Cortesía de Gustavo Vieites.
La actual red ferroviaria que atraviesa la Comunidad de Madrid comenzó a gestarse en la segunda mitad del siglo XIX. Muchos trazados de aquella época siguen operativos, convenientemente actualizados y adaptados a las necesidades actuales. Pero otros muchos dejaron de funcionar y quedaron en el más absoluto abandono.
Es el caso del ferrocarril que unía Madrid con el municipio toledano de Almorox, del que aún se conservan diversas infraestructuras de interés histórico, si bien la mayor parte ha desaparecido. Hoy nos ocuparemos del puente de hierro situado sobre el río Guadarrama, todavía en pie, y de sus diferentes estaciones, con especial mención a la de Goya, que fue derribada para edificar viviendas.
Un poco de historia
La citada línea férrea fue promovida por una sociedad de capital belga. Empezó a entrar en servicio el 15 de julio de 1891, cuando se inauguró oficialmente el primer tramo, que llegaba hasta Navalcarnero. Pocos meses después, el 26 de diciembre, se puso en marcha el segundo, que terminaba en Villa del Prado. Hubo que esperar varios años, hasta 1901, para alcanzar Almorox, el destino final.
Se construyó para el tránsito de viajeros, pero, fundamentalmente, para el transporte de mercancías. El objetivo era facilitar la llegada de productos agrícolas a la capital desde los fértiles valles de los ríos Guadarrama y Alberche, que hasta entonces se transportaban en pesados carros tirados por mulas, a través de caminos secundarios.
El ferrocarril Madrid-Villa del Prado-Almorox era de vía métrica, una tipología por entonces muy utilizada en las comunicaciones comarcales, al resultar mucho menos costosa que el ancho nacional, reservado para las grandes distancias. Pertenecía a la red de FEVE, la compañía en la que se integran los ferrocarriles españoles de vía estrecha.
En la década de los sesenta del siglo XX, la línea empezó a tener problemas económicos, debido, principalmente, a la competencia del transporte por carretera, con lo que, en 1965, se tomó la decisión de clausurar el tramo Navalcarnero-Almorox, el más deficitario.
El año 1970 supuso el cierre definitivo del histórico ferrocarril o, mejor dicho, su conversión en una línea de cercanías, gestionada por Renfe, tras proceder al desdoblamiento, electrificación y adaptación al ancho nacional de las vías. Estos trabajos se circunscribieron únicamente al tramo Madrid-Móstoles y se prolongaron hasta 1976.
Las estaciones
La estación término estuvo emplazada junto al río Manzanares, cerca del Paseo de Extremadura y de la actual Calle de Saavedra Fajardo. Fue bautizada con el nombre de Goya, por su proximidad con la Quinta del Sordo, donde vivió el genial pintor aragonés.
La Estación de Goya aparece en la parte inferior de la imagen, hacia el centro.
Sus obras comenzaron en 1883, un año antes de que a la empresa promotora le fuera concedida la licencia del tramo Madrid-Navalcarnero, el primero que arrancó. El proyecto se debió a Fernando María de Castro y fue elaborado en 1882.
De reducidas dimensiones, su modesta arquitectura la convertía en la hermana pequeña de las grandes estaciones ferroviarias madrileñas, como las del Norte, Atocha y Delicias. Ocupaba una superficie de apenas 492 metros cuadrados y estaba hecha en ladrillo, con cubierta de teja.
En 1965, la compañía que gestionaba la línea férrea consideró la posibilidad de derribar la estación para vender su solar y construir viviendas. Las plusvalías obtenidas con este movimiento ayudarían a paliar las dificultades económicas de aquellos momentos. Tal operación no pudo llevarse a cabo hasta 1969, año en el que la Gerencia Municipal de Urbanismo dio el visto bueno a la urbanización de los terrenos.
Cortesía de Gustavo Vieites.
La línea férrea llegó a contar con dieciocho estaciones, entre apartaderos y apeaderos. De las ocho primeras (Goya, Empalme, Campamento, Cuatro Vientos, Alcorcón, Colonia Ramírez, Móstoles y Villaviciosa de Odón) apenas quedan restos, ya que sobre esta parte del recorrido discurre en la actualidad la línea C-5 de Cercanías.
Con respecto a las diez restantes (Río Guadarrama, Navalcarnero, Villamanta, Valquejigoso, Méntrida, Río Alberche, Rincón, Villa del Prado, Alamín y Almorox), se mantienen en pie algunas de ellas, aunque su conservación no es muy buena.
El puente sobre el Guadarrama
Entre las infraestructuras que han llegado a nuestros días, la más destacada es, sin duda alguna, el puente de hierro que salva el río Guadarrama, emplazado justo en el límite de los términos municipales de Móstoles y Villaviciosa de Odón.
Se levanta sobre el punto kilométrico 21,300 de la desaparecida línea ferroviaria, junto a un paraje que antiguamente era conocido como Vado de San Marcos. Presenta una estructura en forma de caja, apoyada en los extremos en estribos y en el centro en una sólida base de sillería de granito, que emerge del propio cauce. Se debe a Simón Ruiz Medrano y fue realizado en Navalcarnero.
Además de su gran relevancia técnica, como punto clave del trazado ferroviario, el puente tuvo un enorme interés social. En sus inmediaciones fue construido un apeadero que, con el nombre de Río Guadarrama, se convirtió en un destino de referencia para los excursionistas y bañistas que, procedentes de Madrid, buscaban pasar un día de campo. Por esta razón, se le habilitó un andén peatonal, que permitía a los viandantes cruzar el río sin peligro.
