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lunes, 16 de marzo de 2015

La antigua Casa Municipal del distrito de la Inclusa

Llegamos al número 2 de la Ribera de Curtidores, donde se levanta un soberbio edificio de aire escurialense, perteneciente al Ayuntamiento de Madrid. Fue inaugurado en 1935 para albergar la Tenencia de Alcaldía de la Inclusa, un antiguo distrito en el que quedaba englobado Lavapiés, llamado así por la casa de beneficencia que existió en Mesón de Paredes.

Desde entonces ha tenido múltiples usos. Entre ellos, ha sido Casa de Socorro, Junta Municipal de Arganzuela, Juzgado, Escuela Mayor de Danza, Departamento de Estadística y sede de organizaciones no lucrativas, como el Banco de Alimentos y Mensajeros de la Paz.























Su arquitecto fue Francisco Javier Ferrero (1891-1936), quien tuvo listos los planos en 1932. Estamos hablando de uno de los grandes maestros del racionalismo madrileño, artífice de obras tan indispensables como el Viaducto de la Calle de Segovia, el Mercado de Frutas y Verduras de Legazpi, el Mercado Central de Pescados de la Puerta de Toledo, el Edificio Parque Sur o la Imprenta Municipal.

Sin embargo, el inmueble que ocupa nuestra atención nada tiene que ver con el movimiento racionalista, sino con el neobarroco, un estilo que Ferrero cultivó en los inicios de su carrera y que recuperó con este encargo, en la recta final de su corta vida, tal vez condicionado por el carácter histórico del barrio en el que actuaba.

El neobarroco fue uno de los numerosos historicismos que se desarrollaron en el siglo XIX, si bien en nuestro país no eclosionó hasta el XX, una vez que los círculos académicos superaron sus prejuicios sobre la arquitectura barroca original.

Tanto es así que muchos de los rascacielos que se hicieron en la capital en la primera mitad del siglo XX presentan elementos que replican las creaciones de Pedro de Ribera, especialmente las portadas. Así ocurre en edificios tan conocidos como el de Telefónica, el España o el de Seguros Ocaso.























Aunque, para su proyecto, Ferrero empleó este tipo de modelos en los vanos y portada, su inspiración principal no fue Ribera, sino un barroco mucho más temprano.

Optó por el arquetipo palaciego de los Austrias, definido a comienzos del siglo XVII, en el que se plantea un trazado de planta rectangular, con cubiertas de pizarra, torres angulares y chapiteles en punta, siguiendo la línea herreriana.

Uno de los retos que tuvo que afrontar fue el fuerte desnivel del terreno. El inmueble fue construido en el solar donde antes estuvo el Matadero del Cerrillo del Rastro, en cuesta abajo y a espaldas del promontorio sobre el que hoy día se asienta la Plaza del General Vara de Rey (entonces denominada de Antonio Zozaya).

















De ahí que Ferrero ideara una terraza para la base, que, a modo de muro de contención, le permitió igualar la rasante y mantener el mismo número de plantas en todos los lados.

Este elemento no solo actúa como un terraplén, sino que, en sí mismo, es un espacio funcional, en el que tienen cabida diferentes dependencias y almacenes. Pero, sobre todo, constituye una grandiosa plataforma que realza y magnifica la fachada principal.

















La terraza cuenta con una escalinata en el extremo meridional, una fuente de ornato y varias aberturas, ente las que destaca el arco central, muy decorado, que facilita el acceso a las citadas dependencias.

Los materiales empleados en la fábrica son los característicos de la arquitectura de los Austrias, ladrillo y granito, que se combinan con revoco y caliza de Colmenar de Oreja, esta última reservada a distintas partes de la terraza. Todo ello da lugar a una gran riqueza cromática, con el rojo, el blanco, el marrón y el gris, en diversos tonos, como colores dominantes.























La prensa de la época fue muy elogiosa con el edificio, calificado por La construcción moderna como “uno de los más bellos de Madrid” (15 de mayo de 1935). Esta misma publicación llegó a decir que sus proporciones eran incluso “más armónicas que las de la Casa de la Villa”, al tener ésta únicamente dos pisos, frente a los tres del diseño de Ferrero.

