Felipe II (r. 1556-1598) fue uno de sus principales impulsores. No solo actuó sobre el edificio, sino también sobre su entorno, con la anexión de las parcelas colindantes para la creación de jardines y plazas. El proceso de adquisición de terrenos alrededor del alcázar dio comienzo en 1556, cinco años antes del establecimiento de la Corte en Madrid.
El alcázar y su entorno en el plano de Pedro Teixeira (1656).
Movido por el ideal renacentista de aproximación a la naturaleza, Felipe II promovió una organización del espacio a partir de tres principios rectores: una zona de placer y disfrute, una huerta para el abastecimiento y un coto de caza.
Sin embargo, las peculiares características del terreno, con profundos barrancos y desniveles, impidieron que ese ideal quedara plenamente materializado. Se construyeron diferentes jardines, que, si bien respondían a la triple funcionalidad antes apuntada, resultaron ser recintos fragmentados, con graves carencias compositivas, como la falta de coaxialidad o la articulación a partir de ejes quebrados.
La orografía también complicó otra de las aspiraciones de Felipe II: la conexión del Real Alcázar con la vecina Casa de Campo, que el soberano había concebido como una villa suburbana de recreo.
A pesar de todo, estamos ante uno de los primeros intentos de introducir el jardín renacentista en España, que, a diferencia del medieval, plantea una apertura al mundo exterior, buscando la integración de la naturaleza y de la arquitectura. Constituye también una de las primeras aproximaciones de la jardinería española a los modelos italianos, aunque muy limitada a los temas decorativos.
En esta serie de tres reportajes que hoy iniciamos, nos centramos en los principales jardines de la época de Felipe II: el del Cierzo, el Campo del Moro (El Parque), el del Rey y la Huerta de la Priora. Comenzamos con los dos primeros.
Jardín del Cierzo
Se trata del único jardín que existía en el Real Alcázar antes de la llegada al trono de Felipe II. De pequeñas dimensiones, se encontraba en la cara norte, en el solar actualmente ocupado por los Jardines de Sabatini. Estaba delimitado, además de por el propio edificio, por varios lienzos y cubos de la muralla, que servían de muros de contención.
'Vista de la fachada norte del Alcázar de Madrid' (dibujo anónimo). Museu Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona.
La comunicación con el palacio se hacía a través de la Galería del Cierzo, un corredor descubierto de dos plantas, formado por arcos en el nivel inferior y dinteles sobre zapatas en el superior. A través de este pasillo se accedía también a la Torre del Rey de Francia, una torre esquinera llamada así porque, en 1525, sirvió de prisión al monarca francés Francisco I (1494-1547).
La Galería del Cierzo fue levantada en 1539, por orden del emperador Carlos V, que quería suavizar la sobria fachada septentrional del palacio y abrirlo a la naturaleza. No olvidemos que, desde este punto, se divisaban unas espléndidas panorámicas de la Casa de Campo y de la Sierra de Guadarrama.
Plano del alcázar (Juan Gómez de Mora, 1626). Biblioteca Apostólica Vaticana, Ciudad del Vaticano. En tonos rojos, la Galería del Cierzo.
Nada más establecerse en Madrid, Felipe II ordenó intervenir en este recinto, con objeto de transformarlo en un lugar para el retiro. En 1562 encargó al arquitecto Juan Bautista de Toledo (1515-1567) que acristalara la planta alta de la galería, según la moda inglesa que había visto en Londres, y que remodelara el jardín. Para éste, se optó por un trazado a cuadros, dispuestos de manera coordinada con las columnas del corredor.
Con el paso del tiempo, la parte norte del palacio fue perdiendo en importancia, a favor del ala meridional. El Jardín del Cierzo dejó de usarse como tal y terminó convertido en un patio de servicios. Por su parte, la galería fue transformada en un espacio de arte (aquí fueron depositados tres de los vaciados escultóricos que Velázquez se trajo de Italia, además de la célebre copia del Hermafrodito de la Colección Borghese, que el pintor encargó en 1652).
