lunes, 9 de marzo de 2015

La Biblioteca del Senado

Entre los numerosos tesoros que se esconden en Madrid, merece una mención especial la Biblioteca del Senado, una obra maestra del interiorismo decimonónico.


'Salón de lectura', óleo de Asterio Mañanós (1917).

Fue diseñada en el año 1882 por Emilio Rodríguez Ayuso, uno de los muchos arquitectos que, a lo largo de todo el siglo XIX, intervinieron en la remodelación del antiguo convento y colegio que hoy acoge a la Cámara Alta.

Rodríguez Ayuso quiso borrar todo rastro que recordara el carácter religioso del primitivo edificio y ubicó la biblioteca en uno de los dos claustros del monasterio, concretamente el situado en el ala oeste (en el otro se habilitó la Sala de Conferencias). Procedió a su cerramiento, aunque dejando abierto un amplio lucernario para facilitar la entrada de la luz natural.
























El proyecto fue materializado en hierro dulce por Bernardo Asins, tal vez el mejor herrero de su tiempo y un personaje clave para entender la arquitectura y las artes decorativas de la segunda mitad del siglo XIX, al que, sin embargo, no se le ha reconocido lo suficiente.

Puede sorprender la elección de este material, pero, en aquel momento, se entendía que era el mejor medio en la lucha contra el fuego. En la memoria de todos estaba el pavoroso incendio que, en 1851, se llevó por delante casi dos tercios de los fondos de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, en Washington.













De planta rectangular, la Biblioteca del Senado presenta un trazado de corte historicista, un neogótico de origen inglés, claramente inspirado en la fachada que Augustus Pugin y Charles Barry idearon para el Palacio de Westminster, de Londres.

Llama la atención que Rodríguez Ayuso optase por un estilo foráneo, con marcadas vinculaciones británicas, en un momento en el que muchos arquitectos estaban buscando un historicismo de raíces hispanas, que definiese la esencia de nuestro país. 

Aún más chocante resulta si se considera que él mismo había sentado las bases del neomudéjar, uno de los estilos de identificación nacional que triunfaron en la época, con la edificación en 1874 de la desaparecida plaza de toros de Goya.

















La Biblioteca del Senado fue una de las primeras incursiones del historicismo en la arquitectura del hierro madrileña, aunque debe tenerse en cuenta que Rodríguez Ayuso no había sido ajeno a esta experiencia, como prueban las columnillas de fundición, de inconfundible perfil nazarí, que realizó para las arquerías de la citada plaza de toros.

Por todo ello, diferentes investigadores, caso de Pedro Navascués, sostienen que estamos ante un trabajo muy poco representativo dentro de la producción de Rodríguez Ayuso, casi siempre ligada al neomudéjar. No puede afirmarse lo mismo en relación a Bernardo Asins, que precisamente convirtió las bibliotecas de forja en una de sus señas de identidad.

De su prestigioso taller también salió la Biblioteca del Casino de Madrid, que replica el modelo neogótico utilizado en el Senado, así como la del Palacio de Buenavista, la del Instituto Geográfico Nacional y, en otro orden, el gran depósito de libros, de nada menos que siete plantas, de la Biblioteca Nacional, perdido en su mayor parte.



La Biblioteca del Senado consta de dos pisos que se comunican entre sí por medio de dos escaleras de caracol, disimuladas en dos ángulos de la estancia.

El primero se asienta sobre un cuerpo inferior con cajonería, mientras que una galería volada recorre el segundo. Todo ello adornado con elementos característicos del gótico, como ventanas ojivales con tracerías y parteluces, pináculos y cresterías.





















A pesar de estar hecha enteramente en hierro, la sensación que se transmite es que es de madera. Este efecto se consiguió gracias al trabajo del dorador Francisco Watteler, que actuó tanto sobre las estanterías como sobre las entrepuertas. Por su parte, el pintor Vicente del Río se encargó de la decoración del techo.

En cuanto al mobiliario, destaca el facistol de hierro dispuesto en el centro. Se trata de una vitrina neogótica en la que se exhiben la edición príncipe de la Constitución de Cádiz de 1812 y una edición de 1550 de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija.

Son solo una muestra de la soberbia colección de libros históricos que posee el Senado, con ejemplares impresos entre los siglos XV y XIX. No en vano estamos ante una de las mejores bibliotecas de España.





















El facistol debió instalarse con posterioridad al 15 de diciembre de 1883, cuando el recinto fue inaugurado oficialmente. Así se desprende de la observación de las primeras fotografías que se hicieron de la biblioteca, en las que esta pieza no figura.

Tampoco estaban las sillas actuales, sino unas más aparatosas, con respaldos de pináculos, según podemos ver en la imagen inferior, perteneciente a la Fototeca del Patrimonio Histórico.

J. Laurent (anterior a 1886). Fototeca del Patrimonio Histórico.

Otros elementos reseñables son la lámpara de araña, procedente del Palacio del Marqués de Salamanca, la alfombra de la Real Fábrica de Tapices y el busto de mármol que preside uno de los extremos, una obra de 1907 realizada por Rafael Algueró y su hijo Pedro Algueró.

En él se representa a Manuel García Barzanallana, primer presidente del Senado tras la restauración monárquica que llevó a Alfonso XII al trono y principal impulsor de la biblioteca.



Fotografías

Las fotografías a color incluidas en el presente reportaje han sido capturadas, en su totalidad, de la página web oficial del Senado de España.

4 comentarios:

  1. Hola Jesús, ¿te quieres creer que cuando vi esta biblioteca, por sorpresa, me dio un escalofrío? no la esperaba, durante una visita al Senado, y me sorprendió muchísimo su belleza. Entonces aún no había visto otras, como la del Casino por ejemplo, ni sabía que existía... (hace mucho de eso) y me impresionó.
    Tu artículo, como siempre, erudito y con un análisis certero. ¡Y muchas gracias! felizmente los Asins ya van siendo algo conocidos, pero merecen todo nuestro reconocimiento.
    Un abrazo

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  2. Hola Mercedes:
    No me extraña que te impresionara, no es para menos. El recinto es una maravilla, una auténtica obra maestra..., aunque muy desconocida para muchos madrileños, como le pasa a buena parte de la obra de Bernardo Asins. Afortunadamente, como bien dices, poco a poco se va reparando la injusticia de ese desconocimiento para él y toda la saga. Tus artículos en "Arte en Madrid" sobre los Asins han contribuido mucho a ello.

    Abrazos, Jesús

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  3. Hola Jesús, es un lugar casi mágico. Sólo conocía, en este estilo, la biblioteca del Casino de Madrid y ya me daba por satisfecho. ¡Cuántas escenas maravillosas de época se podrían rodar es este espacio! Te felicito por el artículo, las fotografías y por contribuir a divulgar la obra impresionante de los Asins.

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  4. Hola Antonio:
    Gracias por tu comentario. La biblioteca es una maravilla, como lo es también la del Casino de Madrid, aunque, en este caso, es una obra posterior, que bebe directamente de la del Senado (replicándola incluso). Impresionante debía ser también el Gran Depósito de la Biblioteca Nacional, con sus siete pisos, que debían dar vértigo!!!

    Abrazos, Jesús

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