domingo, 23 de mayo de 2010

El Convento de Santo Tomás



En 1875, tres años después de sufrir un aparatoso incendio, fue demolido el Convento de Santo Tomás, una de las más relevantes arquitecturas barrocas que hayan existido en Madrid. Estaba situado en la Calle de Atocha, en la manzana donde hoy se levantan la actual Parroquia de Santa Cruz y diversos bloques de viviendas.

Surgió a mediados del siglo XVI, como un gabinete destinado a la enseñanza teológica, dependiente de los dominicos del Real Monasterio de Nuestra Señora de Atocha.

En 1583 se segregó de esta institución, a instancias de Fray Diego de Chaves, confesor de Felipe II y del príncipe Carlos de Austria, y alcanzó entidad propia, como Convento Dominico de Santo Tomás de Aquino.

La primera mitad del siglo XVII significó un momento de esplendor para la fundación. En 1626 quedó bajo el patronazgo del Conde Duque de Olivares, quien impulsó su total remodelación, con la construcción en 1636 de un edificio de nueva planta, en el que no se escatimaron medios.

En él se impartieron estudios públicos, con un total de ocho cátedras, razón por la cual también fue conocido como Colegio de Santo Tomás.

La historia posterior es una cadena de hechos luctuosos. En 1652 tuvo lugar un primer incendio, que obligó a reconstruir, casi por completo, tanto el convento como su iglesia. Una vez terminadas las obras, la cúpula (en otras versiones, el altar mayor) se vino abajo y murieron aplastadas más de ochenta personas. Corría el año 1726.

En 1756 volvió a quemarse, aunque, en esta ocasión, no hubo grandes destrozos. En 1834 varios religiosos fueron asesinados dentro del convento, en el contexto de unas revueltas populares. Dos años después, fue desamortizado, con lo que las dependencias conventuales pasaron a tener un uso civil, como sede de diferentes organismos ministeriales y judiciales.

La iglesia, en cambio, continuó dando servicio religioso y en 1868 acogió a la vecina Parroquia de Santa Cruz, cuyo primitivo templo, ubicado en la plaza que lleva su nombre, desapareció durante la revolución que destronó a Isabel II.

Así se mantuvo hasta 1872, cuando se produjo el terrible incendio que puso en jaque la estructura. En 1875 las autoridades tomaron la decisión de destruirlo, ante la amenaza de ruina.

Las fatalidades no acabaron ahí, ya que, durante el derribo, se hundió una de las bóvedas y cuatro obreros quedaron sepultados. Afortunadamente, pudieron ser rescatados con vida.

Sobre su solar, fue levantada entre 1889 y 1902 la actual Iglesia de Santa Cruz, a partir de un diseño neogótico de Francisco de Cubas.


Recreación del incendio en un grabado del siglo XIX.

Los elementos arquitectónicos de mayor interés artístico del antiguo Convento de Santo Tomás eran la iglesia -en su momento, una de las más grandes de Madrid-, la suntuosa Capilla de Santo Domingo en Soriano y el claustro de factura barroca. De todos ellos hablamos a continuación.

Iglesia



La iglesia era de grandes dimensiones y tenía planta de cruz latina. En el crucero se elevaba una enorme cúpula con pechinas, decoradas con pinturas al fresco. La fachada destacaba por sus tres portadas claramente barrocas, diseñadas por Jerónimo y Nicolás de Churriguera, hijos del célebre arquitecto madrileño José de Churriguera.


Las tres portadas de la fachada principal, antes de la demolición del templo.


Vista de la iglesia desde la Plaza de Santa Cruz en 1875, poco antes de procederse a su derribo.


Interior. Año 1875.


Lateral de la iglesia, en el año 1875. Tres años después del incendio, la estructura se encontraba muy dañada, como puede apreciarse en las grietas que aparecen sobre el muro.

Capilla de Santo Domingo en Soriano

Esta capilla se levantó durante el reinado de Felipe IV y fue costeada por Fernando de Fonseca Ruiz de Contreras, marqués de la Lapilla. Estaba comunicada con el exterior a través de una portada de piedra berroqueña, situada en la propia fachada principal y hecha por Juan Marroquín.

El interior estaba adornado con gran lujo. Aquí se guardaban diferentes obras de arte, entre ellas una notable pintura de Antonio Pereda, realizada entre 1653 y 1656, en el que se representa a Santo Domingo en Soriano.

Este lienzo se salvó del incendio de 1872 y pasó a manos del Marqués de Cerralbo, en aquel entonces patrono de la capilla. Actualmente se exhibe en la escalera de honor del Museo Cerralbo.

Es posible que el cuadro de Pereda sustituyera al pintado en 1629 por Juan Bautista Maíno, sobre el mismo tema, que lamentablemente ha desaparecido. Debe señalarse que este último artista vivió como religioso en el Convento de Santo Tomás desde aproximadamente 1626 hasta 1649, cuando murió y recibió sepultura en el complejo conventual.


'Santo Domingo en Soriano', obra de Antonio Pereda.

Claustro

El incendio de 1872 y la posterior demolición del edificio supusieron la pérdida del que puede ser considerado como el patio barroco más bello de Madrid. De esta impresionante creación de José Donoso sólo quedan el recuerdo y algunos documentos gráficos.


Claustro. Año 1875.

3 comentarios:

  1. Siempre me entristeció no poder haber conocido esta iglesia, al igual que San Luis, San Salvador, San Sebastian y tantas otras perdidas.
    Ese patio barroco era maravilloso, menos mal que tenemos esa foto con la que hacernos una idea de las burradas que se han hecho en esta ciudad tirándolo todo.
    Gracias por el post.

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  2. Hola Jesús. Como dice Bélok, menos mal que queda la foto. Es una pena la cantidad de maravillas que hemos perdido y que ahora no podemos disfrutar. Y menos mal que podemos leer reportajes como el tuyo.
    Gracias!

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  3. Qué gran pérdida para Madrid este magnífico claustro! Buen reportaje!

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