Su origen, por tanto, hay que buscarlo en esta última advocación, una de las más veneradas del mundo católico, que, como veremos a continuación, también surgió en Madrid.
Virgen de la Paloma. Anónimo del siglo XVIII. Iglesia de San Pedro el Real o de la Paloma.
Cuando Isabel de Valois (1546-1568), la tercera esposa de Felipe II (1527-1598), llegó a España, se trajo consigo una pintura por la que sentía gran aprecio. En ella se representaba a una Virgen arrodillada, detrás de una cruz vacía.
La reina encargó a Gaspar Becerra (1520-1568) que materializara en una escultura la imagen del cuadro. Siguiendo la costumbre de la época, el artista andaluz realizó una estatua vestidera, que debió acabar hacia 1561, año en el que Madrid fue proclamada capital de España.
Virgen de la Soledad, de Gaspar Becerra (anterior a 1925). Fototeca del Patrimonio Histórico.
Fue María de la Cueva y Álvarez de Toledo, condesa de Ureña y camarera de la soberana, quien sugirió el atuendo de la talla, así como su nombre. Tal vez influida por la reciente pérdida de su marido, propuso llamarla Nuestra Señora de la Soledad y donarle uno de sus vestidos de viuda, la característica saya blanca y manto negro que, en tiempos de los Austrias, utilizaban las nobles castellanas cuando enviudaban.
"Cierto que supuesto que este misterio de la Soledad de la Virgen parece que quiere decir cosas de viudas, que si se pudiese vestir como viuda, de la manera que yo ando, que me holgaría, porque tuviese yo también parte en esto y pudiese servir a Nuestra Señora con un vestido y tocas como estas mías".
Convento de la Victoria, según dibujo de E. Lettre.
La imagen fue bendecida en 1565 y llevada al desaparecido Convento de la Victoria, situado muy cerca de la Puerta del Sol, en la actual Calle de Espoz y Mina, donde fue objeto de una intensa devoción por parte de los madrileños. En muy poco tiempo, logró convertirse en la Virgen más popular de Madrid.
En 1567 se fundó la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que la procesionaba cada Viernes Santo. En 1611 fue construida una capilla propia para la talla, anexa al Convento de la Victoria, que tuvo que ser ampliada en 1660, ante el incesante desfile de fieles.
Fue María de la Cueva y Álvarez de Toledo, condesa de Ureña y camarera de la soberana, quien sugirió el atuendo de la talla, así como su nombre. Tal vez influida por la reciente pérdida de su marido, propuso llamarla Nuestra Señora de la Soledad y donarle uno de sus vestidos de viuda, la característica saya blanca y manto negro que, en tiempos de los Austrias, utilizaban las nobles castellanas cuando enviudaban.
"Cierto que supuesto que este misterio de la Soledad de la Virgen parece que quiere decir cosas de viudas, que si se pudiese vestir como viuda, de la manera que yo ando, que me holgaría, porque tuviese yo también parte en esto y pudiese servir a Nuestra Señora con un vestido y tocas como estas mías".
Convento de la Victoria, según dibujo de E. Lettre.
La imagen fue bendecida en 1565 y llevada al desaparecido Convento de la Victoria, situado muy cerca de la Puerta del Sol, en la actual Calle de Espoz y Mina, donde fue objeto de una intensa devoción por parte de los madrileños. En muy poco tiempo, logró convertirse en la Virgen más popular de Madrid.
En 1567 se fundó la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que la procesionaba cada Viernes Santo. En 1611 fue construida una capilla propia para la talla, anexa al Convento de la Victoria, que tuvo que ser ampliada en 1660, ante el incesante desfile de fieles.
Virgen de la Soledad, de Gaspar Becerra, procesionando (anterior a 1936).
La Soledad fue copiada hasta la saciedad entre los siglos XVI y XVIII. No hubo iglesia española que no contara con una réplica, ya fuera escultórica o pictórica. Además, la costumbre madrileña de sacarla en procesión en Viernes Santo fue adoptada por numerosas congregaciones religiosas de todo el país.
El patrocinio regio del que gozaba la advocación facilitó también su expansión internacional, en concreto por los dominios hispanos de Europa, América y Filipinas, gracias a una iconografía que encajaba perfectamente con los principios de la Contrarreforma.
El investigador Armando Rubén Puente estima que, durante el barroco, hubo al menos veintisiete pintores en Madrid que hacían copias “a un ritmo de dos o tres por semana”.
Según este autor, el Museo del Prado guarda en sus almacenes nueve pinturas que siguen el patrón de la Soledad, mientras que en iglesias y conventos de la ciudad se contabilizan aproximadamente veinte. Entre ellas cabe citar la existente en el humilladero de la Calle de Fuencarral.
Virgen de la Soledad. Anónimo del siglo XVII.
Una de esas copias fue la que, a principios de 1787, dio origen a la advocación de la Virgen de la Paloma, que, pese a ser relativamente reciente, se ha convertido en una de las de mayor fervor de la capital, hasta el punto de desplazar a la Soledad, de la que procede.
Su historia es muy conocida. Al parecer, unos niños estaban jugando en los llamados Corrales de la Paloma con una tela pintada con la Virgen de la Soledad, cuando Isabel Tintero, una vecina del barrio, los convenció para que se la entregaran, a cambio de unas monedas.
La mujer instaló el lienzo en un altar dentro de su propia vivienda, que pronto se convirtió en un lugar de peregrinación. En 1796 se edificó una capilla en condiciones, que quedó bajo la advocación de Nuestra Señora de la Soledad, si bien el nombre que se impuso fue el de la Paloma, en alusión a la calle donde había sido levantada.
La capilla fue derribada en 1896. Ese mismo año empezaron las obras de la iglesia neomudéjar que ha llegado a nuestros días, tal y como la proyectó el arquitecto Lorenzo Álvarez Capra (1848-1901). Fue inaugurada el 23 de marzo de 1912.
Iglesia de San Pedro el Real o de la Paloma, altar mayor (anterior a 1936). Fototeca del Patrimonio Histórico.
¿Y qué pasó con la primitiva Virgen de la Soledad? Tras la Desamortización de Mendizábal, que supuso el derribo del Convento de la Victoria, la talla de Gaspar Becerra fue trasladada en 1837 a la Colegiata de San Isidro, en la Calle de Toledo.
Aquí estuvo apenas un siglo, ya que, en 1936, nada más comenzar la Guerra Civil, desapareció en un incendio. De todos modos, el templo cuenta con otra imagen de la Soledad, que fue labrada en el siglo XIX.