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lunes, 29 de septiembre de 2014

La Iglesia de San Ginés, antes y ahora (2)

Hace cuatro años iniciamos la serie “Antes y ahora”, con la que pretendemos analizar la evolución que han tenido nuestros monumentos. La primera entrega de esta sección estuvo dedicada a la Parroquia de San Ginés, a la que acudimos otra vez, tras descubrir nuevas fotografías históricas, fechadas entre 1927 y 1936, que amplían la información que teníamos sobre ella.

Si bien las primeras referencias de esta iglesia, una de las más antiguas de Madrid, se sitúan en el siglo XII, su estructura definitiva es resultado de las actuaciones desarrolladas a partir de 1645, a las que siguieron otras de menor entidad en los siglos XVIII, XIX y XX.

En 1868, en el contexto reformista que vivía el urbanismo madrileño, estuvo a punto de ser demolida, por indicaciones expresas del ayuntamiento. Se consideraba que el templo afeaba el entorno, especialmente la fachada que da a la Calle del Arenal, y que su solar podía ser aprovechado para crear equipamientos sociales o viviendas.

Fue su párroco, José Moreno Montalbo, quien consiguió salvarla. Hizo una encendida defensa de su iglesia, argumentando que la falta de estética no era aplicable a todo el conjunto, sino que provenía de un cuerpo levantado en el segundo piso de la citada fachada. Si se procedía a la eliminación de este elemento, el problema se resolvía de inmediato.

Tan convincente resultó que el consistorio recapacitó sobre el derribo e instó al sacerdote a ejecutar la remodelación, aunque bajo directrices municipales. El proyecto fue firmado por el arquitecto José María Aguilar, quien, en línea con las recreaciones historicistas de la época, propuso una ornamentación neoplateresca, muy alejada de las trazas barrocas del templo.

Este desfase de estilos provocó la feroz oposición del Arzobispado de Toledo, del que por entonces dependía eclesiásticamente la capital, y por supuesto del cura, que llegó a decir lo siguiente: “déjese el Señor Aguilar de renacimientos muy a propósito para lucirse, pero no para provecho de mi iglesia, donde como vieja y de fundación poco adornada, no pegan demasiado".

De nada valió su resistencia. Las obras se llevaron finalmente a cabo, con un presupuesto de 174.155 ducados, entre los años 1870 y 1872. Fruto de las mismas fue la adecuación del solar de la Calle del Arenal, históricamente ocupado por un cementerio, como un atrio. Éste fue delimitado con una verja de considerable altura y convertido en la entrada principal del templo.




Al tiempo, fue erigida una nueva fachada de aire renacentista, concebida en dos alturas. En la parte baja fue abierto un pórtico, formado por tres arcos carpanel, al que se accedía por medio de una escalera protegida por una baulastrada curvada.




En el piso alto se dispusieron tres ventanas, compartiendo eje con los arcos del pórtico. La central alcanzaba un alto valor compositivo, pues estaba presidida por un frontón triangular y custodiada a cada lado por una columna y una pilastra.

Este esquema decorativo se repetía en las dos construcciones laterales que flanqueaban el atrio, existentes desde el siglo XVIII. Sus ventanas superiores fueron enmarcadas con pilastras muy similares a las del vano central que acabamos de describir, mientras que las inferiores contaban además con un copete a modo de remate.




En una postal anterior a 1914 hemos podido comprobar que estos dos anexos estaban coronados con una balaustrada, profusamente decorada, que no aparecen en las fotos históricas que hemos incluido más arriba, captadas, como se ha comentado, entre 1927 y 1936. Tal vez se retiraron por su mal estado.




En las restantes fachadas de la iglesia no se intervino, con lo que el efecto final era el de un edificio heterogéneo e inconexo. Afortunadamente todo él fue revocado, con apariencia de sillares de piedra, un recurso que, mal que bien, contribuía a una cierta sensación de unidad.

Todos estos desmanes fueron corregidos a partir de 1956, cuando se le dio a la iglesia su fisonomía actual, más acorde con el estilo barroco con el que fue diseñada. No solo fueron retirados los ornatos renacentistas, sino que el revoco fue sustituido por una fábrica de ladrillo, con cajas de mampostería.

El flanco de la Calle del Arenal fue recrecido con una tercera altura y un frontón superior, que le permiten destacarse sobre los dos cuerpos laterales y alcanzar el protagonismo que merece una fachada principal. Por su parte, el atrio -sin duda, la gran aportación de la reforma anterior- fue simplificado con una verja más discreta y la retirada de los balaústres.

