En su momento, visitamos el templete de la Red de San Luis, construido en 1919 como acceso del metro madrileño y trasladado en 1971 al municipio pontevedrés de Porriño.
En esta ocasión llegamos hasta Medina del Campo (Valladolid), para conocer el Castillo de la Mota, donde pueden contemplarse sendas réplicas de la portada y de la escalera del desaparecido Hospital de la Latina.
Castillo de la Mota, en Medina del Campo. Fotografía de Quinok, en Wikipedia.
El Castillo de la Mota fue levantado en 1440 por orden de Juan II de Castilla (r. 1406-1454), si bien fueron Enrique IV (r. 1454-1474) y, sobre todo, los Reyes Católicos quienes le dieron su aspecto definitivo, hasta convertirlo en una de las mejores fortificaciones de la Europa del siglo XV.
La fortaleza ha sido objeto de numerosas intervenciones a lo largo de la historia, entre las que cabe destacar la reconstrucción llevada a cabo entre 1939 y 1942, tras los destrozos de la Guerra Civil, que afectó fundamentalmente al interior.
Durante estas obras de restauración, le fueron añadidos elementos arquitectónicos de nuevo cuño, la mayor parte copiados de otros monumentos tardomedievales.
Del Hospital de La Latina se tomaron prestados los modelos de su entrada y escalera, labradas en estilo gótico tardío, aunque con algunos rasgos isabelinos y platerescos.
El citado hospital, una de las instituciones más importantes del Madrid precapitalino, fue creado en 1499 por Beatriz Galindo (1465-1534) -a la que todo el mundo conocía como La Latina por su conocimiento de este idioma- y por su marido, Francisco Ramírez.
Su sede, un destartalado caserón situado en la Calle de Toledo, donde hoy está la tienda de disfraces de Caramelos Paco, fue destruida en 1904, con objeto de facilitar el ensanche de la vía pública. Por su notable valor artístico, las autoridades decidieron conservar la portada y la escalera, así como los sepulcros de los fundadores.
La primera pieza señalada fue llevada en los años setenta del siglo XX a la Escuela Técnico Superior de Arquitectura, en la Ciudad Universitaria, mientras que las otras dos fueron instaladas en 1910 en la Casa de Álvaro de Luján, en la Plaza de la Villa, donde lamentablemente no está permitida la visita.
Las copias que hoy se exhiben en el Castillo de la Mota son vaciados de los originales madrileños. La portada, en concreto, preside el Patio de Armas. Su arco apuntado, en forma de herradura, parece entrar en consonancia con el gusto musulmán que los dos constructores de la fortaleza, Abdala y Alí de Lerma, imprimieron al recinto.
De hecho, el hospital también salió de las manos de un artista hispano-árabe, el arquitecto Maese Hazán, tal y como hizo constar Fernando Ramírez en su testamento.
La presencia de estos dos pedacitos de Madrid en un monumento de la categoría del Castillo de la Mota debe constituir un motivo de orgullo para todos los que amamos esta ciudad.
Lo que no deja de ser una paradoja, habida cuenta el triste final que los madrileños hemos deparado al viejo hospital, como ha ocurrido con tantos y tantos edificios históricos de la villa.
Patio de Armas del Castillo de la Mota, con la réplica de la entrada del hospital. Fotografía de Pelayo2, en Wikimedia Commons.
Escalera original del hospital, en la Casa de Álvaro de Luján, en Madrid, sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Fotografía de 'Una ventana desde Madrid'.
Escalera de honor del Castillo de la Mota. Se trata de una reproducción fidedigna de la que existía en el Hospital de La Latina, si bien los pináculos carecen de los remates de la escalera original. Fotografía de 'Viajando tranquilamente por España'.
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Hola Jesús, no tenía ni la más remota idea de que la puerta y la escalera de la Latina estuvieran reproducidas en la Mota, estupendo reportaje, muchas gracias.
ResponderEliminarEs curioso, hemos pensado últimamente en las mismas cosas, aunque desde distintos puntos de vista :-) lo cual está muy bien. Ya verás.
Muchas gracias Mercedes. Es verdad lo de la coincidencia de puntos de vista (para mí es todo un honor).
ResponderEliminarLas del Castillo de la Mota no son las únicas réplicas, aunque sí las más exactas puesto que se hicieron a partir de vaciados.
La Puerta de la Latina fue muy imitada en la arquitectura madrileña del siglo XX (hay portadas claramente inspiradas en la del hospital en la Iglesia de San Fermín de los Navarros y en el Palacio de Osma de la Calle de Fortuny). Incluso algunas residencias de estilo colonial del Estado de Florida cuentan con entradas similares.
Un abrazo, Jesús
Interesante descubrimiento!
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos. Un abrazo!!
ResponderEliminarSólo dos puntualizaciones:
ResponderEliminarLa primera es que los sepulcros de los fundadores no estaban en el Hospital de la Latina sino a los pies de la iglesia del convento de la Concepción Jerónima, en lo que hoy es la calle del Duque de Rivas. El palacete de Viana fue en realidad el caserón de los Ramírez, adosado al convento.
Para quien le interese los sepulcros, de alabastro- se conservan en manos del Museo Municipal en Fuencarral, aunque de momento está cerrado por obras.
La segunda es que la balaustrada de la escalera reproducida en el castillo de la Mota es en realidad absolutamente fidedigna para con la original, por lo menos tal y como se conservaba en el XIX; la auténtica, conservada en la Academia de Ciencias Morales fue sin embargo alterada en los pináculos, que fueron recrecidos con una reinterpretación gótica a partir del último pináculo que estaba semiempotrado en el muro de arranque. Otra cosa además, es que la original es sólo de dos tramos y la del Castillo de la Mota de tres, produciéndose el extraño encuentro en la segunda vuelta como se ve en la imagen publicada en este artículo.
Un saludo a todos los amantes del patrimonio de Madrid.
Álvaro Bonet.
www.madridciudadaniaypatrimonio.org
Muchas gracias, Álvaro, por las puntualizaciones que realizas. Un saludo muy cordial, Jesús
ResponderEliminarLas escaleras son elementos esenciales en construcciones, facilitando el acceso entre diferentes niveles y promoviendo la movilidad. Su diseño y ubicación adecuados son fundamentales para la funcionalidad y seguridad del edificio.
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