Pese a su importancia histórica, el puente se halla en un lamentable estado, en medio de una zona donde han proliferado las viviendas ilegales, muchas de ellas chabolas. Actualmente, forma parte de una Vía Verde, con la que la Comunidad de Madrid pretende fomentar la práctica del senderismo y del ciclismo.
Agradecimiento especial
Queremos expresar nuestro agradecimiento a Gustavo Vieites Brignolo por su colaboración y gentileza permitiéndonos la publicación de dos fotografías históricas que se encuentran bajo el copyright de Ediciones Amberley S.L. (Inglaterra) y de http://gustavovieites.cmact.com.
También queremos recomendar la visita de la citada página web, todo un derroche de conocimiento sobre la arqueología ferroviaria, en general, y el ferrocarril Madrid-Almorox, en particular.
El ferrocarril Madrid-Villa del Prado-Almorox era de vía métrica, una tipología por entonces muy utilizada en las comunicaciones comarcales, al resultar mucho menos costosa que el ancho nacional, reservado para las grandes distancias. Pertenecía a la red de FEVE, la compañía en la que se integran los ferrocarriles españoles de vía estrecha.
En la década de los sesenta del siglo XX, la línea empezó a tener problemas económicos, debido, principalmente, a la competencia del transporte por carretera, con lo que, en 1965, se tomó la decisión de clausurar el tramo Navalcarnero-Almorox, el más deficitario.
El año 1970 supuso el cierre definitivo del histórico ferrocarril o, mejor dicho, su conversión en una línea de cercanías, gestionada por Renfe, tras proceder al desdoblamiento, electrificación y adaptación al ancho nacional de las vías. Estos trabajos se circunscribieron únicamente al tramo Madrid-Móstoles y se prolongaron hasta 1976.
Las estaciones
La estación término estuvo emplazada junto al río Manzanares, cerca del Paseo de Extremadura y de la actual Calle de Saavedra Fajardo. Fue bautizada con el nombre de Goya, por su proximidad con la Quinta del Sordo, donde vivió el genial pintor aragonés.
La Estación de Goya aparece en la parte inferior de la imagen, hacia el centro.
Sus obras comenzaron en 1883, un año antes de que a la empresa promotora le fuera concedida la licencia del tramo Madrid-Navalcarnero, el primero que arrancó. El proyecto se debió a Fernando María de Castro y fue elaborado en 1882.
De reducidas dimensiones, su modesta arquitectura la convertía en la hermana pequeña de las grandes estaciones ferroviarias madrileñas, como las del Norte, Atocha y Delicias. Ocupaba una superficie de apenas 492 metros cuadrados y estaba hecha en ladrillo, con cubierta de teja.
En 1965, la compañía que gestionaba la línea férrea consideró la posibilidad de derribar la estación para vender su solar y construir viviendas. Las plusvalías obtenidas con este movimiento ayudarían a paliar las dificultades económicas de aquellos momentos. Tal operación no pudo llevarse a cabo hasta 1969, año en el que la Gerencia Municipal de Urbanismo dio el visto bueno a la urbanización de los terrenos.
Cortesía de Gustavo Vieites.
La línea férrea llegó a contar con dieciocho estaciones, entre apartaderos y apeaderos. De las ocho primeras (Goya, Empalme, Campamento, Cuatro Vientos, Alcorcón, Colonia Ramírez, Móstoles y Villaviciosa de Odón) apenas quedan restos, ya que sobre esta parte del recorrido discurre en la actualidad la línea C-5 de Cercanías.
Con respecto a las diez restantes (Río Guadarrama, Navalcarnero, Villamanta, Valquejigoso, Méntrida, Río Alberche, Rincón, Villa del Prado, Alamín y Almorox), se mantienen en pie algunas de ellas, aunque su conservación no es muy buena.
El puente sobre el Guadarrama
Entre las infraestructuras que han llegado a nuestros días, la más destacada es, sin duda alguna, el puente de hierro que salva el río Guadarrama, emplazado justo en el límite de los términos municipales de Móstoles y Villaviciosa de Odón.
Se levanta sobre el punto kilométrico 21,300 de la desaparecida línea ferroviaria, junto a un paraje que antiguamente era conocido como Vado de San Marcos. Presenta una estructura en forma de caja, apoyada en los extremos en estribos y en el centro en una sólida base de sillería de granito, que emerge del propio cauce. Se debe a Simón Ruiz Medrano y fue realizado en Navalcarnero.
Además de su gran relevancia técnica, como punto clave del trazado ferroviario, el puente tuvo un enorme interés social. En sus inmediaciones fue construido un apeadero que, con el nombre de Río Guadarrama, se convirtió en un destino de referencia para los excursionistas y bañistas que, procedentes de Madrid, buscaban pasar un día de campo. Por esta razón, se le habilitó un andén peatonal, que permitía a los viandantes cruzar el río sin peligro.
Pese a su importancia histórica, el puente se halla en un lamentable estado, en medio de una zona donde han proliferado las viviendas ilegales, muchas de ellas chabolas. Actualmente, forma parte de una Vía Verde, con la que la Comunidad de Madrid pretende fomentar la práctica del senderismo y del ciclismo.
Agradecimiento especial
Queremos expresar nuestro agradecimiento a Gustavo Vieites Brignolo por su colaboración y gentileza permitiéndonos la publicación de dos fotografías históricas que se encuentran bajo el copyright de Ediciones Amberley S.L. (Inglaterra) y de http://gustavovieites.cmact.com.
También queremos recomendar la visita de la citada página web, todo un derroche de conocimiento sobre la arqueología ferroviaria, en general, y el ferrocarril Madrid-Almorox, en particular.