Hoy hablamos de las "casas a la malicia", un tipo de vivienda característico de nuestra ciudad, que apareció en la segunda mitad del siglo XVI y que ejemplifica, como ninguna otra construcción, la picaresca del pueblo madrileño.
La designación de Madrid como capital a principios de 1561 provocó un sustancial aumento de la población. Ante la falta de vivienda, las autoridades competentes establecieron la denominada Regalía de Aposento, una carga que obligaba a los propietarios a ceder la mitad de la superficie útil de la propia casa a algún miembro de la Corte que tuviera necesidad de alojamiento.
Se trataba realmente de una antigua norma medieval, cuyo origen hay que buscarlo en el carácter itinerante que tradicionalmente ha tenido la monarquía española. Surgió como un compromiso de vasallaje, dirigido a asegurar el hospedaje de la Familia Real, de los cortesanos y de los funcionarios, mientras se celebraran Cortes en una ciudad determinada.
Con la decisión de Felipe II de fijar la capitalidad en Madrid, la Regalía de Aposento dejó de ser temporal y se convirtió en una carga que los madrileños soportaron durante más de tres siglos. Pero, contrariamente a lo se piensa, no fue algo impuesto a la fuerza, sino el resultado de un acuerdo entre la Corona y el municipio, que éste aceptó de buen grado, en previsión de que el rey no diera marcha atrás en su elección.
Así lo avalan las diferentes iniciativas tomadas por los ediles madrileños, encaminadas a garantizar la correcta aplicación de la carga. En una disposición del 13 de agosto de 1561, tan sólo seis meses después de que la ciudad fuese proclamada capital, el ayuntamiento instaba a las autoridades judiciales "a ver los agravios que se hazen de edificios en las calles públicas para que lo deshagan luego".
Los esfuerzos del concejo no impidieron que se cumpliera el viejo refrán castellano de quien hace la ley, hace la trampa. Un modo de burlar la norma fueron las "casas privilegiadas", como eran llamadas las viviendas que quedaron exentas de la carga, a cambio de algún favor o de alguna donación a la Casa Real. Ni que decir tiene que estos inmuebles eran propiedad de las clases más pudientes.
La Regalía de Aposento no era de aplicación para aquellas viviendas que no reunían los mínimos de habitabilidad requeridos, bien por carecer de una distribución adecuada, bien por su pequeño tamaño, generalmente asociado a la existencia de una única planta. Era lo que se conocía como "casas de incómoda partición".
Esta excepción se convirtió finalmente en el resquicio legal que favoreció la proliferación de las "casas a la malicia", inmuebles que, vistos desde el exterior, daban la apariencia de ser una "casa de incómoda partición", pero que, en el interior, reunían condiciones suficientes para cumplir la Regalía de Aposento.
Se desarrolló así una arquitectura de camuflaje, con soluciones tan audaces como incontroladas. Desde grandes tejados de fuerte inclinación, bajo los cuales se escondía una segunda planta, hasta la apertura de vanos de muy pequeñas dimensiones, dispuestos desordenadamente, con objeto de que pareciesen sobreventanas de único piso, cuando realmente correspondían a una planta superior.
Con el paso del tiempo, el caos constructivo fue aumentando y no hubo reparos en edificar en espacios interiores, como patios, corrales o huertos, e incluso en callejones. Todo un desaguisado urbanístico, del que Madrid tardó varios siglos en salir.
Calle de los Mancebos
El mejor ejemplo de "casa a la malicia" que ha llegado hasta nosotros se encuentra en la confluencia de las calles de la Redondilla y de los Mancebos, en pleno barrio de La Morería. Es, además, uno de los pocos edificios del siglo XVI que se conservan en Madrid. Su construcción puede datarse entre 1565 y 1590.
Aunque ha sufrido muchas transformaciones, todavía pueden distinguirse algunos rasgos característicos de las "casa a la malicia", como las cubiertas en pendiente y diferentes ventanucos.
Calle del Pez
En el número 31 de la Calle del Pez se alza otra "casa a la malicia", que, si bien es mucho menos conocida que la anterior, comparte con ésta una estructura similar, a modo de paralelepípedo rematado con un tejado inclinado. Detrás de éste, emerge una segunda planta, levantada en tiempos posteriores.
Calle del Rollo
No creemos que sea una auténtica "casa a malicia", pese a que en muchas publicaciones aparece identificada como tal, tal vez porque su fachada secundaria, que da la Calle del Rollo, presenta vanos desordenados y de diferente tamaño, en la línea constructiva de las "casas a la malicia".
Lo cierto es que, en la Guía de Inmuebles Históricos del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, este inmueble está catalogado como una antigua casa-palacio de la segunda mitad del siglo XVII. Sólo hay que echar un vistazo a su fachada principal, enfrentada a la Calle de Segovia, para comprobar este extremo.
Casa-museo de Lope de Vega
La antigua morada de Lope de Vega (1562-1635) es la mejor muestra de vivienda madrileña del Siglo de Oro que se mantiene en pie. No se trata de una "casa a la malicia", sino de todo lo contrario, ya que el insigne escritor cumplía religiosamente con la Regalía de Aposento. En concreto, fue ocupada, además de por el Fénix de los Ingenios, por el capitán Alonso de Contreras (1582-1641), con el que mantuvo una gran amistad.
La casa, que se construyó en 1578, fue comprada por Lope en el año 1610. Desde 1935 funciona como museo. Se encuentra en la Calle de Cervantes, número 11.
En el libro de Madrid Oculto, dedican un capitulo a esta curiosa tradición arquitectónica. Yo no lo conocía, y me encantan las fotos que has puesto. Voy a tener que irme por Madrid, mapa en mano a buscarlos todos. Un saludo,
ResponderEliminarMuy buena explicación y estupendas fotos. Gracias
ResponderEliminarHola Mite. Muchas gracias por tu comentario. Saludos desde "Pasión por Madrid", Jesús
ResponderEliminarEstupendas fotos y estupenda explicación.
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