Las Casas de Cordero, situadas en plena Puerta del Sol, han pasado a la historia por ser el primer gran bloque de pisos, en sentido moderno, levantado en Madrid. Pero también porque sirvieron de modelo a los edificios perimetrales de la plaza, surgidos tras la reforma de mediados del siglo XIX.
Estas viviendas fueron realizadas entre 1842 y 1845 en el lugar donde estuvo el Convento de San Felipe el Real, fundado en 1547, célebre porque en su mentidero se daban "las noticias de los sucesos antes de que éstos hubiesen ocurrido", en palabras de Mesonero Romanos.
Litografía de José María Avrial (1860-64).
Litografía de José María Avrial (1860-64).
La demolición de San Felipe tuvo lugar en 1838, dos años después de que fuera desamortizado. Sobre una parte importante del solar liberado, Santiago Alonso Cordero (1793-1865), un hombre de negocios conocido como "El Maragato", que llegó a ser Presidente de la Diputación Provincial de Madrid, promovió la construcción de las casas que llevarían su apellido.
Otra parte del terreno -donde estuvo el claustro de estilo renacentista- fue destinada a uso público, en lo que hoy constituye la recoleta Plaza de Pontejos, presidida por la fuente homónima.
Otra parte del terreno -donde estuvo el claustro de estilo renacentista- fue destinada a uso público, en lo que hoy constituye la recoleta Plaza de Pontejos, presidida por la fuente homónima.
Litografía de José Cebrián (1860-64).
Se dice que Santiago Alonso Cordero adquirió el solar por diecisiete millones de reales, aunque no hizo efectiva toda esta cantidad, ya que el Estado tuvo que descontar el importe correspondiente a un primer premio de la Lotería, con el que el empresario había sido agraciado.
Estos hechos no están, ni mucho menos, probados. Más bien parecen una invención de Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), como él mismo relató en su obra Toda la historia de la Puerta del sol (1920), no sin cierta maledicencia.
Se dice que Santiago Alonso Cordero adquirió el solar por diecisiete millones de reales, aunque no hizo efectiva toda esta cantidad, ya que el Estado tuvo que descontar el importe correspondiente a un primer premio de la Lotería, con el que el empresario había sido agraciado.
Estos hechos no están, ni mucho menos, probados. Más bien parecen una invención de Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), como él mismo relató en su obra Toda la historia de la Puerta del sol (1920), no sin cierta maledicencia.
Postal coloreada de 1915.
El proyecto recayó sobre Juan José Sánchez Pescador, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, a quien los madrileños debemos la reordenación de la Cuesta de la Vega, entre otros trabajos.
El arquitecto ideó un conjunto de cuatro alturas sobre planta baja, donde tienen cabida cien apartamentos de varios tipos, definidos a partir del perfil social y económico de su propietario, además de diferentes locales comerciales. En la parte central del edificio se sitúan los pisos más lujosos.
Pero volvamos al gran Ramón para conocer, de su puño y letra, cómo eran las casas. Y decimos bien, casas, en plural, ya que realmente estamos hablando de seis inmuebles, unificados al exterior bajo la misma apariencia, que ocupan toda una manzana, con nada menos que 286 ventanas a la calle.
"Las seis casas mancomunadas en luces y aguas tienen bien alumbradas sus habitaciones por siete patios, algunos de ellos bastante espaciosos, conteniendo todas en los pisos bajo, entresuelo, principal, segundo, tercero y guardillas, habitaciones cómodas, y algunas de ellas de grande extensión, incluyéndose en este número las tiendas, almacenes y grandes sótanos que contiene".
"La fachada que da a la Calle Mayor tiene en su centro un pabellón que coge cinco huecos de medio punto con archivolta, decorado con pilastras del orden jónico compuesto; el cornisamento arquitrabado completa el orden que comprende en su altura dos pisos, y forma el principal coronado de un piso ático".
La construcción de las Casas de Cordero fue todo un acontecimiento, al menos para la clase política liberal, que veía en él un ideal urbanístico. Por esta razón, cuando se acometió la reforma de la Puerta del Sol, entre 1852 y 1862, su trazado sirvió de referencia arquitectónica para la nueva plaza, como ya se ha apuntado.
Aspecto que puede comprobarse en la disposición de los vanos, balcones y pilastras de los inmuebles que forman el contorno de la Puerta del Sol, que siguen el mismo planteamiento que está visible en las Casas de Cordero.
Entre los comercios que esta legendaria edificación ha albergado, Gómez de la Serna cita unos baños públicos, "bien surtidos de excelentes aguas, extraídas por una noria", y el Gran Bazar de la Unión, que se puso en marcha en el año 1869.
A estos dos establecimientos hay que sumarles varios cafés nacidos en el siglo XIX, como el Café Nuevo del Pombo, sustituido posteriormente por el Café del Comercio y por el Café Lisboa.
El Restaurante Tobogán hacia 1970. Foto Wagner.
Por no hablar de la también decimonónica Compañía Madrileña de Teléfonos o, mucho más recientemente, el Restaurante Tobogán, inaugurado en 1958 como uno de los primeros self-service de la capital.
