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lunes, 10 de enero de 2011

La iglesia tardomedieval de Cerceda

Llegamos hasta Cerceda, una localidad perteneciente al municipio de El Boalo, bañada por el pequeño río Samburiel, en plena Sierra de Guadarrama. Aquí visitamos la iglesia tardomedieval de Santa María la Blanca, una de las escasas muestras de arquitectura gótica que se conservan en la Comunidad de Madrid.

















Fue fundada en tiempos de los Reyes Católicos, a principios del siglo XVI, cuando el gótico se encontraba en una fase muy avanzada. De ahí que este estilo no aparezca en estado puro, sino conviviendo con modelos renacentistas.

Las mezcolanzas son visibles sobre todo en el exterior, donde se advierten rasgos típicamente isabelinos, como las bolas pétreas que decoran las cornisas, e incluso herrerianos, caso de las dos portadas de medio punto que facilitan el acceso desde las fachadas occidental y meridional.

El edificio está orientado al oriente, como era preceptivo en los templos medievales. En esta parte queda la cabecera, que es de forma poligonal, mientras que, al oeste, se sitúa la torre, que presenta cuatro cuerpos, aunque inicialmente sólo había tres. En el último de ellos se abren dos troneras, en las que se aloja el campanario.



La planta es rectangular, con una única nave, que se cubre con una bóveda de crucería, resuelta internamente por medio de nervios terceletes.




















La sujeción se consigue gracias a la acción de doce sólidos contrafuertes, levantados en todos los flancos de la estructura: tres al norte, tres al sur, dos al oeste (a los pies) y cuatro al este (en el ábside), estos últimos a modo de esquinales.



El proyecto original contemplaba la construcción de varias capillas laterales, pero finalmente éstas no pudieron ejecutarse. Este extremo se comprueba en el muro de la epístola, donde pueden verse unos arranques de nervios inconclusos.

















El espacio interior se divide en dos grandes áreas, el altar mayor y el cuerpo principal, que quedan separadas por un arco apuntado de carácter triunfal. Al fondo se sitúa el coro y, debajo de éste, el baptisterio, que se integra dentro de la base de la torre.



El acceso a esta última estancia se realiza a través de un arco de medio punto, adornado con bolas y canaladuras, donde había colocada una reja barroca de madera, que lamentablemente ha desaparecido. En esta dependencia se custodia una interesante pila bautismal del siglo XVI, de estilo renacentista puro.

De origen posterior es el retablo mayor, en el que se advierte una notable influencia herreriana. Es de madera policromada y consta de tres calles y dos cuerpos, que se configuran a partir de los órdenes clásicos. Fue realizado por el escultor toledano Alonso Román, quien contó con la ayuda del artista flamenco Isaac de Helle y, secundariamente, de Miguel Pérez.



El conjunto se ilumina por medio de tres vanos, constituidos por arcos de medio punto. Con respecto a la fábrica, se emplea el sillarejo en la mayor parte de la construcción. Únicamente en las bóvedas, así como en las piezas que tienen un origen más reciente, caso del último cuerpo de la torre y de la sacristía, se recurre a la sillería regular.

La iglesia fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en el año 1982, reconocimiento que, en la actualidad, con la legislación sobre protección del patrimonio transferida a las comunidades autónomas, equivale a Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.

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viernes, 15 de enero de 2010

El Samburiel, un pequeño afluente para un aprendiz de río

El río Samburiel es el principal afluente del Manzanares. Llamado generosamente río, cuando en realidad se trata de un arroyo que se ha hecho grande, recoge las aguas de La Maliciosa, la novena cumbre más elevada de la Comunidad de Madrid, con 2.227 metros de altitud. Se precipita por las empinadas laderas de la montaña, con tal grado de desquiciamiento que los lugareños lo llaman, en este tramo, arroyo de Peña Cabrita.


El río Samburiel, remansado, antes de desembocar en el Embalse de Santillana.

Va camino del Valle de la Barranca, donde embellece con su curso uno de los parajes más emblemáticos del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. Se dirige posteriormente a Navacerrada y otra vez vuelve a cambiar de nombre (ahora lo denominan como al municipio). Aquí es retenido en el embalse que lleva el nombre del pueblo.

Cambia de aires y se adentra por tierras que el Marqués de Santillana hizo famosas en sus serranillas. Primero pasa por Becerril de la Sierra y después va hacia El Boalo (Descendiendo Yelmo Ayuso, contra Bóvalo tirando, en este valle de suso, vi serrana estar cantando), cuyo término el río cruza a través de Cerceda, el principal núcleo de población boalense.

En esta zona también es conocido como San Muriel (¡cuántas denominaciones para tan pequeño río!), el último de sus topónimos. En su tramo final, se encamina hacia Manzanares el Real, donde desemboca en el Embalse de Santillana, al que nutre el río Manzanares.