'Hermafrodito' (Mateo Bonuccelli, 1652). Museo del Prado, Madrid (fotografía del Museo del Prado).
El Parque (Campo del Moro)
En 1556 Felipe II decidió adquirir las tierras situadas a los pies de la fachada occidental del Real Alcázar, que, según la documentación de la época, estaban divididas en cuarenta parcelas, cada una de distinto propietario. Uno de ellos era el párroco de la Iglesia de Santa María, que tenía en esa zona un pequeño huerto.
La nueva posesión real recibió el nombre de El Parque. Era mayor que el actual Campo del Moro, pues llegaba hasta las mismas orillas del río Manzanares y, a través del Campo de la Tela (Parque de Atenas), hasta la Puente Segoviana (Puente de Segovia). Estamos hablando de 22 hectáreas, aproximadamente, que se extendían 55 metros por debajo de la cota del palacio.
Madrid en el siglo XVII (pintura anónima). Museo de Historia, Madrid. El alcázar aparece a la izquierda, con El Parque a sus pies.
Fue un espacio reservado a la caza menor. De ahí que fuera concebido como un bosque, con alguna que otra pradera, destinada a la alimentación de las especies animales. En las partes más próximas al Arroyo de Leganitos (Cuesta de San Vicente), las plantaciones se hicieron sin ningún tipo de orden, simulando la naturaleza virgen, mientras que en las restantes sí que se buscó la alineación de los árboles, tal y como puede apreciarse en el plano de Teixeira (primera imagen incluida).
La realidad es que El Parque apenas fue utilizado como cazadero, dada la mayor riqueza cinegética de la vecina Casa de Campo, que le desplazó de esta función. Terminó siendo una zona de paso, por lo que finalmente fueron trazados unos caminos, que dirigían directamente hacia las puertas de salida.
El acceso a la Casa de Campo desde el alcázar era muy complicado. Los coches salían del palacio desde su lado meridional y tomaban una senda junto a la fachada oeste, que, bordeando la barranquera, les llevaba cerca del Arroyo de Leganitos. Desde aquí cruzaban diagonalmente El Parque, hasta llegar al Puente de Segovia. Un camino paralelo a la margen derecha del Manzanares les conducía a la entrada principal del Real Sitio.
Proyecto de Caxés (1570-75). Biblioteca del Palacio Real de Madrid.
Entre 1570 y 1575, el arquitecto y pintor italiano Patricio Caxés (1544-1611) proyectó unir el Real Alcázar con la Casa de Campo, a través de El Parque. Su propuesta, que no pudo llevarse a cabo, no solo habría mejorado la comunicación entre los dos enclaves, sino también la fisonomía del propio palacio, al romper su silueta de edificio cerrado y compacto.
Caxés contempló la construcción de una doble escalera en espiral que, arrancando desde las estancias reales y confluyendo en una pérgola elíptica, se conectaba con una galería que llegaba hasta las orillas del Manzanares. Un puente de tres ojos, hecho en madera y cubierto con un tejadillo y celosías para proteger la intimidad de los reyes, permitía enlazar con la Casa de Campo.
Proyecto de Caxés (detalle de la galería y del puente).
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Sin embargo, las peculiares características del terreno, con profundos barrancos y desniveles, impidieron que ese ideal quedara plenamente materializado. Se construyeron diferentes jardines, que, si bien respondían a la triple funcionalidad antes apuntada, resultaron ser recintos fragmentados, con graves carencias compositivas, como la falta de coaxialidad o la articulación a partir de ejes quebrados.
La orografía también complicó otra de las aspiraciones de Felipe II: la conexión del Real Alcázar con la vecina Casa de Campo, que el soberano había concebido como una villa suburbana de recreo.
