lunes, 29 de julio de 2013

La cascada del metro de Chamartín

Nos introducimos en el metro madrileño, para visitar la estación de Chamartín, la más grande de todo el suburbano. Fue inaugurada en abril de 2007, cuando los tiempos de bonanza permitían este tipo de infraestructuras, después de veintiocho meses de obras y un presupuesto de 188 millones de euros.

Foto: Pamesa Cerámica.
Su construcción fue especialmente compleja, ya que, al estar situada debajo de diferentes edificaciones, no se pudo hacer uso de la tuneladora, sino que hubo que excavar con "pico y pala", un método que, si bien ralentizó los tiempos y endureció los trabajos, garantizó la seguridad de todo el proceso.
La estación tiene una superficie total de 35.000 metros cuadrados y una profundidad que llega hasta los treinta metros, equivalente a un edificio de diez plantas. Consta de cuatro niveles, entre los cuales se han creado varios vacíos, que, lejos de disimularse, han posibilitado desarrollar un espectacular diseño de interiores.


Foto: Pamesa Cerámica.

El vacío más impresionante comunica el primer nivel, donde se sitúan los vestíbulos, y el cuarto, donde están los andenes de las líneas 1 y 11 (esta última en proyecto). Por lo tanto, recorre verticalmente toda la altura de la estación.
Este espacio ha sido objeto de una especial atención ornamental. Se encuentra atravesado por dos pilas pilotes exentas, junto a las cuales ha sido instalado un enorme paño curvo, que, a modo de mural, reproduce una catarata por medio de una sorprendente iluminación en movimiento.
El citado lienzo cubre tres de los cuatro niveles, hasta alcanzar una altura de veintiún metros y cincuenta metros de desarrollo horizontal en curva. Mide más de mil metros cuadrados de superficie, sobre los cuales se extiende una lona retroiluminada con luz fluorescente que, por su parte trasera, da vida a la caída del agua.
La escultura lleva por título Iguazú y su diseño se debe a Vicente Patón y Alberto Tellería. Según los autores, ha sido concebida para ligar todo el espacio y crear un efecto unitario, además de servir de imagen de referencia de la estación.

Foto: Yahoo! Tendencias.

lunes, 22 de julio de 2013

Una noticia triste y otra para reflexionar

Juan Luis García, seguidor de este blog, nos ha hecho llegar una triste noticia. El grupo escultórico 'Los atletas', al que dedicamos un artículo hace casi dos años, fue destruido la semana pasada, entendemos que accidentalmente, mientras se realizaban unas obras en una edificación próxima.


Octubre de 2011.

Este conjunto fue ejecutado en 1946 por el artista navarro Fructuoso Orduna (1893-1973), en arenisca blanca. Está integrado por seis figuras, representativas de otras tantas disciplinas deportivas, que, pese a que fueron concebidas de manera independiente, fueron colocadas en grupo, a las puertas del Instituto Ramiro de Maeztu.

En realidad, las estatuas destruidas han sido cuatro. Nuestro informante nos ha comentado que fue testigo de cómo se llevaron los restos en carretillas. Desconocemos qué harán con ellos, pero mantenemos la confianza de que procederán a su restauración. Una tarea que presumimos bastante compleja, por lo endeble del material utilizado en la construcción.

El lugar donde estaba el monumento ha sido protegido con una malla verde. Mirando a través de la misma hemos podido confirmar que, en efecto, se mantienen dos figuras íntegras, mientras que de las otras cuatro no quedan más que algunos fragmentos, por lo general, partes seccionadas de las extremidades inferiores.


Julio de 2013.

La otra noticia la conocimos el martes 16 de julio por la prensa. El cuadro La Virgen con el Niño en un trono, obra maestra de Pedro Berruguete (h. 1445-1503) y propiedad del Ayuntamiento de Madrid, va a ser cedido al Museo del Prado, donde se expondrá junto con otros trabajos del pintor palentino.

A cambio, la pinacoteca pondrá a disposición del consistorio varias pinturas pertenecientes a sus fondos, que está relacionadas directamente con la ciudad. Entre ellas se encuentran diferentes paisajes urbanos y escenas costumbristas de José del Castillo, Ramón Bayeu o Ginés de Aguirre, además de retratos de figuras de la realeza.

