lunes, 24 de febrero de 2014

El interior de San Jerónimo el Real en cinco imágenes de los siglos XVIII y XIX (1)

Iniciamos una serie de dos reportajes, en los que analizamos la evolución del interior de la Iglesia de San Jerónimo el Real. Cinco imágenes históricas (cuatro dibujos y una pintura) nos permitirán conocer detalles del pasado gótico-renacentista del templo y de la transformación neogótica llevada a cabo en el siglo XIX, tras los destrozos provocados por la Guerra de la Independencia (1808-14).

No obstante, la estructura arquitectónica sí que ha pervivido. La iglesia presenta planta de cruz latina y consta de una sola nave de cinco tramos, con crucero, coro a los pies, cabecera ochavada y bóvedas de crucería. Hay ocho capillas laterales (cuatro por cada lado), si bien en los dibujos que se adjuntan solo pueden verse seis.

Primera imagen: año 1703

El grabado que reproducimos a continuación es, probablemente, la representación más antigua que se tiene del interior de San Jerónimo el Real. Fue realizado por Juan Bautista Berterham y Felipe Pallota en el año 1703 y en él se recrea el acto de juramento de las Cortes de Castilla y León a Felipe V, que tuvo lugar el día 8 de mayo de 1701.


Biblioteca Nacional de España. Madrid.

Al margen de su valor artístico, el dibujo reúne un indudable interés documental, pues nos permite conocer el aspecto del templo dos siglos después de ser construido, con toda la ornamentación gótica, renacentista y barroca que fue acumulando a lo largo de todo ese tiempo. Lamentablemente ésta desapareció, en su práctica totalidad, durante la Guerra de la Independencia (1808-14), a manos de las tropas francesas.

Entre los elementos destruidos, hay que referirse inevitablemente al retablo mayor, que, como podemos ver en la imagen, ocupaba casi toda la cabecera. Estaba organizado verticalmente en tres calles, donde había dispuestas distintas pinturas, y cuatro entrecalles, reservadas a esculturas exentas, alojadas en hornacinas. Horizontalmente constaba de un sotobanco y de tres cuerpos, además de un ático rematado por un frontón triangular, que remarcaba aún más el aire clasicista de todo el conjunto.


Detalle del grabado anterior.

Felipe II fue el verdadero mecenas de la obra. No solo asumió los costes con una generosa donación de 1.500 ducados, sino que también propuso al artista flamenco Cornelis Floris de Vriendt (1534-1575) para su realización. El retablo fue elaborado en Amberes y trasladado a Madrid en 1562.

Las pinturas del retablo reflejaban diferentes momentos de la vida de María y de Jesús, en su mayor parte temas relacionados con el nacimiento del mesías (la anunciación, la adoración de los pastores, la adoración de los magos o la huida a Egipto). Por esta razón, cada vez que llegaba la Semana Santa, se colgaban unos paños sobre el retablo, pintados con escenas de la Pasión, que tenían como misión que los fieles se concentrasen en la muerte de Cristo.

Estos paños, conocidos como cortinas o sargas, fueron encargados al pintor florentino Rómulo Cincinato (h. 1540-1597), que ya había trabajado bajo las órdenes de Felipe II tanto en el Real Alcázar como en el Palacio de El Pardo y que, posteriormente, sería contratado para el Monasterio de El Escorial.

No muy lejos del retablo, en el crucero, se vislumbran dos pequeñas capillas. La situada en el lado del Evangelio (a la izquierda desde el punto de vista de los fieles) estaba consagrada a la Virgen de Guadalupe; la de la Epístola (a la derecha) a Santa Paula.

Segunda imagen: siglo XVIII

El grabado incluido más abajo lo hemos sacado del libro El antiguo Madrid, de Mesonero Romanos. Aunque este texto fue publicado por primera vez en 1861, la ilustración es anterior a la Guerra de la Independencia (1808-14), posiblemente de la segunda mitad del siglo XVIII.


Fuente: The British Library.

Este segundo dibujo confirma la decoración marcadamente renacentista que tenía el interior del templo, muy alejada del aire gótico que se le imprimió en la remodelación del siglo XIX. A aquel estilo pertenecen las rejerías artísticas que cerraban las capillas laterales, así como las tribunas situadas en la parte superior de los muros, que podemos identificar fácilmente en las imágenes.