Fotografías

Las fotografías históricas que ilustran el reportaje pertenecen al Archivo Loty de la Fototeca del Patrimonio Histórico, excepción hecha de la incluida en último lugar, que es una postal de J. Lacoste, propiedad del Museo de Historia de Madrid. Las fotos a color son de autoría propia.

Bibliografía

La Parroquia de San Ginés, de María Belén Basanta. Cuadernos de Arte e Iconografía, tomo IX, números 17 y 18. Madrid, 2000

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lunes, 13 de junio de 2011

Puerta Cerrada, una postal casi perdida

Los célebres murales de Puerta Cerrada, todo un icono de la ciudad, están poco a poco desapareciendo, sin que las autoridades municipales hagan nada para evitarlo. La última pérdida se produjo hace escasas semanas, de tal modo ya sólo quedan tres de las seis pinturas que se hicieron originalmente.

Estos murales fueron realizados en 1983 por el diseñador Alberto Corazón (1942), a partir de una iniciativa del por entonces alcalde Enrique Tierno Galván (1918-1986). Se trataba de embellecer un espacio dominado, en dos de sus flancos, por destartaladas medianerías, que le daban un aspecto parco y desordenado.

La solución de los murales no pudo ser más exitosa. La plaza pronto se convirtió en uno de los lugares más fotografiados de Madrid y no hubo guía turística que no incluyera entre sus páginas alguna imagen de la renovada Puerta Cerrada.

Lamentablemente, cada vez queda menos que fotografiar. Del grupo de tres murales situados en la parte suroccidental del recinto, junto a la embocadura de la Cava Baja, únicamente se conserva uno.

En febrero de 1995 fue destruido el famoso 'gallo carnicero' de Alberto Corazón, a causa de una obras llevadas a cabo en la medianería donde había sido pintado. Y en esta primavera acaba de esfumarse el paisaje de vivos colores que estaba al lado, debido a la demolición del edificio que le servía de soporte.

Únicamente sobrevive el bodegón de frutas y verduras situado en la esquina de la Cava Baja, aunque se hace necesaria una urgente restauración, no sólo para corregir los efectos del paso del tiempo, sino más bien para reparar lo que ha hecho el hombre, como los adheridos de cemento que surcan la superficie.



Vista de los murales en una antigua postal de los años ochenta del siglo XX y en una fotografía del 9 de junio de 2011.

Con respecto al otro grupo, que se ubica en el lado oriental de la plaza, inicialmente había tres murales. Uno de ellos era un trampantojo que simulaba una fachada decimonónica, donde, subido en una falsa cornisa, había dibujado un pintor de brocha gorda, acompañado de un gato.

Esta pintura desapareció tras la apertura de varios balcones en lo que antes era una medianería. Es decir, la fachada ficticia ha terminado siendo sustituida por una fachada real, sin que la mayoría de los madrileños se haya dado cuenta del cambio.

El resultado final es que, de este grupo pictórico, sólo se mantienen en pie dos murales: uno de ellos es una esquematización del viejo lema de la villa Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son y el otro es un trampantojo, a modo de celosía con una enredadera.

Al igual que en el caso anterior, su estado de conservación es lamentable. Del primero ha desaparecido la superficie acuática que Alberto Corazón dejó pintada, mientras que la parte inferior del segundo se encuentra llena de graffitis. Sin duda, un triste espectáculo.



En la fotografía superior (propiedad de Oronoz) puede verse el trampantojo que había en el edificio de la izquierda, sustituido en la actualidad por una fachada real (imagen inferior, tomada el 9 de junio de 2011). La comparativa también permite comprobar el deterioro sufrido por los murales, con la desaparición incluso de algunos dibujos originales.

lunes, 7 de febrero de 2011

El Monumento de Isabel la Católica, antes y ahora

Recuperamos la sección “Antes y ahora” comparando dos fotografías del Monumento de Isabel la Católica, una de 1900 y otra del pasado mes de enero. Esta obra, una de las más destacadas del escultor barcelonés Manuel Oms Canet (1842–1889), fue inaugurada por todo lo alto en noviembre de 1883, hace casi 130 años.

Fotografía del año 1900. Museo de Historia.

Fotografía del 23 de enero de 2011.

El monumento estuvo inicialmente en medio del Paseo de la Castellana, que, a finales del siglo XIX, se estaba configurando como una importante zona de esparcimiento. 

Tenía como vecinos dos notables construcciones decimonónicas: hacia el oeste quedaba el Colegio de Sordomudos y Ciegos (en la actualidad, Escuela Superior del Ejército) y, hacia al este, el Palacio de la Industria y de las Artes, donde hoy tiene su sede el Museo Nacional de Ciencias Naturales. 