A pesar de todo, estamos ante uno de los primeros intentos de introducir el jardín renacentista en España, que, a diferencia del medieval, plantea una apertura al mundo exterior, buscando la integración de la naturaleza y de la arquitectura. Constituye también una de las primeras aproximaciones de la jardinería española a los modelos italianos, aunque muy limitada a los temas decorativos.
En esta serie de tres reportajes que hoy iniciamos, nos centramos en los principales jardines de la época de Felipe II: el del Cierzo, el Campo del Moro (El Parque), el del Rey y la Huerta de la Priora. Comenzamos con los dos primeros.
Jardín del Cierzo
Se trata del único jardín que existía en el Real Alcázar antes de la llegada al trono de Felipe II. De pequeñas dimensiones, se encontraba en la cara norte, en el solar actualmente ocupado por los Jardines de Sabatini. Estaba delimitado, además de por el propio edificio, por varios lienzos y cubos de la muralla, que servían de muros de contención.
'Vista de la fachada norte del Alcázar de Madrid' (dibujo anónimo). Museu Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona.
La comunicación con el palacio se hacía a través de la Galería del Cierzo, un corredor descubierto de dos plantas, formado por arcos en el nivel inferior y dinteles sobre zapatas en el superior. A través de este pasillo se accedía también a la Torre del Rey de Francia, una torre esquinera llamada así porque, en 1525, sirvió de prisión al monarca francés Francisco I (1494-1547).
La Galería del Cierzo fue levantada en 1539, por orden del emperador Carlos V, que quería suavizar la sobria fachada septentrional del palacio y abrirlo a la naturaleza. No olvidemos que, desde este punto, se divisaban unas espléndidas panorámicas de la Casa de Campo y de la Sierra de Guadarrama.
Plano del alcázar (Juan Gómez de Mora, 1626). Biblioteca Apostólica Vaticana, Ciudad del Vaticano. En tonos rojos, la Galería del Cierzo.
Nada más establecerse en Madrid, Felipe II ordenó intervenir en este recinto, con objeto de transformarlo en un lugar para el retiro. En 1562 encargó al arquitecto Juan Bautista de Toledo (1515-1567) que acristalara la planta alta de la galería, según la moda inglesa que había visto en Londres, y que remodelara el jardín. Para éste, se optó por un trazado a cuadros, dispuestos de manera coordinada con las columnas del corredor.
Con el paso del tiempo, la parte norte del palacio fue perdiendo en importancia, a favor del ala meridional. El Jardín del Cierzo dejó de usarse como tal y terminó convertido en un patio de servicios. Por su parte, la galería fue transformada en un espacio de arte (aquí fueron depositados tres de los vaciados escultóricos que Velázquez se trajo de Italia, además de la célebre copia del Hermafrodito de la Colección Borghese, que el pintor encargó en 1652).
'Hermafrodito' (Mateo Bonuccelli, 1652). Museo del Prado, Madrid (fotografía del Museo del Prado).
El Parque (Campo del Moro)
En 1556 Felipe II decidió adquirir las tierras situadas a los pies de la fachada occidental del Real Alcázar, que, según la documentación de la época, estaban divididas en cuarenta parcelas, cada una de distinto propietario. Uno de ellos era el párroco de la Iglesia de Santa María, que tenía en esa zona un pequeño huerto.
La nueva posesión real recibió el nombre de El Parque. Era mayor que el actual Campo del Moro, pues llegaba hasta las mismas orillas del río Manzanares y, a través del Campo de la Tela (Parque de Atenas), hasta la Puente Segoviana (Puente de Segovia). Estamos hablando de 22 hectáreas, aproximadamente, que se extendían 55 metros por debajo de la cota del palacio.
Madrid en el siglo XVII (pintura anónima). Museo de Historia, Madrid. El alcázar aparece a la izquierda, con El Parque a sus pies.