La tabla La Virgen con el Niño en un trono fue encargada por Beatriz Galindo (1465-1534) para la capilla del Hospital de la Latina, una de las instituciones que la célebre humanista fundó en Madrid. Aquí permaneció hasta la demolición del edificio en 1906.

Después de deambular por distintos lugares, el cuadro pasó al Museo de Historia, hasta que, en el año 2012, fue trasladado al Museo de San Isidro, junto con los sepulcros renacentistas que Beatriz Galindo ordenó construir para ella y su marido, Francisco Ramírez, igualmente para la citada capilla.


La noticia nos ha pillado por sorpresa y divide nuestra opinión. Una obra tan magnífica como ésta merece, sin duda alguna, alojarse en El Prado, donde están los más grandes.

Pero, por otro lado, nos da muchísima pena que no se exponga en un museo de titularidad municipal, sobre todo considerando que, en su última ubicación, el cuadro se encontraba contextualizado históricamente, al lado de otras piezas que también proceden del Hospital de la Latina.

Nos da pena también porque esta cesión es contraria a nuestro sueño de poder reunir, bajo un mismo techo, las obras de arte medieval y renacentista de origen madrileño que ahora mismo están desperdigadas en distintas dependencias municipales, museos nacionales o entidades religiosas. No son muchas, pero, si se lograran aglutinar en un mismo museo, la colección sorprendería a más de uno. En fin, era solo un sueño.

Solamente esperamos que el paso dado por el Ayuntamiento responda realmente a una verdadera política museográfica y no sea un nuevo remiendo en la cadena de despropósitos que acumulan los espacios culturales que dependen de su gestión, con museos desaparecidos, como el de la Ciudad, o sumidos en un largo proceso de reforma, como el de Historia, o con buena parte de la colección sin exponer, como el de San Isidro. 

Por no hablar de otros recintos, que se encuentran completamente desaprovechados (Conde Duque, Palacio de Cañete, CentroCentro...) o cerrados a cal y canto, sin proyecto alguno, como ocurre con la Casa de la Villa.

lunes, 15 de julio de 2013

Puerta Cerrada, número 4

En la primavera de 2011 fue demolido el edificio existente en el número 4 de la Plaza de Puerta Cerrada. Ello significó la desaparición de uno de los murales que el diseñador Alberto Corazón pintó en 1983, pero, a cambio, quedaron al descubierto varios restos del recinto amurallado que los cristianos levantaron Madrid entre los siglos XI y XII.



En una de las esquinas del solar liberado, puede verse un lienzo de la muralla, que arranca desde el suelo y llega hasta la segunda planta. Todo parece indicar que forma parte del muro que fue documentado en el último tercio del siglo XX, aunque en referencia al número 6 de la plaza, donde se encuentra el Bar La Escondida.



Se trata de uno de los lienzos más importantes que se conservan de la muralla, pues no solo mantiene completa la altura original, sino también el adarve o camino de ronda e, incluso, el pretil. Solo que, desde el número 4, no podemos ver más que un pequeño fragmento, correspondiente a la base, que apenas permite hacerse una idea de sus auténticas dimensiones.

Más relevante, si cabe, es el arco de medio punto que se abre justo encima. Podría pertenecer al torreón de la muralla que comparten, desde sus respectivas traseras, los números 4 y 6 de la Plaza de Puerta Cerrada y el número 4 de la Cava Baja.

Si se confirman nuestras sospechas, podríamos estar ante la puerta de ingreso a la torre, desde el adarve. En su interior, se observa una escalera en ascenso, actualmente apuntalada, que, pese a los materiales modernos que la recubren, bien podría tener un origen medieval.



Solo esperamos de nuestras autoridades que pongan un especial empeño para salvaguardar estos restos y que faciliten todos los medios para su exploración y estudio. Desde que se produjera el derribo, hace ya más de dos años, apenas hemos visto actividad en la zona.

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lunes, 8 de julio de 2013

El Monumento a Calvo Sotelo que no llegó a construirse

El Monumento a José Calvo Sotelo es una pieza fundamental en la iconografía de la Plaza de Castilla. Su peculiar remate, en forma de tronco piramidal, configura una de las postales más reconocibles de Madrid, con esa M imaginaria que dibuja en el cielo, en su acercamiento visual a la Puerta de Europa.