Este equipamiento fue un revulsivo para una zona tradicionalmente deprimida y carente de servicios. Junto a las oficinas municipales, fue habilitada una moderna Casa de Socorro, que vino a sustituir al viejo ambulatorio de la Calle de la Encomienda, que, según El Sol (4 de mayo de 1934), era tan deficitario que los enfermos que ahí acudían "se resistían entrar en aquellas instalaciones y preferían estar en la escalera".


lunes, 24 de noviembre de 2014

Hotel Puerta de América (2)

Después de visitar seis de las catorce plantas del Hotel Silken Puerta de América, continuamos nuestra visita por este singular edificio, en el que convergen las corrientes de diseño más representativas de los siglos XX y XXI.

Planta sexta, Marc Newson

La sexta planta es una creación de Marc Newson, quien, como vimos en la entrega anterior, también proyectó el Marmobar. Para el vestíbulo y el pasillo el diseñador australiano combina la madera lacada en rojo brillante y la moqueta de lana, mientras que, en las habitaciones, hace uso del mármol, del cuero y de la madera laminada, con el blanco y el gris como colores dominantes.

















Planta séptima, Ron Arad

El israelí Ron Arad apuesta por las líneas curvas para la planta séptima y por los colores blanco y rojo, este último reservado para algunos elementos de las habitaciones.

















El vestíbulo destaca por su techo bulboso y por el sofá circular en el que aquel parece reflejarse. Doce grandes pantallas de LCD ponen el contrapunto rectilíneo, al tiempo que dinamizan el recinto al emitir imágenes en movimiento.



Planta octava, Kathryn Findlay

La arquitecta escocesa Kathryn Findlay opta por la eliminación de puertas y tabiques en las habitaciones y su sustitución, en el caso del baño, por sugerentes cortinas blancas que no tocan el suelo. Para el hall concibe un techo en forma de bulba, que apunta a una zona de asientos de piel, dispuestos a modo de laberinto. Varios paneles horadados con puntos dosifican la luz de la estancia.

















Planta novena, Richard Gluckman

El estadounidense Richard Gluckman juega con la luz y la distribución del espacio para provocar el efecto de una sucesión de cajas "dentro de otra caja", según sus propias palabras. Emplea materiales diversos como el metacrilato, el fibrocemento, el vidrio, el plástico o el aluminio, que se iluminan en tonos fríos en el caso del vestíbulo y pasillo, lo que les confiere un cierto toque industrial, y en tonos cálidos para las habitaciones.



Planta décima, Arata Isozaki

El arquitecto japonés Arata Isozaki echa mano de la tradición de su país para la decoración de la planta décima. Se vale de los contrastes para separar funcionalmente las distintas áreas, desde el intenso blanco del hall a los grises del pasillo, desde los tonos oscuros del dormitorio hasta los colores claros y cálidos del cuarto de baño.

















Planta undécima, Javier Mariscal y Fernando Salas

El diseñador valenciano Javier Mariscal y el arquitecto sevillano Fernando Salas parten del concepto de la alegría para crear un espacio confortable, acogedor e, incluso, divertido. Distintos tipos de estampado revisten los muebles y paredes de las habitaciones y pasillo, mientras que, en el hall, la colorista escultura Cactus, obra del propio Mariscal, recibe al visitante.



Planta decimosegunda, Jean Nouvel

Al igual que hiciera con la fachada, el francés Jean Nouvel convierte el vestíbulo y pasillo de la planta decimosegunda en un enorme lienzo para la palabra escrita.


Las habitaciones, en cambio, las utiliza para reproducir a gran escala la obra de los fotógrafos Nobuyoshi Araki y Alain Fleischer, con su sensual repertorio de imágenes sobre el cuerpo humano y la naturaleza, que parecen fundirse con las panorámicas que pueden divisarse desde cada suite.

















Ático, Jean Nouvel

Además de la fachada y de la planta decimosegunda, Jean Nouvel interviene en algunos espacios del ático. Es el caso del bar Skynight, que se dispone alrededor de un enorme ventanal desde el cual se contempla una espléndida vista de Madrid, y de la pasarela semicircular que recorre exteriormente la parte alta de la fachada, cuyo suelo está hecho en vidrio.