Fue un espacio reservado a la caza menor. De ahí que fuera concebido como un bosque, con alguna que otra pradera, destinada a la alimentación de las especies animales. En las partes más próximas al Arroyo de Leganitos (Cuesta de San Vicente), las plantaciones se hicieron sin ningún tipo de orden, simulando la naturaleza virgen, mientras que en las restantes sí que se buscó la alineación de los árboles, tal y como puede apreciarse en el plano de Teixeira (primera imagen incluida).
La realidad es que El Parque apenas fue utilizado como cazadero, dada la mayor riqueza cinegética de la vecina Casa de Campo, que le desplazó de esta función. Terminó siendo una zona de paso, por lo que finalmente fueron trazados unos caminos, que dirigían directamente hacia las puertas de salida.
El acceso a la Casa de Campo desde el alcázar era muy complicado. Los coches salían del palacio desde su lado meridional y tomaban una senda junto a la fachada oeste, que, bordeando la barranquera, les llevaba cerca del Arroyo de Leganitos. Desde aquí cruzaban diagonalmente El Parque, hasta llegar al Puente de Segovia. Un camino paralelo a la margen derecha del Manzanares les conducía a la entrada principal del Real Sitio.
Proyecto de Caxés (1570-75). Biblioteca del Palacio Real de Madrid.
Entre 1570 y 1575, el arquitecto y pintor italiano Patricio Caxés (1544-1611) proyectó unir el Real Alcázar con la Casa de Campo, a través de El Parque. Su propuesta, que no pudo llevarse a cabo, no solo habría mejorado la comunicación entre los dos enclaves, sino también la fisonomía del propio palacio, al romper su silueta de edificio cerrado y compacto.
Proyecto de Caxés (detalle de la escalera, pérgola y galería).
Caxés contempló la construcción de una doble escalera en espiral que, arrancando desde las estancias reales y confluyendo en una pérgola elíptica, se conectaba con una galería que llegaba hasta las orillas del Manzanares. Un puente de tres ojos, hecho en madera y cubierto con un tejadillo y celosías para proteger la intimidad de los reyes, permitía enlazar con la Casa de Campo.
Proyecto de Caxés (detalle de la galería y del puente).
- Los jardines renacentistas del Real Alcázar (3): la Huerta de la Priora y otros jardines
Bibliografía consultada
Bibliografía consultada
El jardín clásico madrileño y los Reales Sitios, de Alberto Sanz Hernando. Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 2009
Jardines que la Comunidad de Madrid ha perdido, artículo de Carmen Ariza Muñoz. Revista Espacio, tiempo y forma, serie VII, número 14 (páginas 269-290). UNED, Madrid, 2001
De castillo a palacio: el Alcázar de Madrid en el siglo XVI, de Veronique Gerard (traducido del francés por Juan del Agua). Xarait Ediciones, Bilbao, 1984
De castillo a palacio: el Alcázar de Madrid en el siglo XVI, de Veronique Gerard (traducido del francés por Juan del Agua). Xarait Ediciones, Bilbao, 1984
La Casa del Campo, de Pedro Navascués, María del Carmen Ariza y Beatriz Tejero, sección del libro A propósito de la 'Agricultura de los Jardines' de Gregorio de los Ríos (páginas 137-159). E. T. S. Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid, Madrid, 1991
Pervivencia de los elementos defensivos medievales en el Real Alcázar de Madrid, del siglo IX a 1734, de Enrique Castaño Perea. IV Congreso de Castellología, Madrid, 2012
La Real Capilla del Alcázar de Madrid: análisis de la documentación gráfica existente para completar una reconstitución gráfica, de Enrique Castaño Perea. Universitat Politècnica de València, Valencia, 2012
Catálogo de la exposición Ecos de Velázquez, de Elena Castillo Ramírez e Irene Mañas Romero. Fundación Cajamurcia, Murcia, 2008
Cercas, puertas y portillos de Madrid (siglos XVI-XIX), de Luz Maria del Amo Horga. Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2003