Este monumento es el resultado de un concurso de ideas, convocado en el año 1955 a instancias de la desaparecida Diputación Provincial de Madrid. Se quería rendir homenaje al político y jurisconsulto gallego, cuyo asesinato el 13 de julio de 1936, cinco días antes del estallido de la Guerra Civil, tenía una especial significación para el franquismo.

De los trece proyectos que concurrieron, resultó seleccionado el que firmaron el arquitecto Manzano Monís Mancebo y el escultor Carlos Ferreira de la Torre, que es el que ha llegado a nuestros días.

Pero no queremos hablar de la propuesta ganadora, sino de la que presentó Francisco de Asís Cabrero (1912-2005), una figura imprescindible de la arquitectura española del siglo XX. Los madrileños le debemos obras tan notables (y, al mismo tiempo, tan polémicas) como la Casa Sindical, en el Paseo del Prado, que sirve de sede al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.


Fuente: Franciscocabrero.com

Su proyecto para el Monumento a Calvo Sotelo nos fascina, aunque comprendemos que, de haberse construido, hubiese provocado la misma controversia, o incluso más, que el edificio que acabamos de citar, no sólo por sus singulares características, sino también por sus connotaciones políticas.

Consiste en dos colosales triángulos laterales, dispuestos en oblicuo, que parecen converger en un punto central simulando unas alas, en clara alusión a la Victoria de Samotracia. Les separa un eje de simetría, gracias al cual quedan delimitados otros dos triángulos, aunque, en este caso, vacíos.

Esta enorme estructura se hubiese instalado en la Plaza de Lima, en pleno Paseo de la Castellana. Según señaló el propio autor, "se pretendía ubicar el volumen de una construcción conmemorativa en el espacio urbano del eje viario de primera importancia".

"La solución adoptada perseguía la identificación simbológica de las alas victorianas con el enmarcamiento funcional, ambas cuestiones programadas, símbolo y función, se intentaban conseguir en una sola unidad arquitectónica".


Fuente: Franciscocabrero.com

Cabe suponer que este proyecto fue demasiado avanzado para la época. Tal vez los evaluadores del concurso no lograron entender cómo se podía erigir un monumento a un político, sin que ese político tuviera presencia en el mismo.

Fue una pena que no ganara.

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La serie "El Madrid no construido" consta de estos otros artículos:
- La cámara subterránea de la Cuesta de la Vega
- Del Monumento a Colón a la Esfera Armilar
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- Sachetti o la catedral que nunca tuvimos

viernes, 5 de julio de 2013

'La esmeralda de Kapurthala'

Acaba de estrenarse en la terraza veraniega del Teatro Galileo 'La esmeralda de Kapurthala', una comedia con aires de vodevil, escrita y dirigida por Marta Torres, que nos permitimos recomendar a nuestros lectores. Tuvimos la ocasión de presenciarla hace unos días y la verdad es que salimos encantados.



La obra narra en clave de humor la vida de un personaje que existió realmente. Se trata de Anita Delgado (1890-1962), una bailarina malagueña que llegó a Madrid para ser una gran estrella y terminó convirtiéndose en la reina de Kapurthala, ante la admiración de todo el mundo.

En 1906, en vísperas del enlace de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, el maharajá de Karputhala, uno de los invitados a la boda, acudió al local donde actuaba Anita Delgado. Prendado de sus encantos, le propuso matrimonio y se la llevó a su país, donde fue proclamada maharaní.


Anita Delgado entre 1910 y 1915.

En realidad, todo es un pretexto para rendir homenaje al género de las varietés y qué mejor manera de hacerlo que convirtiendo al elenco de actores en cómicos a la antigua usanza, capaces de ponerse el mundo por montera cuando se suben a un escenario.

El espectáculo pone a prueba sus dotes para cantar, bailar, tocar instrumentos musicales, imitar voces, travestirse, hacer magia e, incluso, atreverse con alguna rifa o subasta para recaudar dinero, como solían hacer las compañías teatrales que antaño recorrían la geografía española. Su enorme talento queda fuera de toda duda.