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lunes, 17 de noviembre de 2014

Hotel Puerta de América (1)

Nos dirigimos a la Avenida de América, al Hotel Silken Puerta de América, un proyecto colectivo en el que confluyen los trabajos de diecinueve diseñadores y arquitectos de prestigio internacional, de trece nacionalidades distintas.

Inaugurado en el año 2005, posee catorce plantas, cada una de las cuales ha sido ideada por un autor o un estudio diferente. Doce de ellas están reservadas a habitaciones, mientras que las dos restantes albergan salones, restaurantes, bares y otras áreas comunes. Tiene una superficie de 34.000 metros cuadrados.

Fachada

Nuestra visita comienza por la fachada, diseñada por Jean Nouvel. A partir del armazón realizado por SGA Estudio, al que le fue encargada la estructura y distribución del edificio, el artista francés crea un enorme lienzo de tonos rojizos, anaranjados, amarillos y azulados, donde se escribe, en varios idiomas, el poema Libertad, de Paul Éluard.

















Garaje y planta baja

La decoración del garaje corre a cargo de la italiana Teresa Sapey, quien, siguiendo la premisa de Nouvel para el exterior, configura un espacio colorista y vivaz, en el que se reproduce constantemente la palabra libertad. Por su parte, el británico John Pawson se responsabiliza de la planta baja, con la madera laminada como material dominante y casi único.



Con todo, nuestra atención se detiene en Marmobar, obra del australiano Marc Newson, que destaca por su considerable altura, acentuada por los 400 perfiles de fino aluminio que recorren el techo y uno de los lados, así como por la pieza de mármol de más de ocho metros que sirve de barra.

Planta primera, Zaha Hadid

La iraquí Zaha Hadid, una de las principales representantes del llamado deconstructivismo arquitectónico, concibe una planta de líneas sinuosas y pureza cromática, en la que parecen converger planteamientos barrocos, modernistas y minimalistas. Todos estos rasgos están presentes en el vestíbulo de la planta, presidido por una singular lámpara que cambia de color, en la que ha colaborado Patrik Schumacher.


















Planta segunda,  Norman Foster

El británico Norman Foster combina formas orgánicas y materiales naturales, entre ellos el cuero blanco, para generar una atmósfera elegante y sensual.



En la entrada a la planta, el reputado arquitecto supedita el espacio a una escultura central, obra del artista chino Zhan Wang, mientras que en el pasillo se vale del vidrio translúcido retroiluminado, que parece penetrar hacia el interior de las habitaciones.

















Planta tercera, David Chipperfield

La tercera planta nos recibe con una grandiosa lámpara de cristal de Murano, que tiene su contrapunto en un sillón circular. Les rodea una sugerente composición, basada en el contraste de colores blancos y negros, con la que el británico David Chipperfield consigue transmitir sensaciones de lujo.

















Planta cuarta, Plasma Studio

Plasma Studio rompe con los esquemas tradicionales de la organización espacial y realiza un ejercicio de pura geometría, que parece evocar una película de ciencia ficción. La utilización de planchas de acero inoxidable y una estudiada iluminación refuerzan ese efecto cinematográfico.



Planta quinta, Victorio & Lucchino

La quinta planta se debe a los diseñadores de moda españoles Victorio & Lucchino. Su propuesta es quizá la menos arriesgada, toda vez que recurren a materiales y objetos suntuosos que, como el terciopelo, la laca negra o los muebles de inspiración oriental, se encuentran en el imaginario de un hotel de cinco estrellas.


Próxima entrega

- Hotel Puerta de América (2)

lunes, 23 de junio de 2014

Puerta del Sol 1, de hotel a tienda tecnológica

El histórico edificio del número 1 de la Puerta del Sol inicia una nueva etapa, tras la inauguración el pasado sábado de una tienda de Apple, la cuarta que la multinacional estadounidense abre en la Comunidad de Madrid.
















La puesta en marcha de este centro ha venido precedida de un largo proceso de rehabilitación, que dio comienzo a principios de 2012, cuando la administración autorizó el cambio de uso de este viejo inmueble, ocupado durante más de 140 años por el mítico Hotel París (o Grand Hôtel de París, como se llamó inicialmente).

