Más allá de su presencia en salas de museos, el legado artístico de Joan Miró (1893-1983) alcanza una dimensión urbana difícil de encontrar en otros autores. Varias son las ciudades que lucen en sus calles, parques y plazas obras del genial artista barcelonés, entre ellas Madrid, donde se exhiben al aire libre, en contacto directo con la gente, tres creaciones suyas.
Nuestro recorrido se inicia en la Avenida del General Perón, donde se halla un impresionante mural de sesenta metros de ancho y ocho de alto, realizado a partir de un boceto pictórico que Miró acabó en el verano de 1979, cuando tenía 86 años de edad.
El mural como tal se debe al escultor y ceramista Joan Gardy Artigas (1938), hijo del célebre Llorens Artigas (1892-1980), quien se valió de 7.000 placas pintadas y vidriadas para plasmar los inconfundibles contornos mironianos, con sus características manchas de vivos colores, siluetadas con trazos negros.
Cada placa mide 20 x 30 centímetros. Fueron colocadas en línea hasta cubrir una superficie cercana a los 500 metros cuadrados, con la que se corona la fachada principal del Palacio de Exposiciones y Congresos (1965-1970).
El conjunto fue inaugurado en septiembre de 1980, en coincidencia con la celebración en Madrid de la Conferencia Europea de Seguridad y Cooperación.
Nuestra siguiente parada es el Museo de Arte Público, anteriormente conocido como Museo de Escultura al Aire Libre de la Castellana, situado debajo del paso elevado que une las calles de Juan Bravo y Eduardo Dato, salvando la calzada del Paseo de la Castellana.
Se trata de un delicioso espacio público, que se abre en plena calle, donde se exponen varias piezas escultóricas de grandes creadores del siglo XX, entre los que no podía faltar Joan Miró.
La obra Mère Ubu llegó a este singular museo en 1978, seis años después de su apertura. Sigue la línea de otras esculturas urbanas del artista, en las que predominan las formas curvas enérgicas y rotundas, con representaciones de mujeres, cabezas y pájaros, todo ello con un lenguaje expresionista muy puro.
Estamos ante una mujer-pájaro, un tema muy recurrente en la trayectoria del artista (sólo hay que ver el famoso cuadro Mujer, pájaro y estrella, que se conserva en el Museo Reina Sofía), cuya disposición vertical parece transmitir un cierto aire totémico.
La voluptuosidad de sus volúmenes, quebrada en algunas partes con incisiones rectilíneas y profundas, remite al estilo pictórico mironiano, con su equivalente en los contornos negros, en los que se encierran áreas de color vivo.
Mère Ubu fue terminada en el año 1975. Está hecha en bronce y tiene una altura de 1,65 metros. Descansa sobre un sencillo pedestal cúbico, labrado en granito, con el que el conjunto consigue sobrepasar los dos metros de alto.
Nos dirigimos a continuación al Museo Reina Sofía, nuestro último destino, pero no para adentrarnos en sus salas, sino para quedarnos en el precioso jardín del Edificio Sabatini, que nos encontramos nada más cruzar la entrada principal de la pinacoteca.
Y, aunque estemos dentro de un museo, un lugar aparentemente contradictorio con el arte exterior que estamos buscando, el patio que nos disponemos a visitar es, en realidad, un recinto abierto y al aire libre, con la cercanía que da la calle.
Pájaro lunar es una de las primeras esculturas monumentales que hizo Joan Miró. Concluida en 1966, es la versión de gran tamaño de una pequeña pieza homónima, realizada en los años cuarenta del siglo XX, que el autor concibió junto con otra, llamada Pájaro solar, que le daba la réplica.
Las dualidades de la luna y el sol, de lo femenino y de lo masculino, de la noche y el día son referencias constantes en la obra mironiana.
Pájaro lunar, en concreto, parece aludir a lo arcaico, a lo terrestre, a las raíces... Es una figura vertical, apegada al suelo y, al mismo tiempo, dinámica, que contrasta con la horizontalidad e inmovilidad de su pareja, la gran ausente del jardín del museo.
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Hola Jesús,
ResponderEliminarHas tocado a uno de mis artistas malditos. De acuerdo en que marcó una época y un estilo inconfundible. Ver una obra suya, aunque esté sin firma, sabes claramente que es de Miró, pero no lo puedo digerir.
No sé, quizás la verdadera genialidad del artista esté en simplificar su obra hasta llevarla a un minimalismo casi infantil.
En cualquier caso, felicidades por el post.
Un abrazo.
Hola,
ResponderEliminara mí sí me gusta Miró, dicen que creó un lenguaje. Aunque es verdad que con "pocas frases"...
bonito post, Jesús.
Hola Manuel:
ResponderEliminarTe comprendo perfectamente. Hay artistas que a uno se le atragantan, a veces visceralmente. Con Miró yo he tenido una relación de amor-odio, en la que finalmente se ha impuesto la parte amorosa. Ahora me encanta, aunque entiendo perfectamente que su arte eche para atrás a mucha gente.
Un abrazo, Jesús
Hola Mercedes:
ResponderEliminarEs verdad lo que dices. Creo que las "pocas frases" de su lenguaje es lo que le ha hecho universal, en todos los sentidos y además transversalmente.
Más allá de lo que pueda considerarse artístico en sentido estricto, su estilo se ha expandido a otras áreas, como el marketing empresarial, a veces utilizando sus propias creaciones (la Caixa, la marca España de turismo...) o influenciando (y de qué manera) la imagen de muchas compañías. ¡Cuántos logos se han hecho "inspirados" en Miró! (Banesto, Repsol..).
Un abrazo, Jesús
Para haber sido un artista, como dices, de una dimensión tan urbana, es muy poco lo que tenemos en las calles de Madrid de Miró.
ResponderEliminarHola Anónimo:
ResponderEliminarTienes razón. Con la dictadura nos perdimos una de las mejores etapas creativas del artista. Afortunadamente, durante la transición, se promovió la instalación en Madrid de obras de artistas españoles que por entonces estaban vivos, como Dalí o el propio Miró.
Saludos, Jesús