Su obra cabalga entre el gótico de raíces hispanoflamencas y los nuevos modelos renacentistas que él mismo se trajo de Italia, adonde se desplazó hacia 1471 para trabajar al servicio de Federico de Montefeltro, uno de los grandes mecenas del Quattrocento.
Este viaje fue clave para su desarrollo artístico, pues sumó a su genio personal un conocimiento técnico que no sólo enriqueció su concepción del espacio, sino también de las figuras, con sensibles mejoras en los rasgos anatómicos, las expresiones y los movimientos.
Sin embargo, a su vuelta a Castilla, alrededor de 1483, Pedro Berruguete puso freno a todo lo aprendido, tal vez receloso de que su nuevo y rupturista lenguaje pictórico no fuera entendido en España.
De ahí que recuperara algunos postulados medievales, como la aplicación del oro en los fondos, que, en cualquier caso, no lograron impedir que la impronta italiana aflorara en forma de gestos y actitudes más gráciles, nuevas perspectivas o composiciones más audaces.
Este difícil equilibrio entre lo gótico y lo renacentista sirve de contexto a las dos obras, relacionadas con nuestra ciudad, hechas por el autor, que analizamos seguidamente.
La primera de ellas, San Juan en Patmos, fue un encargo de Isabel la Católica (1451-1504), que el artista hizo entregar el día 3 de mayo de 1499 en el Real Alcázar de Madrid a Sancho de Paredes, camarero de la reina.
La soberana nunca se separó de esta tabla, debido a su especial devoción por San Juan Evangelista, al que consideraba su patrón. No en vano su coronación se produjo el 27 de diciembre de 1474, en coincidencia con la festividad de este santo.
La pintura representa al evangelista en el momento de redactar el Apocalipisis, en la isla griega de Patmos. Está acompañado de un águila, su símbolo más característico, elemento que, por deseo expreso de Isabel I, fue incorporado al escudo real.
Siguiendo también sus indicaciones, el cuadro fue trasladado a la Capilla Real de Granada, el templo que la reina mandó construir como su lugar de enterramiento, pocos meses antes de su muerte. Es ahí donde se conserva.
La segunda obra que traemos a colación es La Virgen con el Niño en un trono, que se encuentra en el Museo de Historia de Madrid. Es uno de los pocos tesoros que han llegado hasta nosotros del desaparecido Hospital de la Latina, en la Calle de Toledo, en cuya capilla estuvo más de cuatrocientos años (desde aproximadamente 1500 hasta la demolición del edificio en 1906).
Este trabajo fue realizado a petición de Beatriz Galindo La Latina (1465-1534), fundadora de la citada institución hospitalaria, que seguramente entró en contacto con Berruguete gracias a su estrecha relación con Isabel la Católica, de la que fue preceptora y consejera.
Se trata de una de las creaciones más logradas del artista, en la que se aprecian las tensiones góticas y renacentistas a las que antes aludíamos. Por un lado, las figuras de María y del Niño Jesús dejan ver claras reminiscencias flamencas y, por otro, todo queda enmarcado dentro de una arquería que remite al Renacimiento italiano, cuya cubierta alberga un artesonado mudéjar, típico de la época de los Reyes Católicos.
Las vinculaciones madrileñas de Pedro Berruguete probablemente fueron muchas más, pero lamentablemente la ausencia de datos precisos impide conocerlas.
Este difícil equilibrio entre lo gótico y lo renacentista sirve de contexto a las dos obras, relacionadas con nuestra ciudad, hechas por el autor, que analizamos seguidamente.
La primera de ellas, San Juan en Patmos, fue un encargo de Isabel la Católica (1451-1504), que el artista hizo entregar el día 3 de mayo de 1499 en el Real Alcázar de Madrid a Sancho de Paredes, camarero de la reina.
La soberana nunca se separó de esta tabla, debido a su especial devoción por San Juan Evangelista, al que consideraba su patrón. No en vano su coronación se produjo el 27 de diciembre de 1474, en coincidencia con la festividad de este santo.
La pintura representa al evangelista en el momento de redactar el Apocalipisis, en la isla griega de Patmos. Está acompañado de un águila, su símbolo más característico, elemento que, por deseo expreso de Isabel I, fue incorporado al escudo real.
Siguiendo también sus indicaciones, el cuadro fue trasladado a la Capilla Real de Granada, el templo que la reina mandó construir como su lugar de enterramiento, pocos meses antes de su muerte. Es ahí donde se conserva.
La segunda obra que traemos a colación es La Virgen con el Niño en un trono, que se encuentra en el Museo de Historia de Madrid. Es uno de los pocos tesoros que han llegado hasta nosotros del desaparecido Hospital de la Latina, en la Calle de Toledo, en cuya capilla estuvo más de cuatrocientos años (desde aproximadamente 1500 hasta la demolición del edificio en 1906).
Este trabajo fue realizado a petición de Beatriz Galindo La Latina (1465-1534), fundadora de la citada institución hospitalaria, que seguramente entró en contacto con Berruguete gracias a su estrecha relación con Isabel la Católica, de la que fue preceptora y consejera.
Se trata de una de las creaciones más logradas del artista, en la que se aprecian las tensiones góticas y renacentistas a las que antes aludíamos. Por un lado, las figuras de María y del Niño Jesús dejan ver claras reminiscencias flamencas y, por otro, todo queda enmarcado dentro de una arquería que remite al Renacimiento italiano, cuya cubierta alberga un artesonado mudéjar, típico de la época de los Reyes Católicos.
Las vinculaciones madrileñas de Pedro Berruguete probablemente fueron muchas más, pero lamentablemente la ausencia de datos precisos impide conocerlas.
Incluso es probable que falleciese en nuestra ciudad, según se desprende de diferentes archivos existentes en Ávila, Toledo y Becerril de Campos (Palencia), aunque parece más factible que le llegase la muerte en Paredes de Nava, el pueblo palentino donde nació y donde también vio la luz su hijo, el célebre escultor Alonso Berruguete.
Fachada del actual Convento de La Latina, en la Calle de Toledo, sobre el solar del antiguo hospital.
Bibliografía y fuentes consultadas
- Cuando la pintura renacentista viajó a Castilla, de Lostonsite. Lostonsite's Weblog, 2010.
- Isabel la Católica y el arte, de Gonzalo Anes Álvarez. Real Academia de la Historia, Madrid, 2006.
- La España gótica, volumen 13. Castilla-La Mancha: Toledo, Guadalajara y Madrid, de Bartolomé Aurea de la Morena y Marina Cano Cuesta. Ediciones Encuentro, Madrid, 1998
- Los Berrugete, obras suyas, de Ramón Revilla Vielva. Institución Tello Téllez de Meneses, Palencia, 1965.
- El San Juan de la reina de Castilla, de Juan Solís. El Universal, México, 2003
Fachada del actual Convento de La Latina, en la Calle de Toledo, sobre el solar del antiguo hospital.
Bibliografía y fuentes consultadas
- Cuando la pintura renacentista viajó a Castilla, de Lostonsite. Lostonsite's Weblog, 2010.
- Isabel la Católica y el arte, de Gonzalo Anes Álvarez. Real Academia de la Historia, Madrid, 2006.
- La España gótica, volumen 13. Castilla-La Mancha: Toledo, Guadalajara y Madrid, de Bartolomé Aurea de la Morena y Marina Cano Cuesta. Ediciones Encuentro, Madrid, 1998
- Los Berrugete, obras suyas, de Ramón Revilla Vielva. Institución Tello Téllez de Meneses, Palencia, 1965.
- El San Juan de la reina de Castilla, de Juan Solís. El Universal, México, 2003