
Fotografía del Ayuntamiento de Cenicientos.
Se trata de una roca natural de granito, de unos siete metros de alto y nueve de perímetro, que tiene labrado en una de sus caras un relieve escultórico, muy probablemente de origen romano, además de varias inscripciones, de diferentes épocas.
La piedra se halla en las primeras estribaciones de la Sierra de Gredos, dentro de una finca privada dedicada a labores agrícolas, a varios kilómetros del casco urbano de Cenicientos, muy cerca del límite con la provincia de Toledo.
Su lado nororiental está horadado, de tal suerte que se forma una especie de hornacina, de unos 2,40 metros de alto y 1,27 de ancho y una profundidad que oscila entre los 16 y 20 centímetros.
La oquedad presenta tres secciones: una cabecera semicircular lisa y dos espacios rectangulares apaisados, esculpidos. La situada en el centro es, sin duda, la más interesante, ya que aquí aparece una escena en bajorrelieve, donde se representan dos personas mirando a una tercera, todas ellas ataviadas con atuendos romanos.
En la tercera sección distinguida, pueden apreciarse dos siluetas borrosas de animales, una de las cuales podría corresponderse con un toro y la otra con una ternera o, tal vez, una cabra.
Estas dos figuras muestran un estado de conservación muy delicado, tras haber sido raspadas por el dueño de la finca, quien, harto de las continuas visitas a su propiedad, actuó de este modo con la intención de detener el flujo de curiosos.
Igual suerte corrió la leyenda que hay inscrita en una de las esquinas de la hornacina, por lo que resulta muy difícil descifrarla. En realidad, hay que hablar de dos inscripciones superpuestas: una medieval y otra realizada durante la dominación romana, que queda debajo.

Fotografía del Ayuntamiento de Cenicientos.
Mucho se ha especulado sobre la funcionalidad de este megalito. Quizá el estudio más concluyente al respecto sea el de la profesora Alicia M. Canto, a quien ya hemos citado en este blog, concretamente en el artículo dedicado a la Silla de Felipe II.
Para esta prestigiosa investigadora, estamos ante un sacellum o santuario rural, posiblemente del siglo II después de Cristo, que estuvo consagrado a la diosa Diana. Fue levantado por un tal Sisquinio para dar las gracias a la divinidad por algún favor concedido a su esposa.
Al menos, esto es lo que se desprende de la interpretación que hace la autora de las inscripciones semi-borradas y de la propia escena esculpida en la piedra. Podría entenderse que se está representando una ofrenda, con Sisquinio y su mujer como oferentes, y la diosa Diana, en actitud receptiva.
El megalito también fue un hito divisorio, dado su emplazamiento justo en la frontera oriental entre las provincias hispanas de Lusitania y Tarraconense, y una señal que advertía de la presencia inmediata de bosques sagrados, como parecen indicar las garras de oso que hay labradas en la zona trasera de la roca.
Alicia M. Canto apoya este último dato en un texto de Latinus Togatus, redactado en el siglo III después de Cristo: "si en un hito divisorio o sobre una piedra natural se representara la garra de un oso, significa que comienza un bosque [sagrado]".
Se concluye así que en el entorno de Cenicientos hubo antiguamente un bosque sagrado y que éste estuvo encomendado a Diana, diosa virgen de la caza y protectora de la naturaleza.

Fotografía del Ayuntamiento de Cenicientos.
Bibliografía consultada
La 'piedra escrita' de Diana en Cenicientos (Madrid) y la frontera oriental de Lusitania, de Alicia M. Canto. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid, 1994