La ornamentación de éstas es profusa, con claras influencias platerescas. Contabilizamos un total de ocho, seis antes de llegar al crucero y las otras dos después del mismo, junto al altar mayor. Especialmente vistosas son las que aparecen en primer plano, concebidas como matacanes de un castillo.

Con todo, la iglesia reunía también obras góticas, que no quedan reflejadas en los grabados adjuntos, por estar ubicadas dentro de las capillas. Es el caso de la estatua yacente de Pedro Fernández Lorca, tesorero y secretario de Juan II y Enrique IV, a la que se refirió Antonio Ponz en su Viaje de España (1782). La figura se hallaba en la Capilla de Santa Catalina, la primera del lado de la Epístola, después del crucero.

Volviendo a las piezas renacentistas, hay que mencionar las esculturas orantes de la Capilla de San Sebastián, que Ponz, no muy dado a los calificativos gratuitos, describió como "harto buenas". Representaban a Clemente Gaitán de Vargas, secretario del Consejo de Italia de Felipe II, y a Francisca de Vargas, su esposa, y debieron ser labradas en el último tercio del siglo XVI.


Museo del Prado. Madrid.

La citada capilla estaba presidida por el cuadro San Sebastián entre San Bernardo y San Francisco, que Alonso Sánchez Coello pintó en 1582, una de las pocas obras de arte de San Jerónimo el Real que no han desaparecido. Forma parte de la colección del Museo del Prado.

Otra obra que llamó la atención de Ponz fue el "magnífico sepulcro de mármoles" de Torello Castiglioglio, fallecido en 1577, que se encontraba en la Capilla de Santa Marta. La restauración llevada a cabo en los Jerónimos en 2011 ha permitido descubrir en este lugar unas pinturas al fresco de una época posterior, probablemente realizadas por Lorenzo Montero en el último tercio del siglo XVII.

Durante los citados trabajos también salieron a la luz diferentes relieves escultóricos, de origen renacentista, localizados en la primera capilla del lado del Evangelio, después del crucero, que, según el relato de Ponz, servía "para bajar los reyes de su estancia".

Frescos y relieves descubiertos en 2011.

En la Capilla de Santa Ana existían otros dos sepulcros con estatuas orantes, del siglo XVI, que custodiaban los restos mortales de Juan de Ledesma (a quien los madrileños debemos la construcción de la Casa de las Siete Chimeneas) y de su mujer.

Pero el recinto que más impresionó a Antonio Ponz fue la Capilla de San Juan, "la mejor de esta iglesia y de Madrid". Estaba "cubierta de mármoles de varios colores, arquitectura dórica, con dos columnas enfrente de la reja, otras dos frente al altar e igual número en éste, con la diferencia de ser jónicas".

Y terminamos esta primera entrega con una breve referencia a la capilla funeraria de Hans Khevenhüller, de la que hablamos hace pocas semanas, si bien no estaba enclavada en la nave, sino en la Sala Capitular, con acceso desde el claustro.

Agradecimiento especial

Nuestro agradecimiento a Boro, quien nos ha proporcionado una imagen de mayor resolución del grabado de Juan Bautista Berterham y Felipe Pallota (1703), para el detalle del retablo.

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Bibliografía

El Monasterio de San Jerónimo el Real de Madrid: estudio histórico-literario, de Ricardo Sepúlveda. Librería de Fernando Fé, Madrid, 1888.

Intervención en el claustro de San Jerónimo el Real, de Linarejos Cruz. Bienes culturales (revista del Instituto del Patrimonio Histórico Español), número 6, Madrid, 2005.

Los claustros del Monasterio de San Jerónimo el Real, de Inocencio Cadiñanos Bardeci. Archivo Español de Arte, LXXX, 319, Madrid, 2007.

A propósito de la jura de los príncipes herederos, una nueva lectura del cuadro 'Jura de Don Fernando (VII) como Príncipe de Asturias', de Luis Paret, de Francisco José Portela Sandoval. En la España medieval (revista de la Universidad Complutense), número extra 1, Madrid, 2006.

Un cuadro de Alonso Sánchez Coello, de Baltasar Cuartero y Huerta. Arte español (revista de la Sociedad Española de Amigos del Arte), número 7. Madrid, 1915.