Considerado como el primer establecimiento hotelero de la capital, este hotel se empezó a construir en 1862 sobre el solar más caro de la Puerta del Sol, donde antes estuvo el Hospital del Buen Suceso, que había sido derribado ocho años antes. Su promotor fue Lamberto Fontanella, propietario de la parcela, y su arquitecto Jerónimo de la Gándara, quien dejó listo el edificio en 1864.

Fue un hotel de calidad, con una clara influencia francesa en su decoración y servicios, que apenas tuvo competencia en sus cuatro primeras décadas de existencia. Con la apertura del Ritz (1910) y del Palace (1912) comenzó su decadencia, que se agravaría con el estallido de la Guerra Civil (1936-39). Aún así logró sobrevivir hasta 2006, cuando fue vendido a Apple por 80 millones de euros.



Aunque la remodelación llevada a cabo ha sido muy respetuosa con la fachada, ha introducido cambios muy significativos sobre el paisaje urbano, al condicionar el traslado del rótulo luminoso de Tío Pepe, toda una referencia de ese flanco de la plaza.



La parte interior también ha sido modificada sustancialmente. Se han tirado muros y tabiques para la creación de espacios diáfanos en las dos primeras plantas, que, de las seis que tiene el edificio, son las únicas que están dedicadas a la venta.



El vaciado no ha impedido que el local transmita una cierta atmósfera decimonónica, gracias a que se han conservado algunos elementos primitivos, que, lejos de lo que pudiera pensarse, encuentran un perfecto encaje en el contexto tecnológico de la tienda. Es el caso de las vigas de hierro del techo, que se combinan con láminas de madera de nueva incorporación, y de las columnas del mismo material.



El patio de luces ha sido cubierto en su primer piso con un lucernario, que va en la línea de los forjados originales, y que permite la entrada de la luz natural. Junto a él, una escalera de hierro y madera facilita la comunicación de las dos plantas comerciales, así como del sótano.



Mención especial merece este último recinto, donde se han acondicionado diferentes salas de reuniones. No es accesible al público en general, sino a quienes se inscriban en los cursos y conferencias que Apple tiene previsto desarrollar.

No hemos tenido ocasión de visitarlo, pero nos atrevemos a calificarlo como la joya de la rehabilitación. Aquí se encuentra el sótano abovedado del Hotel París y debajo de él los cimientos del Hospital del Buen Suceso, que afloraron en el verano de 2013 y que, pese a su relevancia, no han sido musealizados, por indicaciones expresas de la Dirección General de Patrimonio Histórico.


Fotografía publicada por 'El País' el 10 de julio de 2013.

Una decisión sorprendente y, desde luego, muy cuestionable, por cuanto nos priva a los madrileños de poder contemplar estos importantes restos arqueológicos. En lugar de paneles de cristal, la Comunidad de Madrid recomendó cubrirlos y que la pavimentación reflejara simbólicamente, por medio de un dibujo, el recorrido de la cimentación.


Fotografía publicada en el portal inmobiliario Idealista.

lunes, 17 de marzo de 2014

La Colonia de la Prensa

Nos dirigimos a Carabanchel para visitar la Colonia de la Prensa, que, pese a haber perdido buena parte de sus edificios originales, continúa siendo uno de los conjuntos modernistas más singulares de Madrid. Su acceso principal se encuentra en la Calle de Eugenia de Montijo, a la altura de los números 61 y 63.


Puerta principal.

Se levantó a principios del siglo XX, en la línea de las ciudades-jardín que estaban floreciendo en Europa y que, en el caso madrileño, fueron conocidas como colonias. Este modelo urbanístico defendía la creación de áreas residenciales en zonas periféricas, integradas por casas exentas, pareadas o adosadas, de una a tres plantas y con un pequeño jardín a su alrededor.

Aunque las ciudades-jardín nacieron como una solución dirigida al proletariado, muchas de ellas terminarían dando cabida a las clases medias. Es el caso de la Colonia de la Prensa, que fue planteada como un barrio para periodistas y escritores. De hecho, fue la primera colonia destinada a este colectivo que se hizo en Madrid, anterior, en más de un decenio, a la Colonia de la Prensa y Bellas Artes de Chamartín.

