincidiendo con la expansión de la ciudad hacia el norte, donde fácilmente se superan los 660 metros de altitud. Por encima de esta cota, era imposible garantizar el suministro mediante los viejos depósitos enterrados, los primeros que utilizó el Canal para recibir y almacenar el agua procedente del río Lozoya.
En 1900 vio la luz el Proyecto de Distribución del Agua, que supuso el final de estas grandes cisternas de inspiración romana y el inicio de la era de los depósitos elevados, que, gracias al principio de los vasos comunicantes, eran capaces de llevar el agua a todas las viviendas.
El primer depósito elevado del Canal de Isabel II fue proyectado siete años después, en 1907. Consiste en una torre de 36 metros de altura, en cuyo interior, en la parte superior, descansa un enorme vaso metálico, que tiene una capacidad de 1.500 metros cúbicos.
Fuente: Ayuntamiento de Madrid.
La función de este recipiente era regular la presión del agua destinada a los barrios de Salamanca, Chamberí y Cuatro Caminos, entre otros núcleos surgidos con el ensanche.
Su llenado era posible gracias a una central elevadora, situada en las inmediaciones, que captaba el agua desde un depósito subterráneo próximo y la bombeaba hasta lo más alto de la torre. Para llevar a cabo este proceso, era necesaria una maquinaria dotada con una potencia de 1.400 CV.
La central en 1912. Fuente: Canal de Isabel II.
Los artífices de este complejo fueron los ingenieros Luis Moya Idígoras, que se responsabilizó del depósito, y Ramón de Aguinaga, autor de la central, quienes contaron con la colaboración de Diego Martín Montalvo.
Moya fue más allá de las típicas 'torres de agua' y concibió una obra de absoluta modernidad, aunque claramente influenciada por el historicismo de la época.
Se aprecian así reminiscencias medievalistas y, más en concreto, mudéjares, no sólo en el tipo de fábrica utilizado, con claro dominio del ladrillo sobre la piedra, sino también en las formas, que emulan construcciones militares.
Incluso, tenía previsto revestir el tambor de la cúpula con azulejos blancos y verdes, al más puro estilo del mudéjar aragonés, idea que finalmente no pudo ser ejecutada.
El depósito tiene planta de poliedro de doce lados, sobre los cuales se levantan sólidos contrafuertes, concebidos para soportar los 1.500 metros cúbicos de agua que, como se ha dicho, era capaz de almacenar el recipiente superior. En su interior, es cilíndrico.
La torre se estrecha y se hace circular en su parte más alta, para poder alojar la cúpula con tambor que sirve de corona. Está hecha en zinc, lo que confiere al conjunto un aire todavía más sugerente.
Con respecto a la central elevadora, es de planta rectangular y está realizada enteramente en ladrillo. Destacan sus grandiosos paneles acristalados, enmarcados en esbeltas arcadas, y su chimenea exenta.
El depósito y su central estuvieron operativos hasta 1952. En 1985, la Comunidad de Madrid, por entonces presidida por Joaquín Leguina, procedió a su restauración y a su acondicionamiento para uso cultural.
La rehabilitación corrió a cargo de Javier Alau y Antonio Lopera Arazo, quienes respetaron escrupulosamente las características originales. Su trabajo fue reconocido con el Premio Europa Nostra.
En el año 1986 fue inaugurada la Sala de Exposiciones del depósito, con una muestra sobre el pintor Salvador Dalí. En la actualidad sigue funcionando como espacio cultural, especializado en el campo de la fotografía.
Fuente: Google Earth.
Hola Jesús,
ResponderEliminarPreciosa edificación que ha maravillado a todo aquél que le guste un poquito la arquitectura de Madrid y su historia. Que contentitos se pondrían los "cuatrocamineros" al poder disfrutar de agua...con presión. ¿Reventaría las tuberías del frontero primer parque de bomberos de Madrid?
Felicidades y un abrazo.
Hola Jesús,
ResponderEliminarEs una edificación-objeto realmente bonita y con una imagen entre belle-époque y modernista poco explotada. No me lo imagino con el tambor en azulejo verde y blanco en plan mudejar aragonés. Creo que salió ganando así, recubierto de cinc.
Felicidades y abrazos.
Hola Manuel:
ResponderEliminarSeguro que alguna tubería reventó, con esas prodigiosas máquinas bombeadoras. Todo un alarde del progreso...
Muchas gracias y un abrazo, Jesús
Hola Antonio:
ResponderEliminarPues creo que nuevamente tienes razón. Esos azulejos sobraban, tal vez por eso el autor los retiró finalmente.
Un abrazo. Gracias!!!
Precioso depósito el que tenemos en el Canal. Siempre me pareció una obra de arte. Recuerdo una vez que pasaba con un amigo y le dije "que preciosidad de depósito", y contestó mi amigo: "Pero si solo es un depósito"...
ResponderEliminarAy madre mía... ten amigos para ésto.
Jeje... Nos ha pasado a muchos, que hemos menospreciado la arquitectura industrial, por ser sólo eso... "industrial". Pero yo ya estoy "curado".
EliminarUn abrazo, Jesús
La de veces que habré pasado por allí sin fijarme… Esa es la virtud de blogs como el tuyo: llamar nuestra atención sobre cosas que nos pasan desapercibidas.
ResponderEliminarEl depósito, visto en la foto de Google Earth, recuerda a una mezcla de templo oriental y nave espacial retro, al estilo Flash Gordon.
Saludos.
Gracias Entangled!!
EliminarÉse es nuestro objetivo: descubrir los pequeños rincones, lo que nos pasa desapercibido, a pesar de ser muy importante. Me alegra mucho tu comentario (gracias)!!
Tengo un amigo que también piensa lo mismo con respecto a los parecidos, aunque él se inclina más a lo de la nave espacial, en plan cápsula!
Un abrazo, Jesús
Hola Jesus. Gozada de edificación! Es al sitio al que mas me gusta ir a ver exposiciones, tiene un encanto especial. Menos mal que lo restauraron y le dieron uso, en lugar de derribarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola José:
ResponderEliminar¿Verdad? Por suerte, no lo tiraron y eso que en la época en que fue restauraron, aún era muy habitual hacer barbaridades con el patrimonio, incluso por parte de la administración.
Además, por entonces, el patrimonio industrial no se consideraba artístico. Sin duda, fue una suerte.
Un abrazo, Jesús
Dedicado a exposiciones, un lugar increíble. Ahora está la de Rosa Muñoz, fotógrafa artística muy interesante
ResponderEliminarHola Amando:
ResponderEliminarGracias por tu comentario y por tu sugerencia. Iremos a ver esa exposición de Rosa Muñoz, sin duda.
Un abrazo, Jesús