12 comentarios:

  1. Hola Jesús. Voy primero a confesar que no he entrado en los Jerónimos. Asi que todo es nuevo para mi. El post es excelente, pues nos muestra diferentes etapas del interior. Espero la segunda entrega, para visitarlo.
    Un abrazo.

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    1. Hola José:
      Gracias por el comentario. No desaproveches cualquier ocasión para ir a esta iglesia. Hay una cosa buena y es que, a diferencia de hace unos años, se encuentra abierta todo el día, cosa muy rara en las iglesias madrileñas.

      Un abrazo, Jesús

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  2. Hola Jesús,
    Veo que tienes cierta "querencia" hacia los Jerónimos y no es para menos. Alabo tu buen gusto. El esplendor que debió tener es impresionante con ese retablo mayor y tantos detalles renacentistas. Aunque poco, algo nos ha llegado y eso en Madrid ya es para estar contentos. Esperamos la segunda entrega que seguro nos seguirá admirando.
    Felicidades por el post y un abrazo

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    1. Hola Antonio:
      Si es que cuando me da por algo, no paro. Con los artículos que he ido publicando sobre los Jeronimos he recopilado mucha más información, pero me tendré que contener para no saturar con este tema.

      Muchas gracias y un abrazo, Jesús

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  3. Magnífica reconstrucción de la historia artística de esta iglesia, desde luego es impresionante lo que debió ser, y que vamos conociendo, como bien dice Antonio, gracias a tu "querencia" y buen gusto.
    ¡Felicidades por el trabajo!

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    1. Gracias a ti, Mercedes, por tu comentario. Da mucha pena comprobar todo lo que se ha perdido. Realmente fue la Capilla Real durante mucho tiempo y qué poco nos queda de aquel pasado!

      Muchas gracias y un abrazo, Jesús

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  4. Hola Jesús,
    Abundo como los compañeros, barra as, en lo maravilloso que hubiera sido conocer los Jerónimos originales. Bueno, los Jerónimos y tantos otros edificios que nos han llegado bastante cojos.
    Magnífica entrega.
    Un abrazo.

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  5. Hola Manuel:
    ¿Qué nos pasa en esta ciudad para destruir nuestros mejores edificios? Bien es verdad que, en este caso, fue causa de la guerra, pero estoy seguro que, de haberse salvado, nos la hubiéramos cargado igualmente.

    Un abrazo, Jesús

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  6. Fantástico repaso a la historia de este templo. Es una pena que apenas queden en la ciudad retablos de calles, se perdió éste y se perdió el de Gaspar Becerra de las Descalzas en un incendio "tardío" cuando parecía que ya se había salvado tras la francesada. Solo nos queda el de la capilla del Obispo aunque de un tamaño menor que estos. ¿Cornelis Floris realizó las esculturas, pero las pinturas fueron obra de Romulo Cincinato?
    Un abrazo.

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  7. Muchas gracias Boro por tus aportaciones y, principalmente, por habernos proporcionado una imagen de mayor resolución del primer grabado. Gracias a ella, hemos podido mejorar el detalle del grabado, de modo notable. Desde aquí, nuestro reconocimiento.

    Es muy triste todo lo que se ha perdido en Madrid. A los retablos que citas me permito añadir el de la Capilla del Obispo de la Calahorra, en Santo Domingo el Real, hecho probablemente por Francisco Hernández; y el de la capilla funeraria del Alonso Gutiérrez y María de Pisa, en San Martín, que combinaba pintura y escultura y que fue realizado por Diego de Urbina.

    Con respecto a la última cuestión que planteas, Rómulo Cincinato no hizo las pinturas del retablo que pueden apreciarse en los grabados y en la pintura de Luis Paret. Su contribución se limita a las sargas o cortinas, que eran paños con escenas de la Pasión que se ponían temporalmente en el retablo, durante la Semana Santa. Cubrían las esculturas y pinturas permanentes del retablo, para "centrar" la atención en la Pasión de Cristo.

    Muchas gracias nuevamente. Un abrazo, Jesús

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    1. Corrijo el texto referido a Rómulo Cincinato, para explicar mejor que su contribución se limita a las cortinas del retablo.

      Gracias!!!

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    2. Amigos, yo os pregunto ¿alguien le ha echado un ojo al libro becerro de los Jeronimos?
      Cuarteto y Huerta se refiere a él en su libro " El monasterio de san Jerónimo el Real " que está publicado en el año 1966.

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