Uno de los chalés originales.

Surgió a partir de una iniciativa de Los Cincuenta, una agrupación formada por profesionales de los medios, que, en 1911, se transformó en la Asociación Benéfico-Cooperativa de Construcción de Viviendas Baratas Colonia de la Prensa. Fue la primera cooperativa española que se acogió a la Ley de Casas Baratas, aprobada el citado año, una norma que puede entenderse como un precedente de la vivienda social en nuestro país.

Ventanal con rejería modernista.

Las casas se hicieron en unos terrenos situados a medio camino entre Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo, por entonces municipios independientes, a partir de un proyecto de Felipe Mario López Blanco, redactado en 1911. Su propuesta planteaba un trazado ortogonal alrededor de una plaza central, donde confluían 65 parcelas de entre 540 y 620 metros cuadrados de superficie.

El citado arquitecto dejó definidas dos tipologías de vivienda, aunque con posibilidad de que cada propietario hiciese variaciones a su gusto. Sin menoscabo de la unidad del conjunto, esta personalización diversificó la presencia de elementos constructivos (desde torreones a frontones, pasando por porches o desvanes) y materiales (ladrillos, revoco, cerámicas, hierro...), al tiempo que enriqueció el repertorio ornamental.


Diferentes interpretaciones para el mismo elemento constructivo.

La primera piedra se puso en 1913, en un acto que contó con la asistencia del rey Alfonso XIII, y en 1916 se terminó la primera fase de viviendas. Finalmente solo pudieron edificarse 42 chalés de los 65 inicialmente previstos, todos ellos bajo la dirección de López Blanco, quien estuvo activo en la colonia hasta 1921, año de su muerte.

Durante la Guerra Civil el lugar sufrió daños de consideración, aunque las mayores pérdidas llegaron en la segunda mitad del siglo XX, con el crecimiento urbano de los Carabancheles. Pese a los esfuerzos de rehabilitación que algunos particulares hicieron en los años ochenta, solamente ha llegado hasta nosotros una pequeña muestra de los edificios originales.

El mejor conservado es la puerta principal, que no solo servía de portería, sino también de locutorio telefónico y parada del tranvía. Consta de una marquesina y de dos torres cuadrangulares de tres pisos, que se elevan a los flancos, todo ello con una decoración modernista de influencia vienesa, catalana y francesa.

Los motivos naturalistas aparecen principalmente en las ménsulas de escayola que sostienen internamente la marquesina y en las rejerías, mientras que la geometría se adueña de los adornos de ladrillo que recorren los muros de los torreones laterales.


Marquesina y cartelón de la puerta principal.

El estilo modernista también está presente en la ornamentación de algunos chalés (esgrafiados, forjados, elementos cerámicos...), aunque con menor intensidad que en la puerta y también con un menor grado de pureza, puesto que, en algunos casos, se mezcla con toques regionalistas.

Especialmente sugerentes son los letreros de cerámica que anuncian las calles, en su mayoría obra de Juan Ruiz de Luna, así como el cartelón que corona la puerta principal, enmarcado por un arco de hierro, donde se indica el nombre de la colonia. Fue hecho por Julián Montemayor en 1918.


Letreros viarios.

Artículos relacionados

La serie "Modernismo madrileño" consta de estos otros artículos:
- La Manzana Roca

Bibliografía consultada

La ciudad preindustrial. La ciudad burguesa. El crecimiento espacial, de Gaspar Fernández Cuesta y Fernando Quirós Linares (directores). Tomo I del Atlas temático de España. Ediciones Nobel, Madrid, 2010

Madrid modernista: guía de arquitectura, de Óscar Da Rocha Aranda y Ricardo Muñoz Fajardo. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2007

El modernismo en la arquitectura madrileña: génesis y desarrollo de una opción ecléctica, de Óscar Da Rocha Aranda. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009

lunes, 27 de enero de 2014

Dos obras de Rafael de La-Hoz

Rafael de La-Hoz Castanys es uno de los arquitectos que más están contribuyendo a definir el Madrid del siglo XXI. No en vano se ha responsabilizado de algunos de los proyectos más ambiciosos de los últimos años, como los centros empresariales de Endesa, Repsol y Telefónica, que ya forman parte de nuestro perfil urbano.

