
Fotografía de Alfonso Begué (1864).
Esta fuente fue encargada en el siglo XVIII por Joaquín Manrique de Zúñiga (1728-1783), Conde de Baños, para decorar los jardines de su palacio, situado en pleno Paseo de Recoletos, entre las calles de Escurial Alta (actualmente Almirante) y de San Joseph (denominada posteriormente Costanilla de la Veterinaria y hoy día Bárbara de Braganza).
Es probable que fuera instalada en el último tercio del citado siglo, a partir de una remodelación realizada en los jardines, que dio lugar a la creación de dos niveles, denominados Jardín Alto y Jardín Bajo, y a un nuevo trazado de aire francés. Todo ello hizo de estos jardines uno de los más célebres de la villa.
Podemos comprobar este extremo en los planos de Nicolás de Chalmandrier, de 1761, y de Tomás López, de 1785, separados por un intervalo de tiempo de veinticuatro años. Mientras que en el primero los jardines se estructuran en simples cuadrantes, en el segundo se observa un diseño más elaborado, organizado, en lo que respecta al Jardín Bajo, alrededor de una plazoleta central, que imaginamos presidida por la Fuente del Tritón.

Arriba, plano de Nicolás de Chalmandrier (1761). Abajo, plano de Tomás López (1785).
Los jardines del Conde de Baños fueron transformados en el año 1834 en el Jardín de las Delicias, el primer jardín de pago con el que contó la ciudad. Era accesible desde la Calle de Almirante, previo pago de una entrada de cuatro reales, que daba derecho al disfrute de las zonas verdes y recreativas, además de a la asistencia de conciertos y bailes.
En cierto modo, su apertura fue una reacción a una intensa campaña de prensa, iniciada por Mariano José de Larra, en la que se denunciaba que Madrid, a diferencia de otras capitales europeas y de la propia Barcelona, carecía de este tipo de espacios.
La puesta en marcha de este recinto no exigió demasiados cambios en el trazado dieciochesco, más allá de nuevos elementos ornamentales, acordes con el gusto romántico del momento, y de diversas instalaciones dedicadas al ocio, que se añadieron a las viejas construcciones, entre ellas la fuente que nos ocupa.

Dibujo publicado por 'La Ilustración Española y Americana' (1870).
Tres décadas después, en 1864, se acometió el ensanche del Paseo de Recoletos, por el cual éste adquirió sus dimensiones actuales. Lejos de ser destruida, la Fuente del Tritón quedó incorporada al nuevo ancho de la vía, aunque en una rasante inferior, junto con una parte del primitivo Jardín Bajo.

Plano de Otto Neussel (1877), con el paseo ensanchado y el Circo Price edificado.
Sobre los terrenos del Jardín Alto, Thomas Price levantó en 1868 el circo que llevaría su apellido, según un proyecto del arquitecto Pedro Vidal. Estaba hecho en madera y tenía una pista central, de planta circular.
El Circo Price estuvo en este lugar hasta 1880, año en el que sería inaugurado su nuevo local de la Plaza del Rey. En el solar que quedó libre la Duquesa de Medina de las Torres ordenó construir en 1881 su palacio residencial, obra de Agustín Ortiz de Villajos, que sirve de sede en la actualidad a la Fundación Mapfre.

La fuente y el Circo Price en un grabado de la época.
Fue el comienzo del declive de la Fuente del Tritón, que no solo debió quedar en el más absoluto abandono, sino que además empezó a ser despreciada. Así se desprende de la lectura de algunos periódicos de la época, caso de El Liberal, que llegó a justificar su retirada por tratarse de una "fuente de mal gusto y honda, cuyo rebasamiento del agua mantiene charcas pestilentes" (2 de febrero de 1886).
Tal vez por ello no estén del todo claras las circunstancias de su desaparición. Cabe entender que fue desmantelada en 1886, ya que en esa fecha se barajó sustituirla por otro monumento, el dedicado al Doctor Benavente, que finalmente acabó en el Parterre del Retiro.
Aunque también es probable que fuera eliminada en el año 1906, tras ser erigido, en su mismo emplazamiento, el Monumento a Mesonero Romanos, posteriormente trasladado a los Jardines del Arquitecto Ribera.

Fotografía de J. Laurent (1870). Al fondo, el Circo Price.
Por los documentos escritos y gráficos que nos han llegado, sabemos que la fuente era de mármol y que descansaba sobre un pilón octogonal, en cuyo centro se elevaba una columna formada por delfines con la cabeza hacia abajo.
Sobre las colas de éstos se alzaba una taza, que servía de soporte a la figura de un tritón llevándose una caracola a la boca, a modo de instrumento musical. Se trataba de un modelo muy parecido al tritón que, desde mediados del siglo XVII, adornaba el Palacio del Buen Retiro, según vimos hace unas semanas. Es posible que el Conde de Baños tomase esta obra como referencia cuando procedió al encargo de la fuente.
El Circo Price estuvo en este lugar hasta 1880, año en el que sería inaugurado su nuevo local de la Plaza del Rey. En el solar que quedó libre la Duquesa de Medina de las Torres ordenó construir en 1881 su palacio residencial, obra de Agustín Ortiz de Villajos, que sirve de sede en la actualidad a la Fundación Mapfre.

La fuente y el Circo Price en un grabado de la época.
Fue el comienzo del declive de la Fuente del Tritón, que no solo debió quedar en el más absoluto abandono, sino que además empezó a ser despreciada. Así se desprende de la lectura de algunos periódicos de la época, caso de El Liberal, que llegó a justificar su retirada por tratarse de una "fuente de mal gusto y honda, cuyo rebasamiento del agua mantiene charcas pestilentes" (2 de febrero de 1886).
Tal vez por ello no estén del todo claras las circunstancias de su desaparición. Cabe entender que fue desmantelada en 1886, ya que en esa fecha se barajó sustituirla por otro monumento, el dedicado al Doctor Benavente, que finalmente acabó en el Parterre del Retiro.
Aunque también es probable que fuera eliminada en el año 1906, tras ser erigido, en su mismo emplazamiento, el Monumento a Mesonero Romanos, posteriormente trasladado a los Jardines del Arquitecto Ribera.

Fotografía de J. Laurent (1870). Al fondo, el Circo Price.
Por los documentos escritos y gráficos que nos han llegado, sabemos que la fuente era de mármol y que descansaba sobre un pilón octogonal, en cuyo centro se elevaba una columna formada por delfines con la cabeza hacia abajo.
Sobre las colas de éstos se alzaba una taza, que servía de soporte a la figura de un tritón llevándose una caracola a la boca, a modo de instrumento musical. Se trataba de un modelo muy parecido al tritón que, desde mediados del siglo XVII, adornaba el Palacio del Buen Retiro, según vimos hace unas semanas. Es posible que el Conde de Baños tomase esta obra como referencia cuando procedió al encargo de la fuente.

Detalle de la fotografía anterior.