Todo ello con el trasfondo musical del cuplé, que sirve de hilo conductor a una historia que, por más que sea real, parece sacada del más fantástico de los cuentos.

lunes, 1 de julio de 2013

Los replicantes del Hospital de la Latina

A pesar de que fue demolido en el año 1904, el Hospital de la Latina sobrevive de alguna manera. Su recuerdo no sólo perdura en la toponimia madrileña, sino también en la arquitectura de numerosas construcciones modernas, que, dentro y fuera de la ciudad, no han dudado en emular, cuando no replicar, su magnífica portada tardomedieval.



Realizada en 1507 por el alarife Hazán, la portada pudo salvarse del derribo, junto con una escalera plateresca, los sepulcros de los fundadores del hospital y diversas pinturas. Hoy día se encuentra en la Escuela Superior de Arquitectura, en la Ciudad Universitaria, donde fue trasladada después de varias décadas olvidada en los depósitos municipales.

La portada empezó a popularizarse como modelo arquitectónico a finales del siglo XIX, al hilo de las corrientes historicistas de la época. Por sus características formales, en la confluencia de las tradiciones musulmana y cristiana, encajaba perfectamente tanto en el neogótico como en el neomudéjar, sin olvidarnos del neoárabe.


Iglesia de San Fermín de los Navarros.

El primer edificio en incorporarla fue la Iglesia de San Fermín de los Navarros (1886-1891), en la Calle de Eduardo Dato, levantada en estilo neomudéjar por Eugenio Jiménez Correa y Carlos Velasco Peinado. Su acceso principal, que se abre bajo la torre, en el eje longitudinal, reproduce claramente el concepto de la Latina.


Casa de Pérez de Ayala.

En la Calle del General Arrando se encuentra la Casa de Pérez de Ayala (1897-1899), también llamada del Conde de Cedillo, por ser éste su primer propietario. Su arquitecto, Joaquín María Fernández y Menéndez-Valdés, se inspiró en el gótico veneciano para el diseño de los vanos, excepción hecha de la portada, donde tomó prestado el esquema del maestro Hazán. Entre 1904 y 1910 la casa fue objeto de un recrecido de dos plantas, además de otras reformas, que alteraron su planteamiento inicial.


Actual Convento de la Latina.

Sobre el solar del Hospital de la Latina, en la Calle de Toledo, se alza en la actualidad un convento neomudéjar, heredero del primitivo cenobio que había junto a la institución hospitalaria. Fue realizado en 1907 por el arquitecto Juan Bautista Lázaro, quien, a modo de homenaje, sintetizó en la fachada la portada del viejo hospital.


Instituto de Valencia de Don Juan.

Situado en la Calle de Fortuny, el Instituto Valencia de Don Juan fue construido como palacio en 1889 y, posteriormente, reconvertido en museo. En 1914 le fue añadido un anexo, obra de Vicente García Cabrera, quien mantuvo el estilo neoárabe del primer edificio. El acceso a esta parte imita el modelo que el maestro Hazán ideó cuatrocientos años antes.


Patio de Armas del Castillo de la Mota (Medina del Campo). Fuente: Wikimedia Commons.

Conforme iba avanzando el siglo XX y el historicismo iba perdiendo fuelle, la portada del Hospital dejó de ser un referente arquitectónico. No obstante, en los años cincuenta y sesenta del citado siglo, volvió a ser objeto de varias réplicas, no ya destinadas a palacios o iglesias de nueva factura, sino a monumentos históricos en proceso de reconstrucción o recreación.

Es el caso del Castillo de la Mota, en Medina del Campo (Burgos), cuyo Patio de Armas luce la que puede ser considerada como la mejor copia existente de la portada. No en vano fue realizada a partir de un vaciado de la original, que, por entonces, se encontraba almacenada en los depósitos del Ayuntamiento de Madrid.


Casa-museo de Colón (Valladolid). Fuente: Wikimedia Commons.

La Casa de Colón, de Valladolid, también cuenta con una entrada similar a la madrileña. Este museo fue inaugurado en 1968 sobre una edificación contemporánea que sigue las trazas palaciegas del Renacimiento castellano. Está enclavada en el lugar donde, según la tradición, estuvo la residencia vallisoletana de Cristóbal Colón.

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