Y no tanto por la calidad artística de la figura escultórica que reproduce al santo, sino por el espectacular templete que la custodia, máximo exponente del genio del arquitecto Pedro de Ribera (1681-1742), en el quedan condensados los rasgos principales del barroco madrileño.
Realmente son dos los templetes que hay instalados sobre el pretil del puente, justo encima de su arco central. Enfrentado al de San Isidro, se yergue otro idéntico, que conmemora a su esposa, Santa María de la Cabeza.
El arco central del Puente de Toledo, con los dos templetes, en una postal antigua.
Ambos fueron proyectados por Ribera en 1722, tres años después de que fuera concluido el Puente de Toledo, una de sus obras maestras. Están hechos en piedra berroqueña y miden seis metros y medio de alto, con una anchura de casi cuatro metros.
Presentan un trazado que, en cierto modo, recuerda a las espléndidas portadas que Pedro de Ribera hizo para el Antiguo Hospicio (actual Museo de Historia) o para el Monte de Piedad, con un marcado sentido escultórico y escenográfico.
Están integrados por dos pilares compuestos, con cuatro estípites adosados cada uno, minuciosamente tallados. Se rematan con las típicas orejeras del barroco madrileño, sobre las que descansan dos amorcillos. De los lados afloran salientes, que, a modo de pequeños pedestales, sostienen jarrones.
Templete de San Isidro.
La cubierta consiste en un dosel de abigarrada decoración, con hojarascas, volutas y abundantes elementos curvilíneos, que envuelven un escudo de piedra de caliza con las armas del rey Felipe V (r. 1700-1746). Una corona real preside todo el conjunto desde la parte superior.
Con respecto a las estatuas, éstas fueron realizadas en 1723 por Juan Alonso Villabrille y Ron (1663-1732), por encargo directo de Pedro de Ribera, en su calidad de arquitecto-director de las obras del Puente de Toledo. A él también se debe la imagen de Fernando III el Santo que hay en la portada del Antiguo Hospicio, en la Calle de Fuencarral.
San Isidro está representado junto a su hijo Illán, después de producirse el célebre milagro del pozo. Los dos están mirando hacia el cielo, en señal de agradecimiento. Según la tradición, el santo consiguió salvar la vida de su hijo, haciendo subir las aguas del pozo en el que éste había caído hasta el brocal.
Templete de Santa María de la Cabeza.
Illán vuelve a aparecer en el grupo escultórico dedicado a su madre, Santa María de la Cabeza. Aquí se recoge el instante previo al milagro, cuando ambos se dirigen hacia el pozo para sacar agua, antes de que el niño cayera a su interior. De ahí la actitud caminante de ambas figuras.
Las esculturas son de tamaño natural y están hechas en caliza. Se encuentran bastante deterioradas, debido a la erosión.
Vista de los templetes desde el tablero del puente, en una postal antigua.
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Felicidades, Jesús,
ResponderEliminarmenuda descripción de los templetes, más que completa, es un post muy bonito.
El Puente de Toledo y sus esculturas es una de las joyas que tenemos en Madrid. Pienso que quizá sería conveniente que las figuras se llevaran al museo de San Isidro, antes de que se deterioren más, y colocar en su lugar las réplicas...
gracias y saludos
Recuerdo perfectamente ese templete. Vivía en Marqués de Vadillo y era paso obligado para ir al "centro".
ResponderEliminarPasaban por allí los tranvías 23, 34 y 36. Y una vez uno se cayó al río y hubo muertos.
Me es grato recordar (no el accidente) sino el sitio. Ahora es peatonal y se instala allí una ferial de abril...
saludos
A lo largo de todo el día de ayer y hoy ha habido problemas en Blogger. Este artículo se había esfumado y, aunque se ha podido recuperar, los comentarios que habíais puesto se han perdido. Pido disculpas por ello. Son estas cosas raras que de vez en cuando pasan en Internet.
ResponderEliminarSaludos!!!
Estupendo reportaje. Las fotos que adjuntas son magníficas, tanto las antíguas (por su valor histórico)como las modernas, ya que nos permiten observar de cerca estas maravillosas obras arquitectónicas.
ResponderEliminarMe llama especialmente la atención la última foto del Puente de Toledo, donde se puede ver la antígua calzada muy por debajo del nivel actual. Me recuerda al Puente Largo de Aranjuez del que se conserva alguna foto donde también se observa éste mismo detalle. Antiguamente se construían las aceras muy por encima del nivel de la calzada con el objeto de impedir que los carros invadiéran ésta y que tanto el agua como el barro entorpecieran el paso de la gente.
Saludos
Hola Mingo:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Realmente el valor hay que dárselas a las imágenes antiguas. Sagaz observación la de los tableros. Había leído algo sobre la calzada del Puente Largo, pero no había caído en las nivelaciones del Puente de Toledo. En cualquier caso, qué pedazos de puentes conservamos en Madrid. Me quedo con estos cuatro: Toledo, Segovia, Retamar y Largo del Jarama.
Un abrazo y muchas gracias nuevamente, Jesús