El Palacio de la Música fue construido entre 1924 y 1926 en el segundo tramo de la Gran Vía, muy cerca de la Plaza del Callao. Su promotora, la Sociedad Anónima General de Espectáculos, lo concibió como una gran sala de entretenimiento, que sirviese tanto para conciertos como para exhibiciones cinematográficas. Se llamó en un primer momento Sala Olimpia y, más tarde, Cine SAGE.
El proyecto recayó sobre el arquitecto vasco Secundino Zuazo Ugalde (1887-1971), quien, debido a este doble uso, desestimó la clásica planta de herradura rodeada de palcos para adoptar el modelo imperante en Estados Unidos: un enorme patio de butacas dispuesto en filas paralelas y uno o más anfiteatros enfrentados al escenario, con un gran Sala de Descanso y un bar mirando a la calle.
Zuazo también diseñó un ábside semicircular detrás del escenario, reservado para la orquesta, al tiempo que incorporó una sala de fiestas en el sótano, dotada con una espectacular pista de baile circular, y un cine al aire libre sobre la cubierta, que se utilizaría en verano.

Desplome de la cubierta (1925).
Esta última instalación pudo ser la causante del derrumbamiento que se produjo el 4 de diciembre de 1925, cuando apenas quedaban once días para la apertura del complejo. La cubierta se desplomó, provocando la muerte de una mujer, que vivía en una casa vecina.
Esta última instalación pudo ser la causante del derrumbamiento que se produjo el 4 de diciembre de 1925, cuando apenas quedaban once días para la apertura del complejo. La cubierta se desplomó, provocando la muerte de una mujer, que vivía en una casa vecina.
En enero de 1926 se iniciaron los trabajos de reconstrucción (eso sí, con la eliminación del cine de verano), que se prolongaron once meses. El 14 de noviembre tuvo lugar el acto inaugural con la proyección de la película muda La Venus americana, si bien en 1929 la sala se convertiría en una de las pioneras del cine sonoro en España.
El escenario, tras el incendio de 1932.

En noviembre de 1932 un incendio destruyó el ábside del escenario, además de provocar numerosos daños. Durante la rehabilitación, se tomó la decisión de dedicar la sala únicamente a usos cinematográficos, lo que supuso la desaparición de todos los elementos destinados a la celebración de conciertos.
Entre 1942 y 1952 el Palacio de la Música recuperó su actividad musical, como sede de la Orquesta Nacional de España, pero sin abandonar las exhibiciones cinematográficas.
En 1957 el propio Secundino Zuazo añadió una nueva planta sobre la cubierta, para ser utilizada como oficinas y talleres. Y en 1983 el arquitecto Enrique López Izquierdo Camino dividió la sala en multicines, con resultados no muy afortunados.
Tras su cierre definitivo como cine, en 2009 la Fundación Caja Madrid adquirió el edificio para transformarlo en auditorio. La Dirección General de Patrimonio Histórico dio su visto bueno, con la condición de mantener su uso cultural originario.


El proyecto de acondicionamiento fue encargado al arquitecto José Luis Rodríguez Noriega, quien dirigió sus esfuerzos a recuperar el aspecto original de la sala, aunque con lógicas modificaciones, necesarias para adaptar el recinto a la exigencias actuales, como ciertos cambios en la concha del escenario.
En 2012, con el 80% de los trabajos acabados, la titularidad del inmueble pasó a Bankia, que, hace apenas unas semanas, ha proclamado su intención de venderlo con fines comerciales. Algo que, con la ley en la mano, no es posible, al estar consagrado el edificio única y exclusivamente a usos culturales.
Concretamente, el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid (PGOUM) le aplica un nivel de protección integral, que supone el mantenimiento del uso al estar situado en el Área Cultural Preferente de Gran Vía.

Hasta ahí todo bien. El problema llega cuando el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, máximos responsables de conservar el patrimonio de la ciudad y de hacer cumplir la ley, no sólo han anunciado que van a cambiar el uso cultural del Palacio de la Música por un uso comercial, sino que también van a flexibilizar las normativas sobre protección de edificios históricos.
Concretamente, el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid (PGOUM) le aplica un nivel de protección integral, que supone el mantenimiento del uso al estar situado en el Área Cultural Preferente de Gran Vía.

Hasta ahí todo bien. El problema llega cuando el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, máximos responsables de conservar el patrimonio de la ciudad y de hacer cumplir la ley, no sólo han anunciado que van a cambiar el uso cultural del Palacio de la Música por un uso comercial, sino que también van a flexibilizar las normativas sobre protección de edificios históricos.
Si nadie lo remedia, el Palacio de la Música será en breve una tienda de moda, probablemente de la marca Mango. Los madrileños habremos perdido una sala de conciertos casi terminada, cuya recuperación ha costado varios millones de euros, y se habrá puesto en peligro una magnífica arquitectura, patrimonio de toda la ciudad.

Fotografías
La primera imagen es de autoría propia. Las restantes fotografías a color pertenecen al Ayuntamiento de Madrid y fueron realizadas antes de la última reforma acometida en el edificio (a partir de 2009), destinada a reconvertirlo en sala de conciertos. Las fotos en blanco y negro fueron publicadas por las revistas Mundo gráfico en 1925 (derrumbamiento) y Nuevo Mundo en 1932 (incendio).