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viernes, 29 de enero de 2010

La Calle del 7 de Julio



La pequeña Calle del 7 de julio no llamaría la atención de no ser porque ofrece una bella perspectiva de la Plaza Mayor. Es, en realidad, una de sus nueve entradas y, más en concreto, una de las seis que Juan de Villanueva enmarcó por medio de un arco monumental de medio punto, dentro de su proyecto de reconstrucción de la plaza, tras el incendio de 1790 (existe un séptimo arco, pero está cegado).

A pesar de su corto recorrido, la calle tiene una larga y sangrienta historia. Conocida antiguamente como de la Amargura, por ser el camino que seguían los reos para ser ajusticiados públicamente en la Plaza Mayor, cambió su nombre a raíz de los sucesos del 7 de julio de 1822, que, en buena parte, se desarrollaron en esta pequeña vía.

Aquel día la Milicia Nacional salió a la calle en defensa de la Constitución, que estaba amenazada por los devaneos absolutistas de Fernando VII, y sufrió el feroz ataque de dos batallones de la Guardia Real.

En su número del 8 de julio de 1899, 77 años después de aquellos hechos, la revista Blanco y Negro recordaba así lo ocurrido: "La victoria fue completa para las tropas de la Constitución, y declarados en fuga los batallones de la Guardia Real, fueron acuchillados por las caballerías, siendo fama que el propio rey, viendo perdida su causa, azuzó desde un balcón de Palacio a los perseguidores".

Caminando por la calle, apartando la vista de los pies y mirando alto, por encima del arco que da entrada a la Plaza Mayor, el peatón descubrirá un relieve con dos ángeles, custodiando una placa conmemorativa. Fue instalada en 1840, con la siguiente leyenda: "A los héroes del 7 de julio de 1822".

martes, 19 de enero de 2010

Accidente aéreo en la Calle Mayor



Esta escultura de las inmediaciones de la Calle Mayor abre la sección "Mirar hacia arriba", reservada al Madrid de los balcones, las cornisas, los áticos y los tejados. Aquí tendrán cabida las estampas menos conocidas de una ciudad que se mira demasiado los pies y que, por sus prisas, no ha descubierto que existe otra realidad suspendida en las azoteas.

Es el caso de este ángel situado en lo alto del edificio de la Calle Milaneses, número 3, muy cerca de la Calle Mayor, donde lleva colgado desde el año 2005. Su difícil equilibrio suele pasar inadvertido a la gran mayoría de los viandantes y solamente unos pocos reparan en su existencia. Es entonces cuando se abre el debate: ¿y por qué está boca abajo?

Lejos de interpretaciones luciferianas, que pudieran vincular la pieza con El Ángel Caído de El Retiro, Miguel Ángel Ruiz, su autor, habla sencillamente de un aviador distraído.

En el diario El País del 11 de agosto de 2007, el escultor cuenta la historia de esta distracción: "hace 10.000 años, un hombre alado sale a dar una vuelta, y al volver, volando tranquilamente de espaldas, mientras toma el sol, no se percata de que, en el prado que aterriza siempre, ha crecido toda una ciudad". Para Ruiz, se trata de "una escultura del despiste, una estatua pre-Samur".

La obra es de bronce, con pátina de cobre, y pesa más de 300 kilos. Se titula Accidente aéreo, circunstancia que el autor remarcó retorciendo, a modo de fractura, las extremidades de su hombre alado.