Junto a estos gigantescos complejos, ha llevado a cabo obras de menor envergadura, que, no por ello, pierden en interés. Es el caso de la sede de A.M.A., situada en la Vía de los Poblados, y del inmueble construido en el número 48 de Gran Vía, dos de sus últimas intervenciones en la capital, que analizamos a continuación.

Sede de A.M.A.

Nuestro primer destino es la nueva sede de la Agrupación Mutual Aseguradora (A.M.A.), que se encuentra en el Parque Empresarial Cristalia, dentro del Campo de las Naciones. Fue edificada en el año 2010 e inaugurada en enero de 2011, aunque el proyecto data de 2006.



Con una superficie de más de 10.000 metros cuadrados, distribuidos en siete pisos, el edificio se concibe como un enorme paralelepípedo oblicuo, que se levanta del suelo desde una planta menor a la realmente ocupada. La sensación final es la de una fachada que va aumentando en volumen hasta alcanzar su plenitud a partir del segundo nivel de altura.


Esta configuración da lugar a dos voladizos laterales en plano inclinado, que, externamente, hacen más liviano el conjunto, al tiempo que permiten la conexión visual de los distintos elementos del paisaje. Internamente, la inclinación se aprovecha para crear, en uno de los voladizos, un auditorio.


Las fachadas reflejan las tensiones que confluyen en la estructura por medio de líneas diagonales, que recorren de arriba a abajo las caras longitudinales, en sentido divergente. Este trepidante ritmo se apacigua en los extremos, donde prima la horizontalidad.


Gran Vía, 48

Nos dirigimos ahora a la Gran Vía, esquina con la Calle de Tudescos, donde se ubica el primer inmueble construido en el siglo XXI en esta emblemática avenida. Ocupa el solar del desaparecido Banco Atlántico, un edificio de hormigón y cristal, levantado en los años sesenta del siglo XX y derribado en 2011, que siempre suscitó polémica.



Rafael de La-Hoz plantea un proyecto respetuoso, que no llama la atención, en el que se mantienen los ritmos, proporciones y alturas de los edificios colindantes. Todo ello interpretado con claves actuales, "ya que la nueva arquitectura no utiliza volutas, cariátides, cornucopias y bajorrelieves, a diferencia del resto de la calle", según sus propias palabras.

Tampoco los materiales son los de antes, aunque inicialmente, siguiendo ese principio de dialogar con la arquitectura existente, se contempló la posibilidad de utilizar revoco para la fachada, en la línea de otros inmuebles de la Gran Vía.

Finalmente se optó por un granito de procedencia gallega, cuyo suave colorido (un beige muy tenue, casi imperceptible) queda perfectamente integrado dentro del entorno, sin que ello menoscabe la especificidad cromática del edificio.



El principal reto del proyecto fue salvar la fractura que provoca la considerable altura del vecino Palacio de la Prensa, muy superior a la de la manzana donde se integra el edificio. Rafael de La-Hoz lo resuelve con una armónica combinación de volúmenes, que facilita el escalonamiento de las distintas alturas.

Mención especial merece el cuerpo cúbico de la parte superior, concebido como el 'peldaño' por el que se desciende visualmente desde el Palacio de la Prensa. Por su disposición en voladizo, como suspendido en el aire, creemos ver en este elemento un pequeño homenaje del autor a su padre, el también arquitecto Rafael de La-Hoz Arderius, que en la celebrada Torre Castelar buscó el mismo efecto de ingravidez.



A todo ello se añade el juego de líneas de las fachadas, conseguido mediante el cruce asimétrico de ejes verticales y horizontales, que no solo proporciona dinamismo a la composición, sino también profundidad, gracias a una configuración en saliente.

El edificio tiene una superficie de más de 12.000 metros cuadrados, que dan cabida a un total de trece plantas. Es de uso residencial y consta de 97 apartamentos, todos ellos de alto standing, que pueden llegar hasta los 310 metros cuadrados.

lunes, 20 de enero de 2014

La antigua sede de 'El Correo Español'

Nos dirigimos al número 14 de la Calle de Pizarro, en pleno barrio de Malasaña, donde se encuentra la antigua sede del periódico El Correo Español, un edificio de principios del siglo XX, convertido hoy día en hostal, con el que recuperamos la sección "Modernismo madrileño".