Todos ellos han sido sustituidos por modernas hamburgueserías y salas de juegos. El único local casi centenario que se mantiene en pie es el Almacén de Pontejos, que abrió sus puertas en 1913 en la parte posterior del edificio, que da a la plaza del mismo nombre.
Buen reportaje, Jesús. En lo que hoy es la sala de juego del interior se pueden ver los arcos de granito en torno a los cuales estuvo el Bazar de la Unión.
ResponderEliminarC. Osorio
Hola Carlos:
EliminarSi esos arcos hablasen... Muchas gracias y un abrazo, Jesús
Hola Jesús,
ResponderEliminarEs un artículo completísimo sobre esa manzana tan decimonónica. Recuerdo los luminosos de néon del self-service El Tobogán que mostraban un señor que se servía en una bandeja y luego se sentaba en su mesa. Hacen parte de mi imaginário infantil.
Un abrazo
Hola Antonio:
EliminarA mí me pasa lo mismo. Cuando era niño, ese restaurante simbolizaba todo lo moderno que podía ofrecer la capital... Lo del autoservicio era toda una revolución. La pena fue cuando mi madre me llevó a comer ahí y lo mala que estaba la comida!!!
Un abrazo, Jesús
Hola Jesús,
ResponderEliminar¡Espléndida radiografía de este "trocito" de la Puerta del Sol que te has marcado! Lo que no te perdono es que te hayas dejado en el tintero cibernético a "Casa de Digo, digo de Diego"(permítaseme el chascarrillo), que lleva ahí desde 1858. Si se descuidan, montan el comercio antes que el edificio.
Un abrazo desde la Costa Brava y con la espalda como las patatas...bravas.
Hola Manuel:
ResponderEliminarQué envidia poder estar por esas alturas, por muy brava que tengas la espalda!!! Te lo cambio. Pues sí, un olvido que no tiene perdón. Menos mal que tú lo has subsanado.
Un abrazo, Jesús
Yo no olvidaré las magníficas tortillas en plan hamburguesas con esa salsa tan rica que daban en el desaparecido Nebraska que allí existió hasta hace unos años. Por cierto, ya me gustaría saber que tipo de gente tuvo el privilegio de vivir en esas casas cuando se inauguraron y estoy por asegurar que el Sr. Cordero se hizo con las casas de una forma parecida a como se hacen con todo nuestros políticos de hoy, ... ah, y los yernos de los reyes, y los presidentes del Consejo del Poder Judicial, y... bueno, me voy a callar que me enciendo.
ResponderEliminarHola Bélok:
ResponderEliminarBuena pregunta. En aquel entonces, estas casas debían ser todo un lujo. Seguramente, sus inquilinos no eran unos cualquieras.
Yo también me inclino a pensar en que, desde entonces, nada o poco ha cambiado en la forma de hacer negocios, sobre todo inmobiliarios. Aquí la gran víctima fue el patrimonio madrileño, que se quedó sin San Felipe y su precioso claustro renacentista.
Un abrazo, Jesús
Vuelvo a aprender algo de MAdrid gracias a ti. No sabia que el edificio en el que he comido tanta comida basura tuviera tanta solera.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de la forma de hacerse con los solares lamentablemente para mi que fue la segunda ya que los politicos son iguales ahora que hace 150 años.
un saludo
Dani
Hola Dani:
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Pues sí, es un edificio que causó admiración en su momento (Ramón Gómez de la Serna le dedicó varios párrafos), aunque ahora sea uno más del paisaje urbano madrileño.
Coincido contigo. La segunda versión, la de las corruptelas, es mucho más creíble que la primera.
Un abrazo, Jesús
Hola Jesús, ya te lo han dicho todos, tu artículo es magnífico, siempre me repito pero es que es tan completo y erudito... ¡felicidades!
ResponderEliminarHola Mercedes. Felicidades a ti, maestra!!! Un abrazo, Jesús
ResponderEliminarHola Jesus. Detallado y preciso post. Yo no tengo tantos recuerdos de ese lugar, vivia en el extrarradio(Chamartin), y no "bajaba" con demasiada frecuencia a Madrid, cuendo era pequeño.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola José:
ResponderEliminarA mi me pasaba lo mismo. Vivíamos en un pueblo de la Sierra y bajábamos a Madrid de vez en cuando, pero Sol era una cita obligada. Y toda la plaza, con su ajetreo, era un espectáculo.
Un abrazo, Jesús
Hola,este post me ha venido genial,leo tu blog a menudo.He utilizado parte de la información que das en este post en concreto,tienes la nota y la citación de tu blog.Te dejo mi dirección por si quieres pasarte concapayestilo.blogspot.com.es,lo dicho gracias y enorabuena por este castizo blog.
ResponderEliminarun saludo
Marga Serrano
Hola Marga:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y por ser habitual de este blog. Me he dado una vuelta por "Concapayestilo" y te felicito por tu trabajo. Es genial!! Gracias también por la cita y el enlace!
Un abrazo, Jesús