lunes, 18 de febrero de 2013

La Plaza Mayor de Brunete

Visitamos la Plaza Mayor de Brunete, un lugar de fuerte simbología franquista, que, a diferencia de otros proyectos de la dictadura, ha logrado un cierto grado de asimilación. Incluso es considerada como una de las plazas más atractivas de la provincia, según figura en las rutas turísticas confeccionadas por la propia Comunidad de Madrid.



La plaza actual poco tiene que ver con la que fue configurándose entre los siglos XVI y XVIII. Fue trazada en 1940 e inaugurada oficialmente en 1946, en el contexto de reconstrucción de todo el pueblo, tras los estragos causados por la Batalla de Brunete (1937).

Nada más acabar la Guerra Civil (1936-1939), la localidad quedó bajo la “adopción del Jefe de Estado”, como literalmente figuraba en el decreto de 23 de septiembre de 1939, encaminado a recuperar los pueblos que habían perdido más del 75% de su caserío durante la contienda.

Como afirman las investigadoras Ana Portales y Maite Palomares, el cometido de esta iniciativa era doble: “por un lado, resolver el problema de la necesidad de viviendas, y por otro, actuar como instrumento de propaganda y justificante de los logros obtenidos por el régimen, al mostrar un país en vías de recuperación”. Para tal fin fue creada la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones.

Brunete fue objeto de una especial atención por parte de este organismo, no sólo porque su arruinamiento se había cifrado en nada menos que el 97%, sino también por su alto valor ideológico. No en vano fue el escenario de una las más sonadas victorias del bando rebelde.


Dibujo y plano del nuevo Brunete, en la revista 'Reconstrucción' (1941).

La reconstrucción del pueblo corrió a cargo de los arquitectos Luis Menéndez-Pidal (1896-1975) y Luis Quijada (1908-1978), con un proyecto de nueva planta, en el que fueron borrados todos los rastros del primitivo viario. Su propuesta buscaba la ordenación geométrica de los distintos elementos urbanos, al tiempo que poseía una fuerte carga ideológica.

Este extremo se observa especialmente en la Plaza Mayor, que, a diferencia de lo que es norma en la inmensa mayoría de los pueblos españoles, no fue concebida como el centro neurálgico, sino como un hito arquitectónico, que, gracias a su ubicación lateralizada, podía ser contemplado antes incluso de entrar en la localidad.

La distribución de los edificios dentro de la plaza revela igualmente un marcado simbolismo. Al situarse en una rasante superior, la iglesia se convierte en la principal referencia óptica, relegando a las dependencias civiles a un segundo término, en lo que puede interpretarse como una escenificación del nacionalcatolicismo defendido por el régimen.



A este efecto también contribuye el hecho de que la plaza no sea un espacio completamente cerrado, sino que se abre en los lados principales, precisamente desde donde mejor puede divisarse la silueta de la parroquia.

La prevalencia de este edificio cobra aún más fuerza gracias a dos escalinatas que, a modo de gran pedestal, permiten salvar los desniveles del terreno. Una facilita el ingreso en la plaza y la otra -de mayores dimensiones- se dirige directamente hacia la portada del Evangelio de la iglesia.

Ambas escaleras quedan alineadas en un mismo eje, creándose un nexo jerarquizado entre el pueblo (que accede al recinto desde el nivel más bajo), los poderes públicos (situados en un escalafón intermedio) y las autoridades eclesiásticas (que ocupan la parte más alta).

Siguiendo la tradición española, la plaza es cuadrangular y consta de dos alturas. Se dispone simétricamente, con dos secciones enfrentadas con planta en forma de U. Está porticada y tiene aproximadamente sesenta pilares.

Los materiales de fábrica son ladrillo enfoscado y granito, que se reserva para los pilares, las molduras y los recercados. No se sabe a ciencia cierta si la piedra fue extraída de las canteras de Valdemorillo o del Cerro de San Pedro, en Colmenar Viejo.



En uno de los costados laterales se levanta la Casa Consistorial, que aparece rematada con el característico reloj que corona la mayor parte de los ayuntamientos de nuestro país. En el otro se ubica el Juzgado de Paz -aunque originalmente aquí estuvo la Casa de la Falange-, con un enorme escudo preconstitucional en su parte superior.



