Hoy nos detenemos en un recoleto rincón del Madrid de los Austrias, que lamentablemente no puede visitarse, a pesar de su carácter público. Nos estamos refiriendo al Pasadizo del Panecillo, un estrecho pasaje, a través del cual se comunica la Plaza del Conde de Barajas con la Calle de San Justo.
Esta diminuta vía, con forma de escuadra, se abre paso entre tres edificios de interés histórico artístico, como son la Basílica Pontificia de San Miguel, la Casa-palacio de los Condes de Miranda y el Palacio Arzobispal, que precisamente enfrenta a esta calle su más bella entrada, una portada barroca típicamente madrileña.
A la belleza de estos tres flancos se suma el propio encanto del pasadizo, que, en su tramo central, se ensancha, configurando una especie de patio, donde hay instalada una fuente de piedra, junto a dos cipreses.
Dos puertas de hierro, situadas en cada boca, se encargan de impedir el paso. Ello es así desde el primer tercio del siglo XIX, cuando se decidió clausurar el recinto, por cuestiones de seguridad, si bien, en el momento actual, la restricción está relacionada con un sorprendente uso particular de esta vía pública.
Hay que señalar que el Pasadizo del Panecillo debe su nombre a la costumbre iniciada por el cardenal-infante Luis Alfonso de Borbón y Farnesio (1727-1785), uno de los promotores de lo que hoy es el Palacio Arzobispal, mediante la cual se suministraba pan a los indigentes que pasaban por la zona, siempre y cuando hubiesen escuchado misa antes.
El reparto llegó a provocar tal nivel de escándalos y situaciones de picaresca que terminó suprimiéndose en 1829, al tiempo que fueron cerrados los dos extremos de la vía. La misma suerte corrió la entrega de alimentos que tenía lugar en la vecina Calle de la Pasa, donde tiene su entrada principal el Palacio Arzobispal, y que solía ser posterior a la del Pasadizo del Panecillo.
Como quiera que la comida de este segundo reparto consistía en un puñado de pasas, queda claro el origen del topónimo de la popular calle madrileña. Una curiosidad más, que se añade al famoso dicho de "el que no pasa por la Calle de la Pasa, no se casa", en alusión a la vicaría existente en una de las dependencias del Palacio Arzobispal, a la que obligatoriamente tenía que acudir todo aquel que desease contraer matrimonio eclesiástico.
El Pasadizo del Panecillo en 1951, en una instantánea nocturna tomada por el célebre fotógrafo Alfonso Sánchez García. Se trata de la entrada que da a la Calle de San Justo, donde se alza la fachada principal de la Basílica Pontificia de San Miguel. Está integrada por un arco de medio punto, actualmente desaparecido, que fue levantado en el siglo XIX, cubriendo uno de los lados de la portada barroca del Palacio Arzobispal (a la derecha).
En la imagen superior, puede verse el mismo acceso en abril de 2010. Se encuentra protegido únicamente con una puerta de hierro, tras el derribo del arco que taponaba la entrada del palacio (ésta puede verse a la derecha, liberada de obstáculos). El pavimento también ha sufrido transformaciones, al construirse una pequeña escalinata al inicio del pasadizo.
¡La foto de Alfonso! Un gran retratista de la vida ciudadana del Madrid del siglo XX a quien todavía se le debe un reconocimiento. Sus imágenes son imprescindibles para cualquiera que quiera conocer los ambientes, los paisajes de esta ciudad durante las décadas que él estuvo en activo.
ResponderEliminarHola! Me complace hacerte entrega del 'Premio Vale la Pena',otorgado a aquell@s bloguer@s que con su esfuerzo ofrecen blogs de calidad.
ResponderEliminarEn concreto se te concede por el fabuloso trabajo que haces en torno a la historia de Madrid y por tus fantásticas fotos,
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La foto de Alfonso, cómo todas las suyas, es preciosa. Prestaré más atención cuándo pase por la zona, ahora que se más sobre el pasadizo.
ResponderEliminarGracias a todos.
ResponderEliminarCecilia, estoy de acuerdo contigo que Alfonso todavía no ha recibido el reconocimiento que se merece.
Mcarmen. Lo de Alfonso era pura maestría: cómo de un rincón tan pequeño e insignificante hace un juego de claroscuros, digno de los tenebristas.
Gracias, Bea, por ese premio y por tu comentario tan excesivo.
Un saludo muy cordial, Jesús
Asi es. Tuvieron que cerrar el callejón porque servía para que los delicnuentes hicieran de las suyas por la noche. No conocía el oriegn de la calle de la pasa, aunque me suena haber leido esa frase en algun bar de la zona.
ResponderEliminarGracias Dani. Creo que hay un problema añadido y es que la calle tiene un uso privado, pese a ser de titularidad pública, vinculado a un garaje particular de la zona.
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