En 1958, se decidió su traslado, ya que entorpecía la circulación de vehículos. Fue llevado unos metros más allá, para ocupar un lugar secundario, en uno de los laterales de la Castellana, con un promontorio arbolado a sus espaldas, que prácticamente lo oculta.

A pesar de su limitada visibilidad, se trata de un enclave tranquilo y cuidado, que se ha embellecido con jardines, un estanque y dos surtidores.

Con la mudanza, el pedestal original fue sustituido. De estilo neoárabe, constaba de un cuerpo central cilíndrico, en el que podían verse las armas de los Reyes Católicos y de la Villa de Madrid, y a su alrededor ocho columnillas nazaríes, dispuestas en parejas y sosteniendo los escudos de Castilla, León, Navarra y Aragón. Todo ello realizado en mármoles de distintos colores.

El pedestal actual es de planta ochavada y está hecho en piedra de granito, con lápidas de caliza en cada flanco. Sus cuatro chaflanes portan los emblemas en bronce de Castilla, León, Granada y Aragón. 

En el frontal, hay un escudo de Madrid y la siguiente leyenda: “A Isabel la Católica, bajo cuyo glorioso reinado se llevó a cabo la unidad nacional y el descubrimiento de América. El pueblo de Madrid, 1883”.

Con respecto al grupo escultórico que preside el conjunto, éste no ha sufrido transformaciones con el paso del tiempo. Está integrado por tres figuras de bronce, que representan a Isabel la Católica montada a caballo, al Gran Capitán y al Cardenal Mendoza. 

No debemos olvidar que este monumento oficialmente se denomina "La apoteósis de Isabel la Católica marchando a la realización de nuestra unidad nacional".

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lunes, 15 de noviembre de 2010

La Iglesia de San Ginés, antes y ahora (1)

Inauguramos la sección "Antes y ahora", en la que queremos mostrar la evolución urbanística y arquitectónica de los espacios públicos madrileños, a partir de documentos preferentemente gráficos.

Empezamos con la Iglesia de San Ginés de Arlés, una de las más antiguas de nuestra ciudad y también una de las más conocidas, dada su céntrica situación, en plena Calle del Arenal.

De esta parroquia se tienen referencias desde el siglo XII, si bien el edificio que ha llegado hasta nuestro días es fruto de numerosas obras de reforma, reconstrucción y consolidación. Las más importantes fueron las realizadas en 1645, que dotaron al templo de un trazado barroco, típicamente madrileño, sin descartar los trabajos ejecutados en los siglos XIX y XX, con la inclusión de nuevos elementos constructivos.

En este artículo no vamos a entrar en demasiados detalles descriptivos. Tan sólo pretendemos analizar la fotografía histórica que acompañamos, captada entre 1906 y 1914, donde puede verse el flanco septentrional de la iglesia, desde la Calle del Arenal, con un aspecto muy diferente al actual.

La iglesia, antes

Fotografía de J. Lacoste, realizada entre 1906 y 1914. Museo de Historia.

Esta imagen de principios del siglo XIX nos muestra un templo de fisonomía sorprendentemente renacentista, con abundantes motivos ornamentales, sobre todo alrededor de los vanos y en la balaustrada que recorre la parte superior, y con revestimiento de revoco en los muros.

Todo ello fue incorporado durante la remodelación de 1870, en la que el arquitecto José María Aguilar realizó una recreación plateresca, absolutamente descontextualizada, siguiendo las modas historicistas del siglo XIX.

Otro ejemplo de este tipo de intervenciones arquitectónicas lo encontramos en la Iglesia de las Calatravas (1670-1678), en la calle de Alcalá, cuya fachada barroca fue totalmente modificada durante el reinado de Isabel II, a partir de modelos renacentistas milaneses, que todavía se mantienen.

La iglesia, ahora

Fotografía tomada el 6 de noviembre de 2010.

Los añadidos neoplaterescos perduraron hasta 1956, cuando comenzó la última gran transformación que ha tenido la Iglesia  de San Ginés, con la que ésta recuperó la apariencia barroca que podemos ver en la actualidad.

Los adornos fueron eliminados, al tiempo que el revoco fue sustituido por una fábrica de ladrillo, combinada con cajas de mampostería, característica del Madrid de los Austrias.

También fue levantado un tercer cuerpo, rematado con un frontón, en la fachada de la Calle del Arenal, aunque esta pieza no puede apreciarse en las fotografías adjuntas, ya que se oculta dentro del patio que sirve de acceso.

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