Los motivos decorativos se concentran en estos dos edificios, con abundancia de bolas y pináculos. Mientras que en la Casa Consistorial la ornamentación es muy volumétrica, en la línea herreriana, en el Juzgado de Paz se barroquiza e, incluso, hay instaladas dos veneras.

El centro de la plaza está presidido por una fuente circular, de cuyo interior emerge un adorno de hierro forjado, con faroles y una representación del sol.



Mención aparte merece la iglesia, advocada a la Asunción de Nuestra Señora, sin duda la pieza más valiosa de todo el conjunto. Fue el único edificio que quedó en pie tras la Batalla de Brunete, si bien, durante la intervención de Menéndez-Pidal y Quijada, sólo pudieron conservarse los muros perimetrales y las hermosas portadas renacentistas, hechas en el siglo XVI.

La torre, la bóveda de la nave y el crucero fueron hechos de nueva factura, combinando “cánones neoclásicos de Juan de Villanueva”, según palabras de sus restauradores, y rasgos típicamente escurialenses, como los chapiteles en punta y las cubiertas de pizarra.


La iglesia, antes de construirse la plaza.

8 comentarios:

  1. Hola Jesús,
    Parece que ser que una de las "utilidades" de toda contienda es que, los vencedores que quedaron, se encarguen de levantar lo asolado con las manos de los vencidos...que quedaron.
    Bonitos tus paseos comunitarios.
    Un abrazo.

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    1. Hola Manuel:
      Bueno, éste no fue exactamente un paseo comunitario. Con esto de las privatizaciones o externalizaciones (como gustan llamarlo) de los análisis clínicos, me tocó ir a un hospital de Brunete y, mira por donde, aproveché el desplazamiento, jeje.

      Un abrazo y muchas gracias, Jesús

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  2. Hola Jesús,
    ¡Que interesante reportaje! Independientemente del contexto político, se hicieron unas plazas mayores muy bonitas. Esta recuerda mucho a la de Las Rozas. Regiones desvastadas hizo un gran trabajo, con buenos arquitectos y pocos medios. Apostaron por una estética tradicional aunque el desarrollo urbano tenía mucho de racionalista, como puede verse en esos "barroquizados" planos de 1941. Qué lástima que la torre original fue sustituida por esa otra de "catálogo". Genial el análisis simbólico del conjunto.
    Enhorabuena y un abrazo.

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    1. Hola Antonio:
      Muchas gracias. El oeste madrileño (Brunete, Las Rozas, Villanueva de la Cañada...) fue objeto de una especial atención por parte de Regiones Devastadas. No en vano fue una zona muy castigada por la guerra. Coincido contigo en lo de la torre de la iglesia. Fue una pena!!

      Un abrazo, Jesús

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  3. Hola Jesús. Este sitio si lo conozco.
    Lo que me llamó la atención, es que la plaza, no se parece en nada al resto del pueblo, me pareció como un postizo.
    Bonito post, y sigue mostrandonos lugares.
    Un abrazo.

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    1. Hola José:
      Creo que haces una buena definición. Es verdad que la plaza queda aparte del pueblo, como tú dices, postiza. Además, no se pasa por ella, como todas las plazas que se precien, sino que hay que llegar a ella adrede.

      Gracias y un abrazo, Jesús

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  4. Hola Jesús, muy interesante tu análisis y tu descripción (como siempre). Es un buen tema, el de la actuación de la D.Gral. de Regiones Devastadas, tanto Madrid como sus pueblos fueron reconstruidos en gran parte, ¿cómo sería todo si no hubiera habido esa guerra?.
    Felicidades, tus visitas médicas también son fructíferas :)
    Abrazos

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  5. Hola Mercedes:
    Gracias por tu comentario. Interesante tema el que planteas, ya que, sin la guerra, no sólo no hubiese cambiado el entorno, sino también un montón de aspectos sociales y políticos. Ufff, queda para la Historia-Ficción.

    Un abrazo, Jesús

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