Se trata de una de las pocas obras que quedan en pie en nuestra ciudad de Mauricio Jalvo Millán (1867-1932), un arquitecto que desarrolló un estilo imaginativo y personal, a partir de rasgos modernistas libremente interpretados, combinados eclécticamente con otros elementos.



El Correo Español fue fundado en el año 1888 por el periodista Luis María de Llauder, como la gaceta oficial del Partido Carlista. Contó con el impulso de Enrique Aguilera y Gamboa, el célebre marqués de Cerralbo, a quien los madrileños debemos la magnífica casa-museo que lleva su nombre, situada en el barrio de Argüelles.

A principios del siglo XX el periódico se hizo con un inmueble en la Calle de Pizarro, donde, además de instalar sus oficinas y rotativas, terminaría creando la llamada Casa de los Tradicionalistas, alentado por el partido que le auspiciaba.

Mediante esta iniciativa, los carlistas darían la réplica a las Casas del Pueblo, que el Partido Socialista Obrero Español estaba implantando con notable éxito en numerosos puntos del país.



El proyecto de remodelación y acondicionamiento fue encargado en 1910 a Jalvo Millán, curiosamente el mismo autor que, dos años antes, había levantado en la Calle de Piamonte la Casa del Pueblo más grande de España, sin duda alguna una de sus mejores creaciones, tristemente derribada en 1953.

La inauguración tuvo lugar el 9 de marzo de 1912, tal y como recogió la publicación semanal Nuevo Mundo, que se mostró muy complaciente con los resultados: "del antiguo caserón, destartalado y ruinoso a la magnífica Casa de los Tradicionalistas, que hoy ocupa aquel lugar, media una gran diferencia, salvada por el arte, el talento y la constancia del arquitecto, que ha tenido que vencer dificultades casi insuperables".


El inmueble, antes y después de la intervención de Jalvo. Revista 'Nuevo Mundo' (1912).

Del edificio ideado por Jalvo Millán se conserva prácticamente intacta la fachada, no así el interior, que ha resultado muy transformado con el paso del tiempo, sobre todo a raíz de su adecuación como hostal. Su última gran reforma tuvo lugar en la primavera de 2008.

Haciendo gala de su particular eclecticismo, el arquitecto planteó una fachada asimétrica, en la que pueden distinguirse dos influencias principales. La secesión vienesa parece vislumbrarse en la planta baja, en el mirador lateral, en las pilastras y en el ático, mientras que en los ventanales y en el balcón principal se recurre al neogótico.



Según los investigadores Óscar Da Rocha y Ricardo Muñoz, esta duplicidad obedecía al deseo de diferenciar los dos usos con los que fue concebido el edificio. La función periodística quedaba representada en una corriente de vanguardia, como el modernismo austriaco, mientras que las soluciones neogóticas referenciaban el ideal de la Casa de los Tradicionalistas.

Los citados autores también destacan la singularidad del inmueble en el contexto arquitectónico madrileño, por la "adopción de un estilo medievalista, más habitual en la arquitectura religiosa que en la industrial o comercial".

Y terminamos con una breve reseña a los trabajos de forja que decoran los vanos de la planta inferior y, sobre todo, el balcón principal, con su barandilla y las dos soberbias lámparas que flanquean los lados.



Bibliografía

El Marqués de Cerralbo (1845-1922): biografía política, de Agustín Fernández Escudero. Universidad Complutense. Madrid, 2012

Revista Nuevo Mundo, número 949 (14 de marzo de 1912), página 32. Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.

Madrid modernista: guía de arquitectura, de Óscar Da Rocha Aranda y Ricardo Muñoz Fajardo. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2007

El modernismo en la arquitectura madrileña: génesis y desarrollo de una opción ecléctica, de Óscar Da Rocha Aranda. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009

Historia de la Calle de Pizarro (antes de la Magdalena Alta), de M. R. Giménez. Blog Antiguos cafés de Madrid y otras cosas de la Villa, Madrid, 2012